La región autónoma española de Cataluña celebró el fin de semana pasado su peculiar y tradicional concurso anual gastronómico de comer cebollas.
Cada año, la región autónoma de Cataluña, ubicada en el noreste de España, celebra la «Gran Fiesta de la Calçotada de Valls», una jornada festiva que gira alrededor del calçot, un cultivo de cebolla.
Durante la tradicional fiesta, las calles de Valls, en Tarragona, se sumergen en el aroma del calçot, ya que desde la mañana se realizan demostraciones de parrilladas de cientos de cebollas tiernas, en la plaza l’Oli, de acuerdo al medio local El Periódico.
La fiesta, que se celebró este año el 23 de este mes, estuvo llena de actividades como mercadillos, danzas tradicionales y concursos en torno a quién cultivó los mejores calçots del año, quién preparó la mejor salsa para acompañar y quién era capaz de comer más cebollas.
La fiesta dominical se celebra desde el año 1982, y es tan popular que cada año restaurantes, comerciantes y voluntarios se preparan para recibir hasta 35 mil visitantes.
«La fiesta de la calcutada es, en mi opinión, la fiesta gastronómica más popular que hay en Cataluña», dijo Daniel Rovira, un granjero local, a NTD.
Uno de los momentos más esperados en la original fiesta gastronómica, es cuando se realiza el Concurso de comer calçots, donde los participantes tienen el reto de ingerir el máximo número de calçots en 45 minutos. Sin embargo, tal demostración puede dejar con antojo a cualquiera, pero no hay por qué alarmarse, ya que todos los asistentes están invitados a degustar los manjares en la calles de Valls.
«Se le da un manojo de 50 piezas a cada concursante, y una vez que lo terminan y piden más, se les entrega otro. Esto permite saber, cuando terminen, cuántas hay en su estómago, y solo contamos las sobrantes y eso determina el ganador», compartió Antonio Bastus, un organizador del concurso, a NTD.
El calçot es típico de Cataluña y un platillo emblemático de la gastronomía catalana. Principalmente se consume a finales de invierno con salsa romesco, y se complementa con carnes y butifarras (un embutido de carne de cerdo).
Aunque no se sabe con certeza el origen del calçot, la historia más conocida se atribuye al Xat de Benaiges, un campesino que vivió en el pueblo de Valls, en la provincia de Tarragona, a finales del siglo XIX, según informa Mas Boronat.
La leyenda cuenta que Benaiges colocó en el fuego un par de brotes de cebolla, y casi inmediatamente se dio cuenta del exquisito sabor. A inicios del siglo XX, el calçot se convirtió en un platillo habitual de la región.
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