Dijo una voz chillona detrás de él, aparentemente de la nada: «Peekaboo».
Reed Schweizer miró a su alrededor y volvió a oírla: «Peekaboo».
Muy pronto, el floridano vio al loro verde brillante posado cerca de su mesa, donde había estado disfrutando de un cóctel en el patio.
Schweizer diría más tarde que fue un «milagro de Pascua» que el loro eclectus de las Islas Salomón, de 5 años de edad, se acercara a él en busca de ayuda aquel 9 de abril y acabara reuniéndose con su preocupado dueño.
No supo el nombre del loro -Tiki- hasta que encontró a su dueño, Brent Chadwell, de Cape Coral, a través de las redes sociales.
Días antes, el 6 de abril, el dueño había recibido una llamada angustiada de su mujer mientras estaba en el concesionario de coches donde trabaja. Tiki había desaparecido.
Ella había estado barriendo el lanai y accidentalmente dejó abierta la jaula de Tiki.
«Salió volando de la terraza y ella me llamó inmediatamente al trabajo», cuenta Chadwell, de 34 años, a The Epoch Times. «Estaba destrozada y le dije que había un 50 por ciento de posibilidades de que lo volviéramos a ver».
Una de las primeras cosas que hizo al enterarse fue subir fotos de su querida ave en Facebook, aunque no era nada optimista sobre la posibilidad de encontrar a Tiki.
El Domingo de Pascua, él y su mujer salieron a pasear toda la mañana llamando a Tiki por su nombre. Al volver a casa a las 3 de la tarde sin suerte, comieron y se dispusieron a salir de nuevo… cuando Chadwell decidió consultar Facebook y vio una respuesta.
«Una familia a cinco kilómetros que vive en el campo de golf lo había encontrado», dijo.
Fue Schweitzer quien encontró a Tiki. Y afortunadamente su hermana, técnica veterinaria, estaba en la ciudad, de visita desde Houston, y había podido recoger al pájaro después de que llamara su atención.
Tiki se dejó manipular y lo pusieron a buen resguardo en un cuarto de baño para que no saliera volando. A continuación, publicaron en Facebook la noticia del hallazgo.
No habían pasado ni 20 minutos cuando se pusieron en contacto telefónico con Chadwell, ya que alguien había visto sus publicaciones en Internet y les había dado su información de contacto.
«Me sentí muy aliviado», dice Chadwell. «Empecé a llorar en cuanto vi las fotos que enviaron porque sabía que era Tiki y que estaba a salvo».
Consiguió su dirección y condujo hasta allí inmediatamente. Pronto, Tiki estaba de nuevo en manos de sus dueños y se dirigía feliz a casa.
Se acercó a mí, me dijo «¡Hola!» y se metió en el transportín», cuenta Chadwell. «Una hora después de que lo encontraran, estaba en casa a salvo y en su jaula».
Según Chadwell, los pájaros establecen vínculos de por vida y pasan a formar parte de la familia, lo que subraya la importancia del reencuentro. Pero el «milagro» del regreso de Tiki también llegaría al corazón de muchos a través de Facebook y los medios de comunicación.
«¡La reacción ha sido increíble!» dijo Chadwell. «Nunca imaginé que tanta gente se emocionaría con la aventura de Tiki».
Los curiosos seguidores han preguntado a Chadwell qué más puede decir Tiki, además de «peekaboo».
«Hola, hola, Tiki, cosquillas, cosquillas, cosquillas en los dedos de los pies, dame ese pie, acércate, ven aquí, qué haces, alborotador», dijo Chadwell. «También imita los ruidos de los celulares, como la notificación de mensajes de Facebook, la notificación de WhatsApp y la batería baja, puede cacarear como una gallina».
¿Y la moraleja de la historia? «No pierdas la esperanza», dijo Chadwell. «Sigue buscando, sigue publicando, díselo a todo el que veas por ahí paseando, y encontrarás a tu pájaro».
«Si encuentras un pájaro, llévalo a un lugar seguro, como el cuarto de baño, donde no pueda hacerse daño ni salir volando. Dale agua, haz fotos y súbelas por todas partes para encontrar a su dueño».
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