Ser madre es un camino de experiencias extraordinarias… y vergonzosas. Es el caso de una mamá de Reino Unido que sufrió el susto de su vida al ver que su bebé tenía un «agujero» en el paladar, pero después de visitar el hospital, todo quedó en risas y una buena anécdota.
Becky Sitles es una mamá que vive en Essex, Reino Unido, junto a su esposo y tres hijos. Aunque la experiencia al tener tres pequeños ya es amplia, Sitles no estaba preparada para enfrentar lo que vio la semana pasada cuando estaba cambiando el pañal a Harvey, su bebé de 10 meses.
«Al cambiarle el pañal, le vi un agujero en el paladar, intenté ver si podía alcanzarlo, pero se puso a gritar», publicó la joven madre en sus redes sociales.
Temblando del susto y conteniendo las lagrimas, Sitles llamó a su esposo para que lo revisara. Armados con una linterna, ambos padres trataron de revisar qué era lo que tenía el bebé, pero solo atinaron a decir «¿Qué es eso?».
De inmediato, dejaron a sus otros dos hijos con los abuelos e hicieron un viaje de 30 minutos al hospital Colchester, según informó Metro.
El bebé fue atendido de inmediato y, cuando estaba a punto de ser derivado con un especialista, la enfermera de recepción pidió revisarlo más de cerca. Luego, pidió a Sitles que tomara su linterna y revisara al bebé nuevamente, de acuerdo a The Sun.
Después de 30 segundos de observar la boca del bebé, la enfermera solo dijo: «Es una pegatina». Sin embargo, Sitles insistió, «No, mira, eso es un agujero».
Así que la enfermera únicamente metió un dedo en la boca del pequeño y sacó la pegatina. Avergonzada y aún mortificada, la madre solo atinó a reírse de la situación, al igual que lo hizo el personal del hospital.
Sitles dijo sentirse muy torpe con la situación, y pudo compartirle a la enfermera que solo el COVID-19 le impedía abrazarla.
Aunque parecía que la vergüenza había pasado en el hospital y se había quedado ahí, en realidad faltaba compartir la graciosa historia con los abuelos de los pequeños.
«En el coche tuve que tragarme aún más mi orgullo y volver a hacer todas las llamadas telefónicas para que todos supieran que Harvey no tenía un agujero en la boca», recordó Sitles. «[solo] le había tomado el gusto a las pegatinas».
Afortunadamente, todo quedó en algo gracioso para esta familia. Sin embargo, le experiencia puede ser útil para que otras madres no entren en pánico en una situación similar y puedan actuar con tranquilidad y buen juicio por el bien de sus pequeños.
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