¿Qué tan lejos puede llegar la conexión entre un humano y un grupo de aves? Christian Moullec, un francés, descubrió que con la paciencia y constancia necesarias una persona es capaz de formar los lazos necesarios para guiarlas en búsqueda de nuevas rutas migratorias.
Durante más de 20 años, Christian Moullec ha observado y estudiado a las aves. Desde su natal Francia, el hombre pudo ver cómo las aves migratorias desaparecían año tras año.
Al ser testigo de que el viaje estacional que los gansos de frente blanca realizaban desde hace siglos estaba en peligro, Moullec se inspiró en el célebre etólogo austriaco Konrad Lorenz y su gran conocimiento del mundo de las aves, cuyos estudios hicieron posible comprender patrones de conducta animal, de acuerdo a Fly With Birds, la página oficial de Moullec.
Motivado, en 1995 ideó una forma para ayudar a los gansos a encontrar nuevas rutas de migración, que les pudieran dar la orientación que estaban perdiendo.
«Quiero hacer todo lo que pueda para ayudar a estas aves a continuar con sus peregrinaciones estacionales, y he soñado con un proyecto un poco loco, una escuela de migración», explicó Moullec en el documental Aves de paso – Un viaje secreto por los cielos.
«Volaré con un pequeño grupo de gansos y descubriré con ellos las trampas y peligros de nuestro mundo moderno y encontraremos una nueva forma de cruzar nuestras tierras», agregó.
Toda escuela comienza con alumnos, y esta no fue la excepción. Moullec, que originalmente era meteorólogo de profesión, comenzó poniendo 8 huevos de ganso en una incubadora. ¡Y se quedó con ellos día y noche!
«¿Cómo me convertí en el padre adoptivo?», preguntó el francés.
Justo de esa manera. Cuando los polluelos eclosionaron, fue su cara la primera que observaron, acompañada de una voz que de inmediato reconocieron, pues no solo cuidaba los huevos, también tenía largas charlas con ellos.
Fue así como se convirtió en padre adoptivo.
«Los gansos se identifican con quien este con ellos en las primeras horas de su vida, aunque sea un hombre», compartió Moullec.
Durante las siguientes semanas se dedicaría a reforzar ese lazo para lanzarse a su gran meta, enseñarles a volar por nuevas rutas.
«Luego los dejaré en libertad, con la esperanza de que mis alumnos retendrán las lecciones de su viaje, y un día los veré pasar a ellos y otros gansos salvajes», expresó el «hombre pájaro», como luego fue llamado.
Para acompañarlas en su vuelo, el hombre aprendió a pilotar un avión ultraligero, y después comenzó a guiar bandadas de aves por una ruta alternativa, una que las mantuviera a salvo. Y lo siguió haciendo año tras año, también con cisnes y grullas.
«Lo más fascinante es que los pájaros en vuelo son asombrosos y que me siguen como su guía. Por lo tanto, debo ser el portavoz de las aves para decirle al mundo humano que es urgente proteger a las aves migratorias», dijo Moullec, de acuerdo a Daily Mail.
Más tarde, Moullec quiso compartir su experiencia con todo aquel que deseara volar, así que abrió la posibilidad para que de marzo a octubre, los turistas puedan hacerlo, y crucen el cielo con vistas aéreas de castillos, desiertos, puentes, ciudades y montañas, según informa National Geographic.
«Es una experiencia espiritual abrumadora. Lo más hermoso es volar en los cielos con los ángeles, que son los pájaros», compartió el «hombre pájaro».
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