Escalofríos recorren las espaldas de los espectadores en el Great American Ball Park mientras los tonos patrióticos de “The Star Spangled Banner” resuenan desde una gigantesca caja de música, causando lágrimas en los ojos tanto de los fanáticos de los Orioles como de los Reds de manera uniforme.
Sam, el águila calva, espera tranquilamente en su jaula.
La jaula se abre.
Un silbido señala y el águila se lanza desde lo alto del público en el jardín central y se eleva, tanto a través de los corazones hinchados de los fanáticos cuyos miles de ojos llenos de lágrimas lo siguen, como hacia su entrenador, Eddie Annal, que está lejos, como un punto en el montículo.
Sam era una marca distintiva del pre-juego.
Pero a principios de mayo, realizó su último vuelo antes del partido.
Cientos de vuelos como este viven en lugares preciados para los fanáticos que estuvieron en estas gradas cuando eran niños a principios de los 2000. Ahora han pasado 20 años desde que Sam el Águila voló por primera vez. Esos niños ahora son hombres y padres, y recientemente, salió a la luz otro hecho. Sam también envejeció.
Con su aguda vista, Sam había sido capaz de ver a su pequeño entrenador en el jardín central desde lo alto de las gradas desde su primer entrenamiento en el estadio en septiembre de 2003. Había estado posado en lo alto durante cinco minutos antes de darse cuenta de que tenía que deslizarse hacia el señor Annal como un gran avión de papel plumoso.
Eso es impresionante dado el ala lesionada de Sam.
Cuando Sam comenzó, era solo un aguilucho de meses, herido y encontrado al costado de la carretera. Era 1999 y fue rehabilitado en la Universidad Estatal de Michigan. Su lesión en el ala resultó ser permanente, lo que significaba que Sam no podía ser liberado de nuevo en la naturaleza.
«Lo trajimos a Cincinnati en la primavera de 2003 y comenzamos a trabajar con él», dijo el Sr. Annal en un comunicado de prensa en junio de 2024. «Nunca había estado sobre un guante y no teníamos idea de cuál sería su capacidad de vuelo».
Pero los entrenadores de Sam pronto lo vieron volar.
Sam prosperó y se convirtió en una marca distintiva del pre-juego en el Ball Park y más allá. Y el resto es historia.
«Estuve mucho en el estadio para estos vuelos y puedo decirles que había lágrimas, aplausos y asombro cuando Sam llegaba al montículo», dijeron funcionarios del hogar de Sam en el Zoológico de Cincinnati a The Epoch Times. «El momento en que Eddie comenzaba a silbar durante el Himno Nacional era tan emocionante. Señalaba que era hora de que Sam volara, mágico».
Después de cientos de vuelos previos al juego, y de causar muchos escalofríos, 20 años de vuelos repetidos desde los jardines hasta el montículo grabaron exitosamente la dirección general en la mente de Sam. La vista no era un problema para volar. Fue el aterrizaje lo que finalmente puso a prueba su agudeza visual y su aptitud para desempeñarse.
«La visión es muy importante para las águilas», dijo el Sr. Annal.
El lunes antes de su retiro en junio, la vista de Sam falló mientras practicaba.
“Durante la práctica, que siempre hacemos un par de días antes de un vuelo en un partido, falló al aterrizar en el guante y su comportamiento fue muy anormal”, dijo el Sr. Annal al periódico. “Hicimos que el equipo veterinario lo revisara tan pronto como regresamos del estadio, y encontraron cataratas en ambos ojos tras un rápido examen ocular.”
Sam ya no volaría sobre las cabezas de los fanáticos en el Great American Ball Park. Pero sus días de inspirar corazones en el estadio no habían terminado. Sam fue llevado al campo, posado con orgullo en el brazo del Sr. Annal, para el himno nacional durante un partido de los Reds contra los Pirates a finales de junio.
Posado en el brazo de su entrenador, se quedó allí, tranquilo.
La vida en retiro para el águila ahora significa más tiempo en casa. Sam vive en el Zoológico y Jardín Botánico de Cincinnati y, de hecho, ha asombrado a muchos visitantes en su hogar. Wings of Wonder Bird Encounter es una atracción donde aves de todo tipo y color demuestran sus habilidades de vuelo. Exhiben sus llamadas, habilidades de escalada, imitación e incluso cómo superan a sus cuidadores. La participación siempre es opcional. Sam participa si así lo desea.
Sam puede estar retirado ahora, pero el vínculo entre el águila y su entrenador sigue siendo fuerte. 20 años de confianza y respeto construidos trabajando con el Sr. Annal han dejado una impresión en el águila calva.
“Sam definitivamente reconoce la diferencia entre los entrenadores, y Eddie ha estado allí desde el comienzo del entrenamiento de Sam”, dijeron los funcionarios del zoológico a The Epoch Times. “Sam confía en que Eddie lo pondrá en situaciones seguras y le tendrá buenos bocadillos. Eddie confía en que Sam no lo agarrará con sus garras”.
Águila calva en acción:
(Cortesía del Zoológico y Jardín Botánico de Cincinnati)
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