Un esqueleto pelado y tembloroso, ojos hundidos en la desesperanza. Así era Norkis, un perro mestizo de 8 años condenado a morir en una jaula oxidada en Filipinas. Hoy, su sonrisa radiante y pelaje brillante son prueba viviente de que el amor puede obrar milagros.
Esta asombrosa metamorfosis, que provocó lágrimas y aplausos en todo internet, es obra de Abigail Corañez, una joven con un corazón de oro y nervios de acero.
«Su dueño tenía curiosidad por saber por qué quería al perro, dijo que iba a morir pronto», dijo la Sra. Corañez, vendedora de ropa en Pampanga. Donde otros vieron un caso perdido, ella vislumbró una chispa de vida que se negaba a extinguirse.
Las primeras fotos de Norkis son un puñetazo al alma: un ser famélico, carcomido por la sarna, apenas capaz de arrastrarse para alcanzar un bocado. «En ese momento, tenía sarna y una grave desnutrición», recordó Corañez.
Pero lo que sucedió después desafía toda lógica y expectativa.
Con una determinación inquebrantable, la Sra. Corañez se embarcó en una misión que muchos habrían considerado imposible. «Estuvo aislado durante casi un mes y lo alimentaba cinco veces al día con algo de comida seca y le daba vitaminas», explicó.
Consultó veterinarios, consiguió medicamentos especializados e incluso utilizó un champú médico para combatir la sarna que devoraba el cuerpo de Norkis.
El camino no fue fácil. «Al principio me tenía miedo, pero solo porque había estado muy abandonado, estaba muy delgado y débil», confesó la joven. Sin embargo, con cada comida, con cada caricia, Norkis comenzó a entender que, por primera vez en su vida, no estaba solo.
Hoy, las fotos de Norkis son un testimonio vivo del poder transformador del amor y la dedicación. Su pelaje, antes inexistente, ahora es abundante y lustroso. Sus ojos, antes apagados, brillan con una alegría contagiosa. «Se lleva bien con mis otros perros ahora que lo dejé salir de esa pequeña casa», dijo con orgullo. «Sigue tomando algo de medicamentos, pero está mucho más feliz y sano».
Esta historia de resurrección canina no es un caso aislado para la Sra. Corañez. Junto a su pareja, lleva cinco años rescatando perros callejeros. «Mi pareja y yo llevamos unos cinco años rescatando perros callejeros», reveló «Lo hacemos a menudo». Actualmente, su hogar es un santuario para 12 perros y más de 40 gatos, todos rescatados de las calles.
La transformación de Norkis es más que un testimonio de superación animal. Es un desafío directo a nuestra percepción de lo posible, un recordatorio poderoso de que ninguna vida está más allá de la redención. En un mundo que a menudo parece sumido en la oscuridad, Norkis emerge como un faro de esperanza, su cola meneante un llamado a la acción para todos nosotros.
Sin duda, nos reta a mirar más allá de las apariencias, a ver el potencial de amor y felicidad que existe en cada ser vivo, sin importar cuán desesperada pueda parecer su situación. Nos inspira a ser el cambio que queremos ver en el mundo, un acto de compasión a la vez.
Norkis, el perro que se negó a morir, nos recuerda que el amor no solo tiene el poder de transformar vidas, sino de crear milagros. Y en un mundo hambriento de buenas noticias, ¿no es eso algo por lo que vale la pena ladrar?
Con información de SWNS.
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