En lo profundo de las selvas africanas, los gorilas han demostrado poseer una conexión emocional y un comportamiento sorprendente frente a la muerte de sus seres queridos. A través de un estudio revelador, científicos han descubierto que estos imponentes monos realizan verdaderos «funerales», desafiando la creencia de que los humanos son los únicos capaces de procesar y honrar a sus difuntos.
Los investigadores observaron y documentaron de cerca el comportamiento de diferentes grupos de gorilas después de tres muertes distintas. Lo que presenciaron los dejó atónitos y conmovidos por igual. Estos poderosos animales no solo se reunían alrededor de los cadáveres, sino que también los aseaban, los acariciaban y, en algunos casos, incluso intentaban despertarlos, como si se negaran a aceptar su partida.
«Nuestras observaciones fueron sorprendentes porque no solo casi todos los individuos del grupo de gorilas de Grauer se relacionaron con el cadáver del lomo plateado, sino que sus respuestas de comportamiento fueron sorprendentemente similares a las de los gorilas de montaña alrededor de los cadáveres de los miembros del grupo establecido», afirmó la Dra. Amy Porter, científica del Fondo Dian Fossey, luego del estudio publicado en 2021.
En el caso del macho dominante Titus, de 35 años en ese entonces, y la hembra dominante Tuck, de 38, ambos del Parque Nacional de los Volcanes en Ruanda, los gorilas con los que compartían un vínculo cercano fueron los más afectados. Un macho joven que había formado una estrecha relación con Titus permaneció cerca de su cuerpo durante dos días e incluso durmió en el mismo sitio. Por su parte, Segasira, el hijo de Tuck, preparó el cadáver de su madre e intentó amamantarse, un comportamiento que podría indicar angustia.
«El ‘consuelo con amantamiento’ puede estimular la liberación de oxitocina, una hormona que tiene efectos inhibidores del estrés», explican los científicos.
Urwibutso, el otro hijo de Tuck, dejó escapar gritos desgarradores y golpeó su pecho sobre el cadáver de su madre, en un gesto que los expertos interpretan como frustración ante la imposibilidad de despertarla.
Pero los rituales no se limitaron a los gorilas que conocían al difunto. En el Parque Nacional Kahuzi Biega, en la República Democrática del Congo, un grupo de gorilas de Grauer se topó con el cuerpo de un macho adulto que no pertenecía a su manada. Aun así, se reunieron a su alrededor, lo olfatearon, lo lamieron y lo asearon durante 17 minutos, observándolo desde diferentes ángulos.
«Lo más notable es que los individuos en los tres casos se sentaron cerca del cadáver y lo miraron fijamente. También tocaron, lamieron, olfatearon y prepararon el cadáver. Los comportamientos pueden explicarse parcialmente por una curiosidad general por la muerte», afirmó la Dra. Porter.
Estas conductas, que van desde la compasión hasta la agresión, sugieren que los gorilas poseen una comprensión más profunda de la muerte de lo que se creía. «Entre los primates, especialmente los grandes simios, existe una evidencia convincente de las respuestas conductuales y fisiológicas a la muerte que les causa dolor», continuó la especialista.
Más allá de su fascinante naturaleza, este estudio tiene importantes implicaciones para la conservación de estas especies amenazadas. Los cadáveres representan un serio riesgo para la transmisión de enfermedades como el Ébola, que ha matado a miles de gorilas con una tasa de mortalidad del 95% después del contagio.
«Dados los graves riesgos para la salud que pueden acompañar a la inspección minuciosa de los cadáveres, es curioso por qué este comportamiento se da tan ampliamente entre los animales, especialmente los primates», se preguntó la Dra. Porter.
Aunque queda mucho por aprender sobre estas prácticas funerarias, una cosa es clara: los gorilas tienen una conexión emocional profunda con la muerte y un vínculo inquebrantable con los seres que aman, incluso después de que han partido. Sus rituales son un recordatorio conmovedor de que la capacidad de llorar y honrar a los difuntos no es exclusiva de los humanos.
«Las observaciones pueden sugerir que los humanos no son los únicos en su capacidad de llorar», enfatizó la científica, invitándonos a reflexionar sobre la complejidad emocional de estas criaturas majestuosas y el respeto que merecen en su hábitat natural.
The Epoch Times contribuyó con esta historia.
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