Las historias de crueldad animal abundan hoy en día y a veces son muy desgarradoras. Pero donde hay maldad también hay mucha bondad con gente restaurando la fe humanidad. Este es el caso de la épica odisea de una pequeña guerrera peludita que desafió todas las probabilidades y encontró un hogar lleno de amor después de una experiencia traumática.
Todo comenzó en septiembre de 2022 con un acto despiadado que dejó a los rescatistas horrorizados. Una perrita indefensa, una jack russell terrier, fue arrojada cruelmente desde un vehículo en movimiento a más de 80 kilómetros por hora.
De acuerdo a Kirsten Ormerod, inspectora de RSPCA, la testigo Deborah Hollingdale describió la escena con angustia: «La mujer en el automóvil de atrás vio un brazo que sobresalía de la ventana del conductor. Al principio pensó que era un oso de peluche, luego vio que era un perro que corrió. Cuando la encontró, no estaba haciendo ningún ruido. Lo primero que noté fue que parecía muerta de hambre».
Increíblemente, Freya había sobrevivido al brutal ataque, pero su batalla por la vida apenas estaba comenzando. Cuando los rescatistas de la RSPCA, la organización benéfica de bienestar animal más grande del Reino Unido, la encontraron, estaba en un estado lamentable.
«Ella era solo piel y huesos, podías ver los huesos de su cadera asomando. Su pelaje estaba enmarañado, estaba cubierta con su propio desorden y olía fatal. Estaba claro que había estado viviendo en su propia inmundicia», recordó Hollingdale con tristeza.
Pero en medio de la oscuridad, un rayo de esperanza brilló. Los veterinarios de la RSPCA se dedicaron incansablemente a restaurar la salud de Freya, brindándole los cuidados y el amor que tanto necesitaba. Después de varios meses de atención constante, la pequeña guerrera comenzó a florecer nuevamente.
Y entonces, como si el destino hubiera estado esperando, una pareja especial entró en escena. Gill y Ray, conmovidos por la historia de Freya, decidieron abrir su corazón y su hogar a esta valiente sobreviviente. «Freya está muy feliz aquí y siempre está moviendo la cola», compartió Gill con emoción.
«Perdí a mi jack russell terrier en abril y habíamos estado pensando en tener otro perro. Me sentí muy triste al enterarme de lo que le había pasado a Freya y pensé que podíamos darle un hogar maravilloso», apuntó Gill.
Aunque el camino hacia la recuperación total no ha sido fácil, Freya ha encontrado un refugio seguro en los brazos amorosos de su nueva familia.
«Tenemos una entrenadora que viene a ayudarnos, ya que ella aún se asusta a ver a los hombres y le resulta difícil interactuar con otros perros», explicó Gill. «Pero ha pasado por tanto que sabemos que le llevará algún tiempo comprender que ahora está a salvo».
Cundo todo parece perdido, la historia de Freya es una que nos recuerdo que el amor y la compasión pueden sanar incluso las heridas más profundas. Esta pequeña valiente ha demostrado que la resiliencia del espíritu es inquebrantable, y que mientras haya corazones dispuestos a abrazar a los más vulnerables, la esperanza siempre prevalecerá.
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