Los niños de esta serie de imágenes, tomadas en la nieve con cestas de fruta, parecen pequeños muñecos rusos, envueltos en diminutos abrigos de pieles sobre un pintoresco telón de fondo. Estos niños pequeños de mejillas sonrosadas parecen personajes de un cuento de hadas.
«Tomar fotografías de niños es un placer especial», explicó a The Epoch Times la fotógrafa infantil y familiar Elena Algazina, de 44 años, de San Petersburgo, Rusia. «Y lo más importante es que nunca posan, son reales».
La serie «rústica», que muestra a niños pequeños con abrigos de piel en un pintoresco lugar del pueblo ruso de Shuvalovka, nació cuando Elena encontró un abrigo marrón de su infancia que estaba guardado en su armario.
«Mi mamá lo tenía guardado como un recuerdo», dijo Elena. «Estuvo en el armario durante más de 30 años (…) muchos niños soviéticos tenían esos abrigos de piel, botas de fieltro, sombreros y bufandas en su infancia».
Así que cuando su hijo cumplió dos años, Elena quiso tomarle fotografías con su abrigo de piel. Para completar el look, buscó botas de fieltro en un mercado de segunda mano y alquiló un sombrero tradicional.
El resultado fue una imagen tomada sobre un pintoresco fondo de una casa de madera.
Con el éxito de la primera imagen Elena se animó a comprar otro abrigo de piel beige en miniatura. Sin embargo, para esta imagen, pensó incluir a dos niños, preferiblemente una pareja de hermanos de unos 2 años.
«Todo empezó a tomar forma como un rompecabezas», dijo Elena. «Encontré una ubicación en San Petersburgo, no muy lejos del mundialmente conocido Peterhof y de las famosas fuentes».
El pueblo ruso de Shuvalovka, dijo, era perfecto como telón de fondo.
Después de encontrar el lugar perfecto para su serie, tuvo la suerte de encontrar modelos entre los hijos de sus amigos. Cuando los niños —Elisha y Natalya— se sentaron en una escalera, con un pan cada uno en sus pequeñas manos, vestidos con gruesos abrigos y sombreros de piel, chales de lana y adorables botas, un gato entró en el encuadre, creando el ambiente adecuado.
Tomar fotos de la primera pareja, dijo Elena, fue «inolvidable».
Luego, tomó fotos de los hermanos reales, Sasha y Marusya.
Aunque Elena dice que no tiene ningún reto importante a la hora de retratar a los niños, la única dificultad real son las gélidas temperaturas.
«No me gustan las heladas ni el frío», dijo Elena. «Uno tiene que quitarse los guantes, se le congelan las manos. Pero el tiempo pasa volando, dos horas son como cinco minutos».
«Luego puedes entrar en calor en un restaurante ruso y comer un sabroso borscht caliente».
Después de que Elena publicó una foto de la serie rústica en su página, se hizo viral. «Algunas personas pensaron que se trataba de fotografías antiguas, con ropa auténtica», dijo Elena.
Como varias de sus fotografías se han hecho virales, Elena dice que artistas de distintos países le escriben con frecuencia para pedirle permiso para realizar dibujos al óleo o acuarelas con base en sus fotografías.
Sin embargo, no se puede negar que los pequeños modelos de Elena son los verdaderos protagonistas que hacen surgir la magia en cada imagen.
«Todos son completamente diferentes», dijo. «Me encantan los niños positivos y sonrientes que abrazan a los animales».
El interés de Elena por la fotografía infantil surgió cuando dio a luz a su hijo en 2010. Cuando su esposo le enseñó a tomar fotografías, la pareja tomó muchas fotos y videos de su hijo, especialmente durante su primer año de vida.
«Un niño nunca cambia exteriormente tan rápido como desde el momento del nacimiento hasta el año», dijo Elena. Luego, la pareja recopiló las fotos, capturando muchos recuerdos hermosos, en álbumes fotográficos.
Reflexionando sobre su propia experiencia, Elena aconseja a los padres que tomen tantas fotos de sus hijos como sea posible.
«No esperen a un cumpleaños especial o a un año nuevo», sugirió Elena. «Háganlo en cualquier momento, porque los niños crecen muy rápido».
Aquí hay más fotografías de la serie:
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