Vestido con un asombroso plumaje verde esmeralda y en su pecho un rojo intenso, el Quetzal Resplandeciente es conocido por su extraordinaria belleza y fue considerado un símbolo sagrado tanto en la cultura Maya como en la Azteca.
El Quetzal Resplandeciente (Pharomachrus mocinno) habita en bosques nubosos de montaña desde el sur de México hasta el oeste de Panamá, donde es una de las especies más buscadas por los observadores de aves.
La especie pertenece a la familia Trogonidae, cuyos miembros se distinguen por sus coloridas plumas y su característica única de picotear la madera blanda o los árboles podridos con el fin de crear agujeros para los nidos.
En cuanto a su dieta, este pájaro omnívoro se alimenta de casi cualquier cosa, incluyendo frutas, bayas, insectos, lagartos, ranas y cualquier otro animal pequeño que pueda atrapar. Sin embargo, según la American Bird Conservancy, su alimento preferido es el aguacate diminuto silvestre, el cual se traga entero, escupiendo la semilla cuando se ha comido toda la pulpa.
Considerada entre las aves más bellas del mundo, la hembra está cubierta de un brillante color azul, verde y rojo; sin embargo, los machos reproductores, que son más vibrantes, parecen casi imperceptibles.
Además de su cresta verde y esponjosa, a medida que avanza la temporada de apareamiento, les crecen las plumas de la cola que pueden llegar a medir hasta 3 pies (90 centímetros) de largo, según National Geographic.
Esto significa que cuando es el momento de incubar los 2 ó 3 huevos que ponen dentro de los troncos de los árboles, los machos tienden a doblar sus plumas sobre sus espaldas para no ser detectados. Aún así, a veces sus plumas son tan largas que parecen sobresalir.
Como es de esperar, las plumas juegan un papel importante. Mientras el macho trata de impresionar a su contraparte femenina durante la temporada de apareamiento, él desciende volando desde los árboles altos para mostrar sus alargadas plumas. Además de su espectacular despliegue, los machos también le cantan a las hembras.
Las plumas de la cola del ave han sido culturalmente significativas. Para crear adornos para la clase dominante azteca, la gente capturaba los Quetzales Resplandecientes, les arrancaba las plumas de la cola y luego los liberaban.
En cuanto al pueblo maya, el quetzal también tenía un estatus cuasi divino. Su incapacidad para domesticar el ave y lograr que se reprodujera en cautiverio lo convirtió en un poderoso símbolo de libertad. Las raras plumas que se caían o se arrancaban se convirtieron en una valiosa forma de moneda, lo que hizo de los «Quetzales» la unidad perfecta para la moneda de Guatemala, introducida en 1925.
Lamentablemente, la población de Quetzales Resplandecientes está disminuyendo debido a la pérdida de hábitat por la deforestación, así como por la caza furtiva para los coleccionistas de animales exóticos y por sus plumas. La UICN enumera su población en alrededor de 50,000 y su estatus como «Casi Amenazado». Afortunadamente, en reservas como El Jaguar en Nicaragua y el Parque Nacional Los Quetzales en Costa Rica, se está protegiendo el hábitat de la selva tropical del ave.
Mientras que históricamente los Quetzales eran conocidos por negarse a reproducirse en cautiverio, el zoológico ZooMAT en el sur de México se asoció con el Dallas World Aquarium para incubar más de una docena de huevos desde 2003. La liberación de estas aves en los bosques nubosos de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, en el estado de Chiapas, podría ser un pequeño paso hacia la reconstrucción de la población silvestre.
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