En medio de una intensa ola de calor que azota México, surgen las historias de esperanza y solidaridad que demuestra la fuerza del espíritu humano y animal frente a la adversidad. A lo largo del país, grupos de rescate, ciudadanos comprometidos y organizaciones no gubernamentales unen esfuerzos para salvar y proteger a la fauna silvestre afectada por las altas temperaturas de hasta 120 grados (50 Celsius).
Los monos aulladores, conocidos por sus impresionantes rugidos, se han convertido en el símbolo de esta lucha contra el calor extremo. Estos monos enfrentan una dura batalla por la supervivencia, pero la respuesta de la comunidad ha sido extraordinaria.
Organizaciones como COBIUS (Biodiversidad y Conservación del Usumacinta) lideran los esfuerzos de rescate, logrando salvar y estabilizar a 18 monos hasta el momento.
Gilberto Pozo, biólogo de vida silvestre y líder de COBIUS, junto con su equipo de biólogos y veterinarios, se adentra en la selva en busca de estos monos en peligro.
«Ayer perdimos tres de los animales», le dijo Pozo a The Associated Press mientras recorría en camión una carretera rural en Tabasco, la zona más afectada. «Salimos a rescatarlos. No pudimos estabilizarlos». A pesar de las pérdidas, su determinación no flaquea y continúan su labor incansable.
La crisis no se limita a los monos aulladores. En todo México, diversas especies luchan contra el calor intenso. En la región de La Huasteca, el parque de vida silvestre Selva Teenek se convirtió en un refugio para aves, murciélagos y otros animales afectados.
Laura Rodríguez, veterinaria del parque, describe la situación sin precedentes: «Esto nunca había sucedido antes. El cien por ciento de los animales necesitaban rehidratación. Algunos estaban tan deshidratados que no podíamos darles agua por vía oral».
La creatividad y el ingenio brillan en medio de la adversidad. En la costa del Golfo, un parque animal instaló salas con aire acondicionado para águilas, búhos y otras aves rapaces.
En el zoológico de Chapultepec en la Ciudad de México, los leones disfrutan de paletas heladas hechas de sangre y huesos de animales mezclados con agua.
Alberto Olascoaga, director del zoológico, dijo con entusiasmo: «Juegan con la paleta. La lamen, la rompen, la muerden, y se refrescan y beben esta agua fría a medida que se derrite».
Estos esfuerzos no solo demuestran la compasión humana, sino también la capacidad de adaptación e innovación en tiempos difíciles.
Ena Mildred Buenfil, líder del grupo de rescate animal Selva Teneek, contó cómo su organización tuvo que improvisar soluciones: «Afortunadamente, tenemos ratas», dice, refiriéndose a un envío de ratas congeladas desde la Ciudad de México para alimentar a los búhos rescatados.
La crisis ha unido a comunidades y organizaciones en un esfuerzo común. A pesar de los desafíos financieros, grupos como Selva Teenek continúan su labor, apelando a donaciones para mantener sus operaciones de rescate. Esta red de apoyo demuestra el poder de la acción colectiva en tiempos de necesidad.
El impacto de la ola de calor se extiende más allá de los animales silvestres. La sequía afectó a lagos y presas, llevando a las autoridades a transportar agua en camiones para hospitales y equipos de bomberos. Sin embargo, en medio de estas dificultades, surgen historias de resiliencia y adaptación.
A medida que la crisis continúa, la comunidad científica y de conservación sigue buscando soluciones. Se han establecido suministros de agua para los monos aulladores y se ha instalado una clínica veterinaria móvil que atiende a monos bebés y adultos. Aunque el camino es difícil, estos esfuerzos demuestran la determinación de proteger y preservar la vida silvestre de México.
La situación actual sirve como un llamado a la acción y un recordatorio de la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza. A pesar de los desafíos, la respuesta de la comunidad muestra que, con compasión, ingenio y colaboración, es posible hacer frente a crisis aparentemente insuperables.
Buenfil, directora del eco-parque Selva Teenek en San Luis Potosí, compartió su experiencia: «Nunca hemos visto una situación como la que está sucediendo ahora». A pesar de la gravedad de la situación, ella y su equipo continúan trabajando incansablemente para ayudar a los animales afectados, recomendando incluso a los locales que coloquen cuencos de agua para los animales sedientos.
La crisis también reveló la resistencia y adaptabilidad de algunas especies. En el parque Selva Teenek, algunas especies como los kinkajús solo necesitan aire acondicionado durante el día y pueden salir por la noche, mientras que los osos hormigueros se las arreglan con la brisa de un ventilador.
Mientras México enfrenta esta prueba de resistencia, la historia que emerge es una de esperanza y solidaridad. Desde los rescatistas que se adentran en la selva hasta los ciudadanos que colocan cuencos de agua para los animales sedientos, cada acto de bondad y cada innovación contribuye a un futuro más prometedor.
La lucha contra el calor extremo en México no solo es una batalla por la supervivencia de la vida silvestre, sino también un testimonio del espíritu indomable del ser humano y su capacidad para innovar y cuidar de todas las formas de vida en nuestro planeta compartido.
A pesar de los desafíos, la determinación y el trabajo conjunto de individuos, organizaciones y comunidades continúan brindando esperanza y soluciones creativas para proteger y preservar la rica biodiversidad de México.
Con información de AP
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