Una amada perrita de una familia de Iowa se convirtió en su mayor héroe después que les salvara la vida durante un incidente con monóxido de carbono en su casa.
Ocurrió solo cinco días antes de Navidad. Brad Harbert, de Ankeny, Iowa, se despertó alrededor de las 12:45 de la mañana porque la perrita de la familia, Roxy, le estaba lamiendo la cara y aullando.
«Roxy saltaba dentro y fuera de la cama, temblando, aullando y titiritada», dijo Harbert, de 37 años, a The Epoch Times. «Me desperté con el fuerte sonido del detector de monóxido de carbono».
El ruido tardó casi 20 minutos, sin embargo nadie se despertaba de su profundo sueño; su mezcla de husky y sabueso de 7 años les ayudó a despertarse.
«Me levanté de la cama», dijo Harbert. «Abrí la puerta de mi hijo y Roxy saltó a su cama, se aseguró de que estaba vivo y le lamió la cara. Lo desperté para que se pusiera las zapatillas y el abrigo, ya que teníamos que salir de casa».
Luego, Harbert se apresuró a ver a su padre, de 69 años, que dormía en el sótano, Roxy lo siguió escaleras abajo, y saltó sobre su cama aullando.
Harbert revisó los detectores de monóxido de carbono de la familia y llamó al 911, y se puso los zapatos a toda prisa. Había comprado los detectores años antes, después de escuchar las noticias de una familia que había muerto mientras dormía por envenenamiento con monóxido de carbono. Un poco mareado, Harbert sabía que debían salir rápidamente de la casa.
Levantó la puerta del garaje y notó que ya habían llegado los bomberos de Ankeny.
Durante la inspección, encontraron altos niveles de CO procedentes de la chimenea, dijo Harbert. Entonces, llamaron a MidAmerican Energy para volver a realizar una prueba con su equipo especialmente calibrado, y confirmaron la presencia del gas venenoso.
Después de apagar la chimenea, Harbert se despidió de las personas de los equipos de rescate, y él, Jaxon y su padre se fueron a dormir nuevamente tras el incidente.
El padre le da todo el crédito a Roxy.
«Pudimos haber muerto si no fuera por ella. Es una perrita heroína, y le debemos la vida», dijo. «No podríamos imaginar la vida sin ella (…) simplemente es una perrita maravillosa, es compañía para mi hijo y nuestra mascota familiar».
Él y su familia esperan que otras personas aprendan de su experiencia cercana e instalen detectores de gas CO inodoro e insípido en sus hogares.
El padre aconseja a los demás que realicen inspecciones a sus chimeneas con frecuencia, cambien las pilas de sus detectores de humo y se aseguren de tener un detector de CO que esté en funcionamiento. «Esto nos salvó la vida», añadió.
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