Peanut tiene 3 años, pero en cierto sentido, su vida apenas está comenzando.
Desde que tenía unos meses de edad, este dulce perro había permanecido atado en el patio trasero de una casa en la Pensilvania rural. Sus dueños vivían en la propiedad pero no le ofrecieron ningún amor o compañía real. Todo lo que Peanut sabía del mundo estaba limitado a lo que podía alcanzar desde la corta y pesada cadena que le rodeaba el cuello.
Pero recientemente todo cambió.
La gente que vivía en el área se dio cuenta de la situación deprimente de Peanut, después que una cerca que rodeaba el patio se derrumbara permitiéndoles mirar adentro. Las autoridades fueron alertadas pero no hacían nada al respecto, hasta que las voces de auxilio llegaron a HOPE de Erie Animal Wellness, un grupo de rescate que trabaja para mejorar la vida de los perros encadenados.
Fue entonces cuando Russelline Steinbuhler escuchó por primera vez la historia de Peanut.
“Mi hija es voluntaria en HOPE, y recibieron muchas llamadas sobre este perro, pero era demasiado lejos para ir, estaba a una hora de distancia y nadie se comprometía para llegar a tiempo”, dijo Steinbuhler a The Dodo.
Como el trayecto en auto no era tan largo, decidió ir a ver la situación por sí misma, y finalmente decidió participar.
“Llegué y eché un vistazo, Peanut tenía una caseta en ruinas, el techo tenía agujeros en él, el suelo estaba podrido, no tenía mucho con qué protegerlo, y teníamos una primavera realmente húmeda y no podía salir de ella. Me encantaban los animales, así que dije: “Yo me ocuparé del perro, pasaré tiempo con él”.
Ella se acercó a los dueños del perro para ofrecerles ayuda y mejorar la vida de Peanut. La familia admitió que el perro había sido mantenido toda su vida encadenado, probablemente no por malicia, sino más debido a una vieja manera de pensar sobre las mascotas y la falta de educación de lo que es apropiado hoy en día. Para ellos era normal mantener a Peanut atado de esa manera.
“Muchas personas en este país crecieron con perros encadenados, especialmente en las zonas rurales, pero todavía se transmite”, dijo Russelline. “No todo el mundo entiende que es mejor tener perros adentro”.
Aun así, los propietarios de Peanut aceptaron la asistencia continua de Russelline. HOPE le brindó su apoyo y orientación a lo largo del camino.
“Comenzamos dando a Peanut una nueva casa de perros, cuencos nuevos, una nueva correa y un nuevo collar”, contó Russelline. “La nueva cuerda fue lo suficientemente larga como para que pudiera llegar a la hierba para acostarse; incluso cuando nos presentamos la próxima vez, estaba disfrutando de ella, sonreía, era como si fuera un perro diferente”.
Peanut estaba más cómodo sin duda; pero durante los dos meses siguientes Russelline trabajó para consolar su espíritu también.
Había tenido tan poca interacción con alguien, que ni siquiera sabía su propio nombre.
“Hice un rutina para ir varias veces a la semana, a veces siete días a la semana”, dijo Russelline. “Me presentaba y pasaba media hora con este perro; cuando llegaba, estaba tan sobreexcitado por alguien que lo reconocía, quería saltar sobre todo el mundo, nadie pasaba tiempo con él, se sentaba para que lo acariciara. Aprendió rápido, es inteligente. Comenzamos a hacer algunas cosas de obediencia y jugábamos juegos. Él ama jugar a buscar».
Peanut todavía estaba atado en esa esquina sombría del patio, pero gracias a Russelline, los rayos de esperanza comenzaban a brillar.
Una nueva ley entró justo en vigencia en Pennsylvania, la que limita la cantidad de tiempo que un perro puede permanecer atado. Cuando fue informado por Russelline, el dueño de Peanut aceptó entregarlo a HOPE en lugar de cambiar la forma de tratarlo. Y con esto, Peanut estaba finalmente libre.
Nunca más este perro será encadenado, y esto fue solo el comienzo.
Después de liberar a Peanut de su anterior vida, Russelline lo trajo a Critter Camp y a Cuts para un baño. Tal vez el primero.
Le gustaba esta parte, pero lo mejor estaba por venir.
Hay un patio cercado fuera de las instalaciones donde Peanut fue dejado suelto para que pueda hacer algo que nunca había hecho antes en su vida: moverse libremente.
“Lloré, eso fue muy emotivo para mí”, dijo Russelline. “Este perro nunca llegó a correr, el dueño me dijo que nunca lo había visto correr en tres años… Imagínate que nunca pudiste correr … Cuando lo solté, fue tan gozoso, él zumbaba de alegría”.
La sonrisa de Peanut lo decía todo: así es en realidad el mundo.
Las cosas siguieron mejorando para Peanut después de su larga experiencia. Ahora, él está aprendiendo a adaptarse a la vida de mascota y tiene una familia para enseñarle lo que significa ser amado y querido. Sus salvadores no lo tendrían de otra manera.
“HOPE protege a esos animales por el resto de su vida, (…) nunca volverá a vivir en una cadena, es noche y día”, dijo Russelline.
Las condiciones de Peanut al comienzo de su historia, están lamentablemente lejos de ser únicas. Mientras que las leyes de amarre existen en muchas partes del país, hacerlas cumplir a menudo no es una prioridad.
Russelline espera que la toma de conciencia sobre estas situaciones inspire a otros a involucrarse cuando sea posible. A veces, eso requiere hacer una conexión con el dueño de un perro para convencerlo de hacer lo que es correcto.
“El dueño de Peanut no lo amaba lo suficiente como para dejarlo ir”, comentó Rosselline y añadió: “Pero sé que hay muchos más perros encadenados allá afuera y espero que el país se despierte ¡Piensa en vivir toda tu vida con una cadena! Esta no es manera para que vivan. Llévalos sin correa y pasa tiempo con ellos y ellos serán felices”.
No puedes perderte la oportunidad de ver a Peanut corriendo en libertad.
Para obtener más información sobre HOPE o para hacer una donación, visita su página web.
Este perro no puede controlar su emoción al ser adoptado
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