El deslumbrante pez mandarín multicolor es sin duda un candidato al pez más hermoso del mar, pero las apariencias engañan. Esta impresionante belleza de agua salada alberga un asqueroso veneno, que lo hace seductor pero peligroso.
El hedor único de este pez lo ha hecho famoso entre los apasionados por el mar, y a menudo es observado por los científicos. El hedor no es casual, como tampoco lo son sus espinas, pues el pez mandarín necesita protección, ya que carece de una de las defensas más básicas que suele tener un pez: las escamas.
La colorida piel exterior del pez mandarín (Synchiropus splendidus), con rayas azules y naranjas, segrega dos sustancias distintas, según Australian Geographic. Una de ellas es un moco espeso que protege al pez sin escamas de las inclemencias del tiempo; la otra contiene una toxina de olor desagradable.
El cuerpo de este pez, de unos 7 centímetros de largo, también está cubierto de pequeñas espinas que pueden inyectar un moco venenoso a cualquier persona que intente atraparlo o comerlo, incluidos los humanos. Esto puede ser peligroso si se inyecta en una herida abierta. Por esta razón, el pez mandarín no es un producto estrella en los menús de los restaurantes de marisco.
El pez mandarín, de la familia de los dragones, habita en lagunas y arrecifes costeros del Océano Pacífico, entre las islas Ryukyu de Japón y Australia, y es una de las dos especies confirmadas que pueden producir sus propias proteínas de pigmento azul, o cianóforos. El otro es su primo, el mandarín psicodélico (Synchiropus picturatus).
Otros animales de color azul emplean capas de cristales incoloros que reflejan la luz azul, pero no la producen.
El pez mandarín también escenifica una elaborada danza de apareamiento en la naturaleza. Un macho entretiene a varias hembras antes de cortejar a una de ellas con éxito, y luego la pareja se aleja nadando y realiza su propia danza de cortejo.
Como no tiene escamas, cualquier depredador podría causarle grandes heridas con poco esfuerzo, así que su mayor esperanza es ser lo menos apetecible posible para sobrevivir.
A pesar de su muy útil, pero muy poco atractivo hedor, el pez mandarín es uno de los favoritos entre los aficionados a los acuarios, pero puede ser un inquilino difícil debido a sus requisitos alimenticios específicos.
Al vivir en unos confines tan limitados, estos peces necesitan abandonar lentamente el alimento vivo o los copépodos, explicó The Spruce Pets. En cambio, se les puede alimentar con nutritivos camarones Mysis congelados, y luego con alimentos granulados.
Afortunadamente, el pez mandarín seguirá siendo una belleza que se puede contemplar desde lejos, evitando que termine en el plato.
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