En febrero de 2021, unos investigadores a bordo del rompehielos alemán Polarstern hicieron un inesperado descubrimiento: la mayor zona de anidación de peces dracos o peces de hielo del mundo, ubicada a 500 metros bajo el Mar de Weddell, frente a la costa de la Antártida.
Mientras tomaba imágenes de la topografía del fondo oceánico con el sistema de trineo de cámaras de video remolcado del buque, la estudiante de posgrado Lilian Böhringer, tras ver el enorme e increíble «metropole» de anidación de peces de hielo, se puso en contacto con el puente donde se encontraba Autun Purser, del Instituto Alfred Wegener.
Esta región antártica, conocida como la Fosa Filchner, era de especial interés para el equipo por su enigmática afluencia de aguas de fondo ligeramente más cálidas y guiadas por la topografía, hasta dos grados centígrados más calientes que las aguas de fondo circundantes. Este tipo de canales subacuáticos suelen actuar como conductos para los flujos ascendentes hacia la plataforma de Weddell, y éste fluía directamente sobre una vasta colonia de reproducción como nunca antes se había visto.
En ese lugar encontraron el océano plagado de miles de nidos circulares en forma de cráter, la mayoría contenían un único y fantástico pez de hielo (o Neopagetopsis ionah), especialmente adaptado al agua fría, con sangre transparente (o «sangre blanca» que carece de hemoglobina) que contiene compuestos anticongelantes.
«Cuando bajé media hora más tarde y vi un nido tras otro durante las cuatro horas que duró la primera inmersión, pensé que estábamos ante algo inusual», dijo Purser a ScienceNews.
«Yo diría que [la enorme colonia] es casi un nuevo tipo de ecosistema del fondo marino», añadió. «Es sorprendente que nunca se haya visto antes».
Durante las 20 horas de grabación y los varios miles de imágenes del Polarstern se observaron directamente un total de 16,160 nidos de peces de hielo, de los cuales 12,020 (el 79 por ciento) estaban activos, generalmente habitados por uno (y no más de dos) peces de hielo adultos vivos, por huevos solos, o por ambos peces y huevos juntos, informaron los investigadores en el estudio. Los investigadores llegaron a la conclusión de que había unos 60 millones de nidos activos, en al menos 240 kilómetros cuadrados (92 millas cuadradas) del flanco oriental de la Fosa Filchner, con una biomasa de peces asociada de más de 60,000 toneladas métricas.
Según los investigadores, los nidos estaban dispersos a una densidad de 0.26 por metro cuadrado, y cada uno medía algo más de medio metro (1.6 pies) de diámetro, la misma longitud que el pez. Los peces de hielo ocupantes custodiaban un promedio de 1735 huevos. Estos nidos excavados en forma de cuenco protegen a los huevos de las corrientes de agua, mientras que el detritus rocoso y grueso que se encuentra en el fondo de cada nido permite la ventilación y la limpieza de los huevos depositados encima.
También se observaron cadáveres degradados de peces de hielo en toda la colonia de nidificación y sus alrededores, lo que proporcionaría información a las redes alimentarias locales, a los anfípodos carroñeros y al proceso biogeoquímico general. La columna de agua por encima de la zona de anidación presentaba mayores concentraciones de este tipo de materia biológica que en otras partes del Mar de Weddell.
Por otra parte, en el interior de los nidos abandonados, que tenían grava expuesta y estaban protegidos, se encontraron colonizaciones de fauna como poliquetos tubícolas, colonias de briozoos y esponjas, lo que aumentó la biomasa y la diversidad local. En muchos de estos nidos abandonados se descubrieron elevadas concentraciones de fitodetritus, que suponen un alimento para anémonas, esponjas y otros alimentadores en suspensión, entre otros.
Además, los peces de hielo adolescentes que desovan a partir de estos huevos frecuentan las profundidades más bajas de la columna de agua, convirtiéndose en una comida fácil para los depredadores superiores, como las focas de Weddell en la plataforma superior. Los investigadores observaron que estos mamíferos antárticos buceaban en mayor número en las proximidades de la Fosa Filchner que en otras zonas.
El increíble descubrimiento de una zona de anidación de dimensiones tan colosales plantea muchos interrogantes sobre el comportamiento de este ecosistema a lo largo del tiempo. Para abordar la cuestión, Purser instaló dos sistemas de cámaras a profundidades de 3 metros (10 pies) por encima del fondo marino para vigilar el bentos y la columna de agua inferior durante dos años más.
De hecho, se cree que la vasta colonia de cría de peces de hielo es la mayor zona de anidación de peces del planeta, escribieron los autores. Es necesario seguir investigando para determinar la extensión espacial, la razón y la importancia de esta manifestación, pero los investigadores aseguran que el descubrimiento respalda la idea de convertir la Fosa Filchner en un área marina regional protegida bajo el paraguas de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos.
(Cortesía del Instituto Alfred Wegener /Equipo PS124 AWI OFOBS)
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