Una pareja que acogió en su casa a un pequeño gorrión huérfano para mantenerlo con vida nunca pretendió que formara parte de la familia. Pero tras soltarlo varias veces, el gorrión siempre volvía, y hoy el trío comparte un vínculo inseparable.
La educadora Janja Èerne, de 34 años, y Aleš Zariè, de 38, que trabaja en la industria del juego, viven en la región costera de Eslovenia. Ambos amantes de los animales, la pareja fue la primera en ser llamada cuando un lugareño encontró una cría de pájaro que se había caído del nido en mayo de 2020.
«Nuestra amiga Suzana nos llamó cuando su vecina encontró un gorrión volantón en el suelo cerca de su casa», explicó Zariè a The Epoch Times. «En realidad eran dos volantones, pero por desgracia uno ya estaba muerto. El nido no estaba por ninguna parte.
«Por supuesto, no tuvimos que debatir la situación e inmediatamente fuimos a recoger el ave. Mantenerlo como parte de la familia era lo último que teníamos en mente».
El ave tenía unos diez días, a juzgar por la forma de su pico y la cantidad de plumas de su cuerpo. Estaba estable y no tenía heridas ni parásitos, pero era tan diminuta que podía esconderse en la palma de una mano.
La pareja, que no tiene formación veterinaria, empezó a investigar cómo mantener vivo al pájaro. Lo primero fue la alimentación.
«Nos equipamos de conocimientos y empezamos a alimentarla con una mezcla de comida húmeda para gatos, tofu y plátanos. En retrospectiva evitaríamos usar comida para gatos… pero teníamos que idear algo rápido. La mayoría de las aves pequeñas necesitan proteínas para crecer y esas proteínas pueden ser 100% vegetales», explica Zariè. «Hay que alimentar a los volantones casi cada media hora, así que no sabemos cómo lo habríamos conseguido si no hubiera sido por la pandemia y por trabajar desde casa».
La pareja utilizó pinzas para alimentar al volantón y colocarle gotas de agua en el pico, en lugar de en la garganta, para evitar el riesgo de asfixia. Construyeron una «incubadora» improvisada para mantenerlo caliente y un hábitat con perchas y juegos en el salón de su casa.
«Las aves jóvenes sin plumas necesitan calor externo para mantenerse calientes», explica. » Tomamos una pequeña caja de cartón, le hicimos agujeros, la llenamos de mantas suaves y la envolvimos con alambre calefactor. Incluso pusimos un pequeño peluche dentro [y ella] realmente se acurrucó con él».
La cría, que antes estaba tranquila, pronto empezó a anticiparse a la hora de la comida con fuertes gorjeos, estirando el cuello hacia arriba y abriendo el pico para comer. Esto dio a sus cuidadores la esperanza de que lo conseguiría.
«Tenía unas condiciones perfectas y nuestra atención constante», dice Zariè. «No es de extrañar que quedara prendada casi de inmediato».
El plan de la pareja era liberar al gorrión en cuanto pudiera volar. Como viven en un piso alto, empezaron a buscar un lugar seguro para soltarlo y se decidieron por el jardín de un amigo; fijarían la casita de madera del pájaro a un árbol y lo dejarían volar. Sin embargo, el ave ya mostraba «un apego increíble», dormía en las manos de la pareja, jugaba y comía con ellos. Estaban preocupados por su seguridad: ¿Adónde iría? ¿Cómo sabría evitar el peligro?
Resultó que no tenían por qué preocuparse.
«La soltaron pero volvió, ¡esa es la historia corta!». dijo Zariè. «Voló hasta un árbol y volvió. Fue una de las cosas más increíbles que hemos visto nunca: un gorrión diminuto, esponjoso y lleno de energía que vuelve a tu lado y quiere ir a casa a comer puré de patatas. ¿Cómo es posible?
«Volvimos a intentarlo al día siguiente y al siguiente, pero con los mismos resultados. Fue entonces cuando decidimos que su sitio estaba en nuestra casa y ya no miramos atrás».
La cría se ganó un nombre: Chibi. La pareja estuvo grabando a Chibi desde el primer día y decidieron compartir su historia con el mundo en Instagram y YouTube. La pareja incluso ha ayudado a otras personas que encontraron crías de pájaro huérfanas con consejos y sugerencias.
Chibi tiene ahora tres años, pero sus humanos sienten que lleva con ellos desde siempre. Este pajarillo feliz vive sin límites en su casa: vuela libremente, canta, hace «nidos» con ramitas y papel cuando hace calor, duerme en las lámparas del techo y en las repisas de las ventanas, y se zambulle en la cama de la pareja para que le den mimos por las mañanas.
«Tenemos que prestar mucha atención para no aplastarla», dice Zariè. «Duerme toda la noche y actúa en función de la cantidad de luz solar que recibe a lo largo del día. Come constantemente, conoce el significado de ‘nevera’ y el sonido de abrir una lata de maíz dulce. Se baña regularmente en nuestro acuario de peces de colores, le gusta observar la naturaleza desde la ventana y disfruta explorando».
Chibi sale a pasear con sus humanos casi todos los días; conoce a extraños; vuela alto en las copas de los árboles, en los ríos y sobre el océano; e incluso interactúa con otros pájaros, pero siempre vuelve.
«Puede que le hayamos salvado la vida, pero ella cambió tanto la nuestra que nunca podremos devolvérsela», afirma la pareja. «Confiamos plenamente en ella y creemos firmemente que nunca nos abandonará. Este sentimiento de confianza y vínculo es realmente especial y difícil de explicar. Probablemente se podría usar la palabra amor.
«Todos los seres vivos merecen nuestro respeto, y todos deberíamos hacer lo posible por ayudarles a sobrevivir y prosperar».
Eche un vistazo a algunos videos de Chibi a continuación:
(Cortesía de Aleš Zariè, Chibi the sparrow)
(Cortesía de Aleš Zariè, Chibi the sparrow)
(Cortesía de Aleš Zariè, Chibi the sparrow)
(Cortesía de Aleš Zariè, Chibi the sparrow)
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