El corazón de Cody Brock latía con fuerza mientras sus dedos se aferraban al objetivo de su cámara. Ante sus ojos, una escena épica se desarrollaba en las vastas extensiones de Anchorage, Alaska, desafiando todas las expectativas del experimentado fotógrafo de vida silvestre.
Todo había comenzado como un día más de trabajo, en busca de las codiciadas crías de alce que habían llegado con la primavera. Pero el aviso de un amigo lo condujo a un escenario que superaba con creces cualquier cosa que hubiera presenciado antes.
A un lado, una imponente madre alce protegía fieramente a sus dos crías gemelas, su enorme cuerpo en constante tensión. Del otro lado, un oso negro hambriento, sus ojos fijos en la preciada presa que significaría saciar su voraz apetito después de un largo letargo invernal.
«¡Santo cielo!» fue lo único que pudo musitar Brock, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas. En un instante, la cámara fue relegada a un segundo plano, y el fotógrafo comenzó a grabar lo que sería un enfrentamiento épico entre dos titanes de la naturaleza.
«Fue muy emocionante», le dijo Brock a a The Epoch Time. «Fue bastante aterrador. En un momento creímos que nos iban a arrollar un alce y un oso».
Lo que siguió fue una danza mortal, una batalla campal por la supervivencia. Cada vez que el oso se acercaba, la madre alce respondía con una feroz carga, sus pezuñas golpeando el suelo con un estruendo que hacía temblar la tierra. El oso retrocedía, trepando a los árboles cercanos, solo para volver a intentarlo una y otra vez, impulsado por un hambre insaciable.
«Era un oso muy hambriento», explicó Brock, quien llevaba quince años fotografiando la vida salvaje en Alaska. «Grabamos unos 15 minutos de idas y venidas entre la madre y el oso protegiendo a sus crías».
Cada segundo transcurrido era una prueba de la determinación de la madre alce por proteger a su descendencia. Brock, junto a su prometida Jenny, observaba boquiabierto cómo la naturaleza desplegaba su cruda realidad ante sus ojos.
«Por suerte, las crías sobrevivieron», suspiró Brock, aliviado después de presenciar semejante espectáculo. Pero el encuentro no terminaría ahí.
En un momento dado, el oso trepó a un árbol a menos de cinco metros de donde se encontraban los fotógrafos, dejando a Brock y Jenny paralizados ante la proximidad del depredador. Era una advertencia silenciosa de los peligros que acechaban en las vastas tierras de Alaska, donde la vida y la muerte se entrelazan en un delicado equilibrio.
«Yo fotografío osos en esa zona y, por lo general, solo comen hierba. Han comido flores y cosas así», explicó Brock. «Nunca he visto a un oso perseguir a crías de alce. Es bastante raro».
El video del encuentro entre un oso negro «muy hambriento», una madre alce y sus dos crías gemelas, el 16 de mayo. (Crédito del vídeo: ViralHog)
Las imágenes y el video capturados por Brock pronto se volvieron virales, cautivando a miles de espectadores en las redes sociales. Pero para el fotógrafo, este encuentro representaba algo más que un simple espectáculo visual. Era un recordatorio de la cruda realidad de la naturaleza y de la necesidad de respetarla.
«¡Cuidado!», advirtió Brock, dirigiéndose a todos aquellos que buscan disfrutar de la vida salvaje en Alaska. «Ten cuidado con lo que te rodea. Ese oso vino por detrás».
En las vastas extensiones de Alaska, donde los animales reinan supremos, un descuido puede ser fatal. Brock lo sabe bien, y su mensaje es claro: «Siempre hay que hacer algo de ruido y darles un poco de ventaja, por si quieren apartarse de tu camino, y por lo general ellos quieren apartarse de tu camino».
Porque en Alaska, en cualquier momento, las cosas se pueden poner interesantes. Y Cody Brock, con su cámara como fiel compañera, estará ahí para capturar cada instante emocionante, cada desafío épico que la naturaleza le presente.
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