Las catedrales y capillas han jugado un papel vital en el desarrollo de la cultura cristiana.
Como estudioso de la Biblia, el judaísmo y el cristianismo, he aprendido la importancia histórica de estas estructuras y el papel fundamental que juegan en la práctica de la fe de muchos cristianos.
Arquitectura paleocristiana
Las catedrales y capillas no solo proporcionan un espacio para el culto, sino que también son receptáculos para la exhibición de la iconografía religiosa y el arte.
Hasta principios del siglo IV d.C., gran parte del arte y el espacio de culto de los primeros cristianos se encontraba en catacumbas, lugares subterráneos donde los cristianos enterraban a los miembros de su comunidad.
Tradicionalmente se ha pensado que los cristianos usaban tales catacumbas debido a las persecuciones del gobierno romano. Sin embargo, tales persecuciones eran periódicas y no se sostenían. Se han ofrecido otras explicaciones sobre el uso habitual de las catacumbas como consecuencia.
En cualquier caso, tales tumbas se convirtieron en los depósitos de expresiones artísticas en las primeras décadas de la religión.
Entre las escenas más destacadas se encuentran las representaciones de la Biblia que enfatizaban la liberación de la muerte.
En estas catacumbas aparecen representaciones de Jesús de Nazaret, pero a menudo tomando prestada la imagen del dios griego Hermes, que funcionaba como una deidad mensajera, así como un portador de almas a la otra vida.
La cruz como un símbolo ampliamente expuesto de la fe cristiana se haría más frecuente solo después de que el emperador romano Constantino se convirtiera al cristianismo en el siglo IV.
El desarrollo de las catedrales
Con el respaldo imperial, los cristianos comenzaron a construir sus lugares de culto, conocidos como «iglesias» del griego «kuriake» («pertenecientes al señor»), sobre la tierra.
Estas prácticas de construcción se inspiraron en dos áreas principales de precursores: los templos antiguos y los lugares del gobierno romano.
Los templos antiguos de todas las culturas, incluida la de Jerusalén, se consideraban generalmente como espacios donde vivía dios o la divinidad.
Muchos cristianos antiguos y modernos creen que Jesús está físicamente presente en la comunión, el ritual que en algunos pensamientos cristianos implica la transformación real del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Por ello, catedrales como la Basílica de San Vitale en Italia, construida en el siglo VI d.C., contienen mosaicos que representan a Jesús como realmente presente en la comunión. Estos edificios nos llevan a una historia religiosa muy extendida, en la cual la deidad habita en un lugar santo.
Muchos de estos antiguos templos precristianos, incluyendo el de Jerusalén, estaban orientados de este a oeste. Las catedrales cristianas en su mayoría, tanto en el mundo antiguo como en el moderno, también usaban este eje este a oeste. Algunas tradiciones colocaban la comunión hacia el este—llamado «oriente»— y otras hacia el oeste—llamado «occidente».
Hubo notables excepciones, como en la Capilla Rockefeller de la Universidad de Chicago, originalmente una escuela bautista, cuya capilla está orientada de norte a sur.
La segunda fuente principal de las primeras iglesias cristianas eran las estructuras del gobierno romano. El propio nombre «catedral» significa «sede«, y en la sociedad romana se refería al lugar donde los gobernadores adjudicaban y supervisaban sus distritos. Cuando el Papa habla desde su asiento de poder, habla «excathedra».
Los templos romanos tenían una estructura diferente, pero la basílica romana, que se asemejaban a los edificios del gobierno y al respaldo imperial, fueron elegidos, junto con su orientación de este a oeste de los templos antiguos, como un diseño básico de tales catedrales.
Cómo surgieron las capillas
En contraste con los diseños a menudo grandes e impresionantes de las catedrales, las capillas en el cristianismo representan una concepción a menor escala del culto religioso.
El término «capilla» deriva de Martín de Tours, un obispo de las primeras iglesia de Francia, que llevaba una capa cuando pasó junto a un hombre pobre. En ese momento a Martin se le vinieron a la mente las palabras de Jesús, del Evangelio de Mateo, que le decían: que debía ayudar a los pobres, en efecto, ayudar y adorar a Dios. Martin le dio al pobre su capa, y el indigente se reveló como el propio Jesús.
Se pensaba que parte de esa capa, que conmovió a Jesús, tenía un significado especial. Como resultado, se construyeron pequeñas estructuras para albergarlo. Estas pequeñas estructuras eran conocidas como capillas, derivadas del latín «capella» para «pequeño manto».
Estos espacios de culto no tenían instrumentos musicales para acompañar los servicios. Como resultado, el término «a capella«, que significa «según la capilla» o «al estilo de la capilla», refleja la forma de culto en las pequeñas iglesias.
Samuel L. Boyd es un profesor asistente en la Universidad de Colorado Boulder. Este artículo fue publicado por primera vez en The Conversation.
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