El sol abrasador caía implacable sobre la ciudad de Petaling Jaya, en Malasia, pero eso no fue impedimento para Francis Poh y su equipo de intrépidos rescatistas. Un perro atrapado en un acantilado del bosque suplicaba por ayuda, y ellos estaban decididos a llegar hasta él, sin importar los desafíos que se interpusieran en su camino.
«Estábamos quemados por el sol y nuestra resistencia se puso a prueba al máximo. La misión necesitaba SEALs de la Marina porque implicaba agua, tierra, escalada y senderismo», relató Francis, consciente de la ardua tarea que tenían por delante.
El 19 de marzo de 2023, a las 8 am, el equipo partió en una lancha a motor, cruzando el río para llegar a la colina donde se encontraba el perro. Fue el comienzo de una odisea de más de 8 horas, donde cada paso era una batalla contra la naturaleza implacable.
«Hicimos dos partes, la primera desde el lago y la segunda desde lo alto de la selva. Lo hicimos con éxito, sin lesiones importantes pero con cortes leves», recordó Francis, con orgullo en su voz.
El plan inicial era escalar desde el pie del acantilado, pero el agua fluyendo hacía las rocas resbaladizas y, después de dos horas de intentos infructuosos, tuvieron que abortar la idea. «El perro sigue lejos de nosotros. Está a unos 50 o 40 pies de distancia», dijo Francis en un video, mientras evaluaba la situación crítica.
(Crédito del vídeo: Newsflare)
Pero los rescatistas no se rindieron. Con una determinación inquebrantable, recurrieron a un segundo plan: atacar desde la cima de las colinas. Tomaron un autobús y llegaron al sitio de construcción en la tarde, donde un supervisor se ofreció como guía en el bosque.
«Tuvimos que caminar bastante mientras nos guiaba el supervisor de la obra y nos llevaba nuestro compañero rescatador Kevan De Silva, antes de conseguir determinar la ubicación del perro», recordó Francis, sumergido aún en la emoción.
Cada paso era una prueba de resistencia, con la vegetación espinosa desgarrando sus extremidades. Pero nada los detendría. Después de más de 8 horas de una lucha incansable, a las 4:30 pm, el equipo finalmente divisó al lomito asustado, atrapado en el acantilado.
Con un suspiro de alivio, lo llevaron a un lugar seguro y lo alimentaron. El perro estaba ileso, gracias al coraje y la perseverancia de estos héroes anónimos. «Terminamos con rasguños en nuestras extremidades ya que parte de la vegetación que encontramos tenía espinas afiladas, pero afortunadamente ninguno de nosotros sufrió heridas graves», concluyó Francis, con una sonrisa de satisfacción.
Los rescatiatas llegan hasta el perro varado en el acantilado e intentan bajarlo para ponerlo a salvo. (Captura de pantalla/Newsflare)En un giro inesperado, el rescate tuvo un final aún más feliz: el lomito encontró un hogar permanente, ya que fue adoptado por los trabajadores de la construcción, testigos de la épica hazaña.
La compasión puede mover montañas, literalmente. Cuando Francis Poh y su equipo se enfrentaron a lo imposible, no retrocedieron. En cambio, se convirtieron en verdaderos héroes, desafiando los elementos y poniendo sus vidas en riesgo para salvar a un ser indefenso.
Su determinación es un recordatorio de que, incluso en las situaciones más desesperadas, siempre hay esperanza. Y que, con coraje y perseverancia, podemos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.
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