Puede que sea adorable y mimosa, pero la pica americana no es solo una cara bonita. Este salvaje habitante del oeste de Norteamérica es también un florista de talento, que recoge las mejores flores frescas durante todo el verano.
Mientras este simpático herbívoro montañés se pone manos a la obra para acumular alimentos que le permitan pasar el duro invierno, se le puede ver correteando de un lado a otro cargado de hermosos «ramilletes».
La pica, pariente más pequeña de los conejos y las liebres, no hiberna, sino que se mantiene activa en los meses más fríos, viajando en túneles bajo las rocas y la nieve, explica el Servicio de Parques Nacionales de EE UU. Por eso, cuando las flores silvestres empiezan a florecer en abundancia en los prados alpinos, la peluda criatura debe reunir suficiente comida para sobrevivir durante el invierno. Es una actividad dulce pero muy laboriosa conocida como «henificación».
Este simpático bichito solo tiene el tamaño de un hámster, con patas de menos de 5 cm de largo. Pero, según el Colorado Pika Project, puede hacer hasta 200 viajes al día a la pradera, antes de volver corriendo por la ladera rocosa hasta la guarida de mayor altitud con su botín.
La abundante cosecha se llama pajar, una mezcla de hierbas, flores y pastos rica en nutrientes que pone a secar al sol. La temporada de crecimiento puede ser intensa, pero es corta —solo unas 10 semanas—, lo que significa que la despensa del animalito debe almacenarse durante 10 meses enteros. Por eso, secarla al sol evita la formación de moho.
La adorable y esponjosa pica también tiene una estrategia impresionantemente inteligente para enfrentarse a las plantas peligrosas, explica un estudio.
Entre el festín de flores silvestres de impresionante colorido hay algunas variedades que contienen altos niveles de compuestos secundarios tóxicos que harían enfermar a la pica si se las comiera de inmediato. Por lo tanto, la pica sabia almacena estas plantas con las demás para que reduzcan el moho en todo el pajar. Durante el invierno, las toxinas se descomponen, dejando a la pica libre para masticar sin sufrir daños.
Las plantas fácilmente digeribles son atiborradas de inmediato en un entusiasta intento de ganar peso para el invierno.
La vida en las laderas rocosas y las praderas alpinas del oeste de Estados Unidos y Canadá es dura, y la población de picas se enfrenta a inviernos rigurosos y escasez de alimentos la mayor parte del año. Pero cuando llega el verano, el sol provoca una magnífica abundancia. Todos los sistemas funcionan para el valiente comedor de plantas.
Los interminables viajes en busca de comida suponen mucho trabajo, y como se sabe que las picas se roban unas a otras sus montones de heno, defienden ferozmente sus territorios.
Si alguna vez se encuentra en las Montañas Rocosas durante el verano y oye una sucesión de fuertes «chirridos«—muy parecidos a los de un juguete de goma chirriante— puede que esté escuchando a una pica descontenta defendiendo su pila de tesoros floridos.
«La pica americana es un animal muy ruidoso», asegura el Colorado Pika Project.
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