Según los investigadores, es digna de mención la capacidad de recuperación de las emblemáticas aves chochín de corona púrpura en Australia, que aparecieron vivas y en buen estado cuatro meses después de unas inundaciones extremas a pesar de que todos sus nidos habían sido arrastrados por las aguas.
Las inundaciones de principios de año en Australia Occidental provocaron lluvias torrenciales e hicieron crecer el cercano río Fitzroy hasta casi 15,81 metros (52 pies) de altura, causando una devastación a gran escala, incluida la pérdida masiva de vidas y hábitat para la fauna autóctona de la zona.
Pero las pequeñas y sociables aves se encontraron a salvo en sus hábitats habituales de densa vegetación a lo largo de los cauces de los ríos y arroyos.
«Aunque los chochines se han visto un poco afectados por la inundación, se encuentran bien», declaró Ian Hoppe, estudiante de doctorado de la Universidad de Monash.
Se descubrió un grupo de 242 chochines de corona púrpura, un ligero descenso en comparación con las 256 aves de noviembre de 2022, un mes antes de las inundaciones.
La razón por la que los chochines sobrevivieron se debe a su rapidez y flexibilidad para adaptarse a experiencias traumáticas, dijo la investigadora postdoctoral Niki Teunissen, que ha estado investigando la vida de estas escurridizas aves como parte de un proyecto de investigación de 18 años.
«Los chochín se han recuperado muy bien gracias a su flexible calendario de cría. Tras el fracaso de un intento de cría, estos pájaros pueden volver a anidar casi de inmediato», declaró Teunissen a The Epoch Times.
Uno de cada tres grupos reproductores de la población tenía polluelos acompañando a las aves adultas, a pesar de que todos los nidos fueron arrasados por la riada.
Aunque la época habitual de apareamiento va de diciembre a abril, se descubrió que varios chochines se reproducían un mes más tarde, en mayo, y que los adultos alimentaban a los polluelos en los nidos, incubaban los huevos y empezaban a construir nuevos nidos.
«En comparación con otras aves, muchas especies tienen calendarios de cría más fijos, y éstas serían menos flexibles a la hora de cambiarlos», explicó.
Otra razón por la que los investigadores creen que los chochines sobrevivieron a las inundaciones fueron los altos árboles de su territorio, como higueras y alcatraces, que les sirvieron de refugio ante la subida del nivel del agua.
Por eso es necesario proteger la vegetación ribereña ─plantas que bordean los cursos de agua─ para la supervivencia no solo de las aves, sino quizá también de los pequeños mamíferos, anfibios y reptiles que viven en las proximidades, explicó Teunissen.
«Nuestros resultados ponen de relieve la importancia de una vegetación ribereña intacta, que cuente no solo con una buena vegetación densa de altura baja a media para la cría, sino también con árboles altos y emergentes para refugiarse en ellos en épocas de crecidas extraordinarias», explica.
«Sospechamos que estos árboles actúan como faro y refugio para muchas especies locales, pero también para otras especies cercanas que tienen movilidad suficiente para alcanzarlos. Es decir, es esencial proteger las zonas ribereñas intactas, ya que estos árboles altos tardan más en crecer».
Pájaros fieles
A diferencia de otros pájaros cantores que tienen fama de promiscuos, los de corona púrpura son monógamos, tienen solo una pareja y permanecen cerca de ella la mayor parte de su vida.
Estas aves no siempre se emparejan de por vida, pero pueden formar relaciones estables con parejas que crían juntas a sus hijos y defienden juntas su territorio fuera de la época de cría.
La pareja colabora con parientes del grupo para criar y defenderse de depredadores como goannas, serpientes y azores.
Para ponerlo en perspectiva, el 90 por ciento de los nidos de chochín tienen al menos alguna cría de otro padre.
«Esa era la norma para los chochines», dice Teunissen.
«Pero los de corona púrpura son una excepción a la regla. Son muy fieles».
Por si fuera poco, se sabe que los chochines de corona púrpura, más que ningún otro chochín, hacen dúos con su pareja.
Un estudio realizado en 2009 por la ornitóloga Michelle Hall y la catedrática Anne Peters demostró, mediante un experimento de reproducción, que las parejas de crisopas coronadas combinaban el 50 por ciento de sus cantos.
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