Casi todos conocen la historia de Tarzán, el niño que creció en la selva cuidado por una manada de gorilas, pero no todos saben que sí existió un «Tarzán de la vida real», que estuvo viviendo durante 40 años en la jungla. Apenas en días pasados, se supo que el hombre falleció de cáncer, luego de 8 años de haber regresado al mundo civilizado.
«Era [como] un niño pequeño con las habilidades de un superhumano», dijo a Daily Mail Álvaro Cerezo, un explorador del que el «Tarzán de la vida real» se hizo gran amigo.
Ho Van Lang tenía solo dos años cuando salió huyendo de su aldea en plena guerra de Vietnam, junto a su padre. Su familia, que hasta 1972 había estado viviendo en la aldea Tra Kem, fue reducida a la mitad luego de fallecer durante un bombardeo.
El niño rápidamente fue llevado a la jungla para ponerlo a salvo. Ho Van Thanh, su padre, se ocupó de él, y para lograr sobrevivir ambos se alimentaron de frutos, miel, tubérculos y maíz que ellos mismos sembraban, según informó Mirror.
Video cortesía de Álvaro Cerezo
Aunque el padre hablaba una lengua local minoritaria, Lang no desarrolló la habilidad verbal más allá de unas cuantas palabras. Así que el pequeño Tarzán vietnamita creció aprendiendo más sobre el conocimiento práctico de cómo sobrevivir en un entorno salvaje.
Aunque la guerra terminó mucho tiempo atrás, Thanh nunca lo supo. Casi sin que se dieran cuenta pasaron 40 años, hasta que en 2013 unos lugareños reportaron a las autoridades locales dos «hombres de la selva» con taparrabos.
Pero, si al parecer estaban tan tranquilos en la jungla, ¿qué llevó a este padre e hijo a salir de su hogar?
Luego de que Lang se reencontrara con su hermano mayor, Ho Van Tri, este lo convenció de ir a la ciudad para atender a su padre, quien finalmente falleció en 2017, reportó New York Post.
Lang se convirtió en una pequeña celebridad y, luego de quedarse a vivir definitivamente en la aldea, regresó a la jungla en 2015 a vivir durante una semana con Álvaro Cerezo, el explorador y empresario turístico español con el que formó una bonita amistad.
«La conexión entre nosotros fue inmediata porque Lang nunca imaginó que alguien estaría interesado en sus habilidades de supervivencia, y estaba muy feliz de mostrármelas todas», dijo Cerezo a Daily Mail.
Lang se emocionó de poder compartir con alguien cómo había sido su vida durante aquellos 40 años. Cerezo, por su parte, pudo aprender a hacer cosas «en segundos», que de otra forma le llevarían horas.
«Siempre digo que los mejores ‘maestros’ de supervivencia se encuentran entre las tribus», agregó.
Cerezo dijo a The Epoch Times que cuando lo conoció, inmediatamente se dio cuenta «que era un ser humano completamente diferente».
«La forma de caminar, de mirar… Se me puso la piel de gallina al verlo», recordó de su primer encuentro.
Ambos conectaron muy bien por el tema de la supervivencia, y entendieron que cada uno tenía sus propias técnicas para sobrevivir en ambientes naturales.
«Además yo le hacia bromas todo el tiempo, bromas como a un bebe», compartió Cerezo.
La muerte de Lang, el «Tarzán de la vida real», el pasado 7 de septiembre, fue de gran conmoción para Cerezo, quien dijo que siempre le preocupó que su amigo no pudiera manejar un «cambio tan drástico».
La conclusión de Cerezo es que Lang, al vivir una «vida moderna», comenzó a comer alimentos procesados y, en ocasiones, a beber alcohol, lo que terminó por pasar factura a su cuerpo enfermándolo de cáncer de hígado.
«Era la persona más fascinante que conocí y extremadamente dulce al mismo tiempo», dijo Cerezo del Tarzán vietnamita, que vivió hasta los 52 años.
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