Atormentado por el bullicio de la vida urbana en Japón, un hombre se escapó audazmente a una isla desierta donde vivió durante 29 años en feliz soledad. Cuando la edad le ganó, se vio obligado a volver a tierra firme. Pero hace poco tuvo la oportunidad de volver para despedirse como es debido de su querido islote.
Masafumi Nagasaki, de 87 años, se hizo famoso por mudarse a la isla de Sotobarani, lo que hizo en 1990. Hace poco regresó con la ayuda de Álvaro Cerezo, un empresario viajero mucho más joven que él, que posee una empresa que lleva a los turistas a vivir a islas desiertas para que realicen breves excursiones recreativas.
«Mis clientes náufragos normalmente se quedan solos en una isla desierta durante dos semanas, máximo cinco. Pero Nagasaki ha pasado 29 años». dijo Cerezo a The Epoch Times. «Es como un héroe para nosotros. … Era un fotógrafo demasiado estresado por la vida de la ciudad. Era una persona no bien adaptada; tiene una personalidad difícil».
En Sotobarani, Nagasaki dormía en una tienda de plástico sin ninguna tecnología moderna, aparte de los mecheros para hacer fuego. Recibía un pequeño estipendio mensual de sus hijos, y navegaba con su pequeño bote hasta el pueblo más cercano para comprar comida una vez al mes.
Aparte de este recorrido de suministros, no tenía ningún otro medio de comunicación con el mundo exterior.
Nagasaki pescaba en sus primeros años en la isla, pero después de dos décadas dejó de hacerlo porque «sentía pena por los peces». Soportó tormentas periódicas durante la temporada de tifones, pero nunca sufrió lesiones o enfermedades.
Fue feliz allí, hasta que la vejez se impuso a su deseo de vivir solo. Su historia fue noticia en Japón.
«En 2018, se vio obligado a abandonar la isla, ya que los pescadores locales lo encontraron casi inconsciente en la playa», dijo Cerezo. «No se alimentaba bien para estar en ese ambiente. … Tiene 87 años, demasiados para estar solo en la naturaleza. En la naturaleza, alguien de esta edad probablemente no estaría vivo».
Nagasaki fue trasladado a Japón continental antes de la pandemia y se reintegró en la sociedad con ayuda del gobierno japonés, que le proporcionó una pequeña habitación en la ciudad de Ishigaki. Sin embargo, sufrió.
«No hizo ningún amigo», dijo Cerezo. «Todavía no puede utilizar la tecnología. Se pasa el día recogiendo basura de la calle».
Nagasaki tiene familia, dijo el dueño del negocio, pero se ha distanciado.
«Probablemente no estén orgullosos de él. En una sociedad como la japonesa, una persona así no suele ser admirada. … Mucha gente le tiene miedo», dijo Cerezo. «Sin duda era más feliz en la isla; su deseo era morir allí, pero estaba demasiado débil para vivir allí hasta su muerte».
Cerezo, que conoce a Nagasaki desde 2014, estuvo en contacto con él tras su rehabilitación y supo de su malestar. Así que se puso a organizar un viaje de vuelta a Sotobarani para que el anciano se despidiera por última vez.
Consiguió los permisos de los médicos y de las autoridades locales de Iriomote. El propio Cerezo supervisó el viaje. Cuatro años después de la partida de Nagasaki, estaba de vuelta en su apreciada morada isleña a finales de la primavera de 2022.
Cerezo filmó el viaje y posteriormente compartió el video en Facebook. El peso de Nagasaki parece haberse quitado visiblemente de encima cuando la pareja se pone en marcha; su postura y expresión irradian euforia al reencontrarse con las olas familiares, la arena y la serena soledad.
El reciente viaje no era la primera vez que Cerezo iba a Sotobarani.
«En 2014, pasé cinco días con él», explica al periódico. «Fue muy estricto con los tiempos, y la limpieza. … Acampé lejos de su campamento para no molestarle, y fue muy divertido porque era una persona un poco difícil; se enfadaba conmigo si llegaba 5 minutos tarde cuando teníamos una cita para hacer actividades».
Cerezo describió la excursión como «una hermosa experiencia que nunca olvidaré».
Estaba dispuesto a dejar a Nagasaki en su isla para que viviera sus días, pero finalmente, Nagasaki decidió que su voluntad y su salud estaban enfrentadas; el anciano de 87 años simplemente ya no podía sobrevivir solo.
«Quizás dentro de unos años, si todavía desea pasar sus últimos días en la isla de Sotobarani, y siente que ha llegado su momento y está preparado para dejar este mundo, estaremos allí para ayudarle sin duda», escribió Cerezo en su blog.
Hasta la fecha, Nagasaki es el náufrago voluntario que más tiempo ha permanecido en la historia. Tras conocer la audaz jugada de este hombre y su extraordinaria estancia en la isla, Cerezo admira que sea el autor de su propia felicidad en la vida.
«Podría haber acabado con problemas mentales, o con una adicción, haciendo infeliz a la gente de su entorno», dice Cerezo, «pero en lugar de eso eligió estar solo y tener una vida maravillosa en el más bello paraíso».
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