En las vastas praderas del Parque Nacional de Yellowston, una señal milenaria de esperanza y renovación ha tomado forma. El nacimiento de un raro ternero de búfalo blanco ha cumplido una antigua profecía lakota que augura tiempos mejores, pero también trae advertencias
Para los indoamericanos lakota, dakota y nakota oyate de Dakota del Sur, esta cría sagrada es mucho más que una simple curiosidad de la naturaleza. Así lo explicó su jefe espiritual y decimonoveno guardián de la sagrada pipa y fardo de la mujer búfalo blanco, Arvol Looking Horse (caballo que mira): «El nacimiento de este ternero es a la vez una bendición y una advertencia. Debemos hacer más».
La leyenda cuenta que hace aproximadamente 2000 años, en una época de gran escasez y sufrimiento, se les apareció la mítica mujer búfalo blanco. Ella les entregó una pipa sagrada y un fardo, enseñándoles a rezar para que los búfalos regresen y puedan sobrevivir. Antes de desaparecer, se transformó en una cría de búfalo blanco con nariz negra, ojos negros y pezuñas negras.
«Y algún día, cuando los tiempos vuelvan a ser duros», dijo el jefe en referencia a la profecía, «volveré y me pararé sobre la tierra como un ternero de búfalo blanco nariz negra, ojos negros, pezuñas negras». Un augurio que ahora ha cobrado vida en las llanuras de Yellowstone.
Fue Erin Braaten, quien mientras paseaba por el Valle de Lamar presenció este milagro de la naturaleza el pasado 4 de junio. «Miro y veo una cría de bisonte blanco. Y me quedé ahí, totalmente anonadada», relató con asombro. Durante casi una hora, Braaten y su familia observaron embelesados a la sagrada cría y a su madre, antes de que se perdieran entre los sauces.
Para Troy Heinert, director ejecutivo del Consejo Intertribal del Búfalo, no hay dudas de que se trata de un auténtico búfalo blanco nacido en libertad. «Por las fotos que vi, esa cría parece tener esos rasgos», afirma refiriéndose a la nariz negra, pezuñas oscuras y ojos oscuros que dicta la profecía.
Un nacimiento tan simbólico no podía pasar desapercibido. Ya se ha celebrado una ceremonia secreta para bautizar a este emisario de la esperanza. Y el próximo 26 de junio, habrá otra gran ceremonia en West Yellowstone para honrar su llegada.
Pero este acontecimiento trascendental va más allá de un simple ritual. Es un recordatorio urgente de la fragilidad del equilibrio natural y de nuestra responsabilidad como guardianes de la Madre Tierra.
«Espero que esa cría esté a salvo y viva su mejor vida en el Parque Nacional de Yellowstone, exactamente donde fue diseñada para estar», anhela Heinert. Sin embargo, la realidad es que incluso en este santuario natural, los peligros acechan.
El año pasado, un duro invierno expulsó a miles de búfalos de Yellowstone de sus territorios ancestrales. Más de 1500 fueron sacrificados, enviados al matadero o transferidos, en medio de disputas sobre el tamaño adecuado de las manadas. Una tragedia que los líderes espirituales lakota ven como una señal de que debemos redoblar nuestros esfuerzos de protección.
«Muchas tribus tienen su propia historia de por qué el búfalo blanco es tan importante», explica Heinert. «Todas las historias se remontan a que son muy sagrados».
Ahora, con el nacimiento de esta cría milagrosa, esas historias ancestrales han cobrado una nueva relevancia. Un llamado a la acción para que honremos el vínculo sagrado entre los pueblos originarios y los búfalos que una vez deambularon libremente por estas tierras.
Ya sea a través de la preservación de hábitats, la expansión de programas de repoblación o simplemente fomentando un mayor respeto por estas criaturas majestuosas, el mensaje es claro: debemos escuchar los susurros de la profecía del búfalo blanco antes de que sea demasiado tarde.
Porque solo al restaurar el equilibrio perdido, al nutrir la tierra y a sus hijos con el mismo amor con que la Madre Búfalo nos enseñó hace milenios, podremos asegurar que este renacer sagrado no sea más que el preludio de una era de armonía y abundancia.
Con información de AP
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