Cuando Ruby, una dóberman pinscher de 4 años y medio, conoció a una diminuta gatita huérfana, algo extraordinario sucedió. En lugar de ignorarla o mostrar agresividad, Ruby hizo lo impensable: la adoptó como si fuera uno más de sus cachorros recién nacidos. Esta sorprendente historia de amor maternal entre especies ha conmovido a miles y está cambiando percepciones sobre una raza a menudo malentendida.
Brittany Callan, de Geneseo, Nueva York, descubrió a una gatita recién nacida abandonada, apenas una semana después de que Ruby diera a luz a su propia camada, por lo que decidió presentarle a la pequeña felina sin imaginar la magia que estaba a punto de presenciar.
«Ruby empezó a mirarla, a limpiarle el trasero como si fuera suya», relató la Sra. Callan en una entrevista con The Epoch Times. «Luego le dio un codazo y se acurrucó… fue su instinto maternal». La conexión entre la perrita y la gatita fue instantánea y profunda. «Ahora es su bebé, está obsesionada con ella», añadió la mujer, evidenciando el fuerte vínculo que se formó entre las dos.
La historia de cómo Rose llegó a la vida de Ruby es igualmente conmovedora. La Sra. Callan, quien trabaja en la remodelación de casas para la empresa contratista de su esposo, estaba en la residencia de la madre de su prima cuando escuchó un débil maullido. Al investigar, encontró a la gatita recién nacida, aún con el cordón umbilical seco, abandonada detrás del garaje.
Inicialmente, Callan dejó a la gatita donde la encontró, esperando que su madre regresara. Sin embargo, cuando su prima Nicole volvió a revisar a las 11:30 p.m., la pequeña felina seguía sola. Fue entonces cuando Callan tuvo la inspirada idea de presentarle la gatita a Ruby.
El amor de la Sra. Callan por los animales, cultivado desde su infancia en una granja lechera, la llevó a tomar esta decisión. «No tenía los ojos abiertos, y los otros cachorros no notaron la diferencia porque tampoco tenían los ojos abiertos… se acercaron a ella y se acurrucaron», recordó, describiendo el momento en que Rose se unió a la camada de Ruby.
La dedicación de Ruby hacia su nueva «hija» adoptiva es extraordinaria. Callan estableció un régimen de alimentación, despertándose cada dos horas durante la noche para alimentar a Rose, mientras Ruby se encargaba de acurrucarla y cuidarla durante el día.
Bajo los cuidados de Ruby, Rose progresó rápidamente y se convirtió en una gatita fuerte y juguetona.
Pero a medida que pasaban las semanas, el contraste de tamaño entre Rose y los cachorros de Ruby se hace más evidente. Los cachorros, que ahora pesan alrededor de 4 libras, parecen gigantes comparados con la pequeña Rose, que apenas supera la libra. Sin embargo, Ruby, siempre atenta, no duda en llevar a Rose en su boca, alejándola del juego brusco de sus hermanos adoptivos.
Sin duda, el amor maternal no solo trasciende especies, sino que también está cambiando percepciones sobre los dóberman. Callan, quien cuida actualmente a 18 perros, incluidos seis dóberman, está feliz de que la historia de Ruby y Rose se haya vuelto viral. «Mucha gente tiene la percepción de que [los dóberman] son una raza agresiva… en realidad no lo son», explicó. «Todo está en cómo se entrena, y eso es realmente lo que me gusta insistir en decirle a la gente».
La historia de Ruby y Rose nos recuerda la capacidad de amor y compasión que existe en el reino animal. «Esto es un poco raro en el mundo actual, hay muchas cosas que pasan, hay mucho odio», reflexionó la Sra. Callan, «y se trata de dos especies completamente diferentes que se han unido. Es algo realmente conmovedor».
En un mundo que a menudo parece dividido, la unión de Ruby y Rose nos ofrece una lección valiosa sobre el amor incondicional y la aceptación. Nos recuerda que, al final, todos somos capaces de cuidar y amar más allá de nuestras diferencias.
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