En medio de la cruda realidad del tráfico de animales en la República Democrática del Congo, un pequeño rayo de esperanza brilló a través de los ojos de un bebé chimpancé rescatado justo a tiempo. Su historia, aunque desgarradora, está impregnada de una ternura capaz de derretir el corazón más endurecido.
Hace un año atrás Kailo, de apenas un año y medio o dos, fue encontrado en manos de cazadores furtivos que, presumiblemente, habían matado a su madre para venderlo en el lucrativo comercio ilegal de vida silvestre. «Para conseguir un primate bebé, los cazadores furtivos deben matar a sus madres, ya que protegerán a sus bebés hasta la muerte», explica en su página de Facebook el refugio de monos, Lwiro Primates.
Tras perder el calor de su madre, Kailo fue llevado al Centro de Rehabilitación de Primates Lwiro, donde Itsaso Vélez del Burgo Guinea, la directora técnica, lo recibió con los brazos abiertos en un momento único que capturó los corazones de millones: cuando salió de la caja de transporte, el pequeño chimpancé saltó directamente a los brazos de su rescatista, buscando desesperadamente la seguridad y el confort que tanto necesitaba.
Crédito del video: Lwiro Primates
«Realmente necesitaba sentir la seguridad y la protección», aseguró del Burgo Guinea. «Sin conocerme, simplemente saltó sobre mis brazos con la esperanza de que lo cuidara».
Cuando Kailo llegó, estaba temblando de miedo, pero poco a poco fue ganando confianza. Empezó a comer de todo y fue sanado de parásitos intestinales.
En Lwiro, Kailo tiene un futuro prometedor por delante. «Dentro de su proceso de rehabilitación, Kailo tuvo que pasar un periodo de cuarentena para posteriormente convivir con el resto de chimpancés en el refugio», explicó del Burgo Guinea. «Aquí es cuando comienza la verdadera rehabilitación, ya que no hay mejor compañía para un chimpancé que otro chimpancé. Poco a poco dependerá cada vez menos del cuidado humano, y vivirá una vida plena rodeado de otros chimpancés».
Desafortunadamente, la historia de Kailo es solo una entre miles. «El tráfico de grandes simios es un negocio muy rentable», lamentó del Burgo Guinea. «Los expertos estiman de manera conservadora que al menos 3000 grandes simios se pierden por el tráfico cada año, de los cuales aproximadamente dos tercios son chimpancés. Trágicamente, las cifras reales probablemente sean mucho más altas».
Después de ser arrancados de sus familias, los monos son sometidos a maltratos indescriptibles. Pero en Lwiro, encuentran un refugio donde pueden sanar sus heridas físicas y emocionales. Actualmente, el centro alberga a 112 chimpancés y 109 monos de 16 especies diferentes, además de loros, tortugas y un puercoespín, todos ellos víctimas de la caza furtiva y el tráfico de mascotas.
El camino hacia la recuperación será largo, pero el abrazo de Kailo a su rescatista es una poderosa señal de que, con amor y perseverancia, incluso las heridas más profundas pueden sanar.
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