Una joven pareja con una familia en crecimiento cerca de Múnich, Alemania, se inspiró para emprender una épica renovación de su hogar en una enorme granja vacía que era propiedad de su familia desde el siglo XVII. El proyecto creció mucho más de lo que habían previsto, pero ahora, cuatro años después, han creado una obra maestra a la que pueden llamar orgullosamente su hogar.
La renovación fue obra de Sabrina Schmidpeter, de 31 años, psicóloga empresarial y azafata de una aerolínea internacional, y de su marido, de 38 años, consultor de gestión en Big Tech. La pareja tiene un hijo de 3 años.
«A lo largo de cuatro años increíbles en los que se han producido muchos altibajos, hemos conseguido conservar y renovar con gusto la granja en tres partes», explica Sabrina a The Epoch Times. «En primer lugar, la granja original, y luego las dos dependencias adicionales adyacentes al edificio principal. Todo esto se completó mientras trabajábamos a tiempo completo en nuestros empleos».
«Hemos vivido en cuatro continentes y hemos viajado a más de 30 países. Nuestras raíces están, y seguirán estando, aquí, en la hermosa Baviera… somos entusiastas de la cultura y el patrimonio bávaro, con el objetivo de mantenerlo vivo a través de nuestra casa».
Nueva vida y amor
La granja, de 500 metros cuadrados de superficie, es propiedad de la familia de Sabrina desde que se levantaron los muros fundacionales del patio en el siglo XVII. Algunos de los primeros recuerdos de Sabrina son de sus abuelos viviendo allí. Cuando fallecieron, la casa quedó deshabitada.
«Nunca habría pensado en vivir aquí con mi propia familia, sobre todo si no hubiera habido renovaciones y cambios tan importantes en el patio», dijo. «Sin embargo, en 2018 (…) decidimos despertar la granja de su letargo e insuflarle nueva vida y amor».
Las principales preocupaciones de Sabrina y su marido eran la sostenibilidad y el equilibrio entre la conservación de la arquitectura histórica y las adiciones modernas al edificio. De entrada, contrataron a un topógrafo y a un socio financiero para que les ayudara a sufragar el enorme coste de la renovación y, finalmente, a comerciantes locales para los trabajos que no podían realizar ellos mismos.
El edificio estaba «en ruinas» cuando empezaron las obras, dijo Sabrina, ya que la última gran reforma tuvo lugar en 1912 y la casa se había utilizado más recientemente como almacén. Sin embargo, la pareja estaba decidida a conservar el mayor número posible de elementos originales para darle «carácter y brillo».
Algunas de sus características favoritas son las altas vigas y los singulares techos abovedados, y el balcón original de hierro forjado que ha sido devuelto a su legítimo lugar sobre la entrada principal. «Espero que en verano esté adornado con flores frescas», dijo Sabrina.
Al mismo tiempo que se desvelaba la antigua mampostería de ladrillo y se restauraban los huesos del edificio, se decidió rendir homenaje a su historia acentuando más sus características.
«Los techos abovedados, combinados con los techos acanalados y boho, se pintaron de blanco, para que el espacio fuera luminoso y aireado», dijo Sabrina. «Conservamos las vigas expuestas que formaban la armadura original del tejado… se dejaron sus cortes originales para mostrar las cicatrices y grietas tal y como están, dando carácter y vida a la propiedad».
«El desván del salón es un espacio impresionante con un techo alto. Un antiguo pajar, ha sido ampliamente renovado y convertido en una moderna oficina en casa … las pequeñas rarezas y las paredes torcidas forman parte del encanto de las casas antiguas, lo que formó nuestra visión de no solo ver lo viejo y lo nuevo juntos, sino unirlos como uno».
Historias gratificantes
Mientras renovaban, Sabrina y su marido recopilaron historias anecdóticas y escritas de la propiedad, recuerdos de encuentros y acontecimientos duraderos «grabados en sus cimientos». La granja fue un refugio durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y aún conserva la panadería, el ahumador del ático y las estufas de leña individuales que evocan tiempos pasados.
«Estos recuerdos e historias nos alientan a apreciar las mejores cosas de la vida, que en su día fueron un bien escaso», afirma Sabrina.
Con el marido de Sabrina como director del proyecto, la pareja redujo los costos desmontando la casa ellos mismos, con el apoyo de su familia, antes de contratar mano de obra especializada de fuera. Al reflexionar, Sabrina afirmó que el mayor estrés durante la épica iniciativa de cuatro años se debió a la gestión de la vida familiar y laboral, no a la construcción en sí.
Ella y su marido compartieron una visión del diseño en todo momento, pero ambos lucharon por mantenerse fieles a sí mismos y no dejarse influir por opiniones externas. No obstante, Sabrina compartió constantes actualizaciones sobre su progreso en Instagram, atrayendo a un gran número de seguidores entusiastas de la renovación.
Sabrina dijo a The Epoch Times que los internautas están «asombrados pero gratamente sorprendidos» por el tamaño del proyecto y la mezcla contemporánea entre lo tradicional y lo moderno. Muchos se preguntan cómo va a calentarse y limpiarse la granja, a lo que Sabrina responde: «Si sabes lo que quieres y mantienes viva la visión, siempre lo conseguirás, aunque otros te lo desaconsejen».
Un cambio completo de estilo de vida
En el verano de 2021, el sueño de la familia se hizo realidad: la casa de campo estaba terminada. La envergadura y la exigencia del proyecto habían dado a la familia de Sabrina la oportunidad de crecer, y de aprender a manejar el estrés juntos; la mudanza fue la oportunidad de disfrutar de los frutos de su duro trabajo y de crear nuevos recuerdos.
«Para ser sinceros, estábamos bastante cansados cuando nos mudamos», dijo Sabrina, «y todavía lo estamos hoy, solo para darnos cuenta de cuánto ha cambiado realmente en los últimos años cuando comparamos las fotos del antes y el después».
«Recién mudados de un pequeño apartamento en el centro de Múnich, la nueva casa se tragó nuestros viejos muebles. Sin embargo, poco a poco nos fuimos acomodando… ha sido un cambio completo de estilo de vida, uno muy deseado, pasar de vivir en el centro de una gran ciudad a disfrutar de la naturaleza circundante y del espacio para florecer, especialmente con una familia en crecimiento».
Después de 18 meses en su nuevo hogar, Sabrina admitió que su lista de «cosas por hacer» aún no se ha reducido. El siguiente punto en su agenda es añadir muebles al pasillo y a los dormitorios para que las habitaciones sean más cálidas y acogedoras. También está pensando en poner grandes plantas de interior y ampliar la galería interior.
«No obstante, no nos hemos puesto un límite de tiempo», dijo Sabrina. «Una cosa está clara: ¡no dejaremos de tener proyectos dentro y alrededor de la casa pronto!».
Aunque insiste en que renovar una casa grande requiere más tiempo, trabajo, dinero y energía de lo que uno puede imaginar, Sabrina anima a otros renovadores en ciernes a mantenerse positivos, «incluso en los momentos en los que sientes que el mundo se te viene encima».
El aspecto más gratificante para Sabrina fue ver la transformación gradual.
Dijo: «De lo que era un montón de ruinas, ladrillos y barro y mortero se transformó poco a poco en la visión que habíamos creado en nuestras mentes… ser capaces de salvar un edificio histórico con tanto valor sentimental personal y convertirlo en un hogar para nosotros, y para las generaciones futuras, ha sido la parte más satisfactoria del viaje».
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