En un pequeño rincón de Illinois, una historia conmovedora y tierna ha cobrado vida. Ellie Mae, una oveja que había pasado seis largos años en el más absoluto abandono, encontró su camino hacia un santuario de animales que cambiaría su vida para siempre.
Cuando Laura Johnson, fundadora y directora de Harmony Hill Farm Sanctuary (HHFS) de Oregon, Illinois, recibió una llamada de un vecino sobre una oveja abandonada, se puso en contacto con el propietario. El propietario accedió a entregar la oveja al santuario.
«Como pueden imaginar, cuando a un propietario le preocupa que le denuncien por maltrato, puede resultar muy difícil renunciar a un animal abandonado», le dijo Johnson a The Epoch Times. «El propietario nos trajo a Ellie Mae en un remolque. Rechazaron nuestra oferta de transportarla, así que no conocemos los detalles de sus condiciones de vida anteriores».
Al llegar al santuario, el equipo quedó consternado al ver el estado de la oveja. El pobre animal, que nunca había sido esquilada, llevaba consigo una carga abrumadora de 17 kilos de lana enmarañada. Su pelaje le cubría por completo los ojos, y su caminar era una lucha constante contra el peso que la aprisionaba.
«Era muy tímida y asustadiza. Era evidente que utilizaba el olfato para orientarse», explicó Johnson, que dio nombre a la oveja.
Pero Johnson y su equipo no se rindieron. Con paciencia y cuidado, comenzaron a liberar a Ellie Mae de su prisión de lana. Cada mechón que caía al suelo era como quitarle un peso de encima, y la oveja parecía cobrar vida con cada corte de tijera.
A Ellie Mae le quitaron 37.5 libras (17 kg) de lana, dejando dos pulgadas de lana para mantenerla caliente durante el frío invierno de Illinois. Junto con las demás ovejas, alpacas y llamas del HHFS, Ellie Mae luego fue esquilada por completo en primavera.
Y entonces, luego de la esquila algo mágico pasó. Ellie Mae, libre al fin de su carga, comenzó a corretear y saltar de pura alegría. Era como si estuviera redescubriendo la felicidad que le había sido arrebatada durante tantos años. Sus saltos y rebotes conmovieron a todos los presentes, quienes no pudieron evitar sonreír ante semejante manifestación de júbilo.
«Inmediatamente, tras darse cuenta de que estaba libre del peso y de que sus patas ya no estaban atrapadas debajo de ella, empezó a corretear, y no solo a correr, sino a saltar, rebotar en el aire y aterrizar a cuatro patas… ¡saltos de alegría!». recordó Johnson.
(Cortesía de Harmony Hill Farm Sanctuary)
Pero la transformación de Ellie Mae no se detuvo ahí. Poco a poco, esta oveja tímida y asustadiza comenzó a abrirse a sus nuevos amigos, tanto humanos como animales. Sus nuevas compañeras, Yammy y Bella, la recibieron con los brazos abiertos (o mejor dicho, con los cascos abiertos), y pronto se convirtieron en una familia inseparable.
Las escenas de Ellie Mae jugando y descansando junto a sus amigas eran dignas de una postal. Era como si estuviera recuperando todos los momentos de felicidad que le habían sido negados en el pasado. Y en cada una de esas interacciones, se podía ver cómo su confianza y carácter iban floreciendo.
Johnson y su equipo se llenaban de ternura al ver cómo Ellie Mae respondía a su nombre, los miraba con ojos brillantes y devolvía los cálidos «baa-ing» que le dedicaban. Era como si estuviera diciendo: «Gracias por devolverme la vida».
La historia de Ellie Mae es un recordatorio de que el amor y la compasión pueden obrar milagros. Esta oveja, que alguna vez fue desechada y olvidada, ha encontrado un nuevo hogar y una nueva familia que la valora y la ama incondicionalmente.
Y aunque su camino hacia la felicidad no ha sido fácil, Ellie Mae ha demostrado que la resiliencia y la alegría pueden florecer incluso en las circunstancias más adversas. Su renacer es una inspiración para todos nosotros, una prueba de que nunca es demasiado tarde para encontrar el amor y la dicha que merecemos.
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