Primero aprendió a volar antes de pasarse a la fotografía con drones, pero en cuanto Joanna Steidle, de 50 años, tuvo su primer dron con cámara, la cosa estaba hecha. Su vida cambió por completo, según cuenta Steidle a The Epoch Times. Se convirtió en una artista aérea especializada en fotografía marina y juegos de sombras desde las alturas, al tiempo que se convertía en ganadora de un concurso mundial de fotografía con drones.
«Vivo a unos cinco kilómetros del océano», explica Steidle, natural de la pequeña localidad de Southampton, Nueva York. Por las mañanas se dirige a la orilla con su dron en busca de vida marina, en concreto, bolas de cebo, gigantescos bancos de peces bunker que se cuentan por decenas o cientos de miles.
«Eso es lo que realmente atrae a los depredadores», dice refiriéndose a los tiburones, normalmente tintoreras o tiburones espinel, cuya amenazadora presencia a menudo resulta en arte piscícola cuando se observa desde arriba. La enorme y amorfa mancha de peces, temerosa del depredador, se retuerce y cambia de forma para dejarle el camino libre al cazador submarino, produciendo a menudo espectaculares y sorprendentes formaciones estéticas.
Normalmente, el tiburón se abre paso a través del banco, dejando un valle de agua a su paso, pero a veces los depredadores realizan un ataque furtivo desde abajo, con resultados poco frecuentes. «Este tiburón salió de debajo del cardumen», dice Steidle sobre una fotografía de un tiburón que se encontró misteriosamente sellado dentro de una burbuja con forma de corazón. «Me encanta la foto, y la conservo desde el año pasado.
«La guardé para este año por San Valentín».
Hace poco colgó esa imagen en su Instagram, donde muestra más maravillas del mar, como las fiebres de rayas nariz de vaca, que se cuentan por cientos, y que emigran desde Sudamérica para la temporada de verano. Parecen casi mágicas mientras flotan bajo la luz del sol. «Esta foto la tomé el día de mi cumpleaños. «Así que es muy especial».
Las obras de arte de Steidle le valdrían cobertura no solo en Internet, sino también en su escena artística local de Southampton e incluso en un importante concurso de fotografía con drones. Lo que empezó con la captura de bolas de cebo desde el aire en la impresionante costa de Southampton acabó situándola entre los 15 ganadores del concurso mundial de fotografía con drones DJI de SkyPixel, al que se presentan entre 15,000 y 20,000 participantes al año.
Mientras tanto, a nivel local, Southampton cuenta con una escena artística enorme y bulliciosa para su tamaño relativamente pequeño. «Tenemos siete galerías en una pequeña ciudad», dice, y añade que la mayoría de esas galerías no cuelgan fotografías de drones en sus paredes. Así que Steidle vio un nicho que podía cubrir y empezó a buscar formas de editar y ampliar su trabajo, a veces hasta un tamaño de 4 por 6 pies.
Uno de los obstáculos que impiden a muchos iniciarse en el arte aéreo es el precio de los drones, que puede superar los 15,000 dólares por un aparato de calidad profesional. El DJI Mavic 3 de Steidle le costó unos 3500 dólares, por lo que recurre a imágenes en bruto, a menudo recortadas desde el aire, a su objetivo zoom capaz de 28 aumentos y a programas de postproducción como Lightroom y Photoshop para eliminar manchas de agua y demás, para sacar el máximo partido a su dinero. «Gran parte está en la edición», afirma.
La planificación estratégica de sus salidas también puede suponer una gran diferencia a la hora de captar una imagen impecable. Volar el dron primero hacia el sol y luego girar para hacer una pasada en la otra dirección ha ayudado a Steidle a eliminar los reflejos sobre el agua.
De cara al futuro, la artista de la fotografía con drones espera ampliar sus horizontes visitando algún día Islandia, Vietnam, Australia, Bali y, no menos importante, Hawai. «Me gustaría fotografiar surfistas de olas grandes», dice. «Eso es algo muy interesante. Me gustan los surfistas».
Pero por ahora, admite que se necesitan muchos vuelos infructuosos para dar con algo bueno, y añade que «algunos días me he pasado el día entero y no he encontrado nada». Afortunadamente, la sensación de estar en el aire, que le proporciona su pantalla incorporada, puede ser una emoción en sí misma, dice. «Es como pilotar un avión de combate sin posibilidad de resultar herido».
(Cortesía de Joanna L Steidle)
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