Como un espectro que se levanta de la tumba, un pueblo fantasma de España —inundado intencionadamente para crear el Embalse de Lindoso hace unos 30 años— apareció de las profundidades a finales del pasado mes de noviembre en medio del descenso del nivel del agua.
La inquietante aparición de un pueblo, llamado Aceredo, cerca de Lobios, en la provincia de Ourense, al noroeste de España, que resurge cada pocos años de su tumba acuática, ahora es un lugar de entretenimiento para turistas y curiosos.
La ciudad fantasma presenta: edificios de piedra y madera antiguos, muchos de los cuales se han convertido en montones de escombros; una antigua fuente que aún fluye; los restos de antiguos vehículos; metal oxidado; botellas de vidrio intactas; y otros objetos personales abandonados hace décadas por los antiguos residentes de la ciudad.
Los depósitos en los laterales de los edificios marcan el ascenso y descenso del nivel del agua de muchos años.
La inundación que devastó Aceredo sucedió en 1992 después que los estadistas Francisco Franco, de España, y António de Oliveira Salaza, de Portugal, firmaran en 1968 una empresa conjunta para construir la presa de Lindoso en su frontera común.
En ese momento, la empresa Eléctrica de Portugal (EDP) realizó un gran esfuerzo para negociar y persuadir a los cerca de 120 habitantes de Aceredo de que abandonaran sus 70 viviendas a cambio de una indemnización; aunque la empresa logró «convencer» a cerca del 51 por ciento de la población del pueblo para que lo desalojara, el resto decidió no hacerlo.
En medio de manifestaciones de los vecinos, enfrentamientos con la policía y huelgas de hambre, las autoridades continuaron con la construcción. EDP cerró las compuertas del embalse y el agua subió.
Además de Aceredo, en la expropiación de tierras también se inundaron pueblos cercanos, como: O Bao, Buscalque, A Reloeira y Lantemil. Los habitantes de O Bao y Buscalque casi no tuvieron tiempo de reaccionar ante el ascenso del agua; muchos se quedaron literalmente nadando desde sus casas con la ropa que llevaban puesta, dejando que los animales perecieran mientras sus casas se sumergían, según el medio español Quinemil. Puede que también haya habido víctimas humanas, ya que no se cortó la electricidad en la ciudad.
De hecho, un destino similar ocurrió en otras partes del noroeste de España, incluyendo la ciudad de Portomarín, que fue inundada por el embalse de Belesear tras un pacto firmado por el mismo dictador español Franco en la década de 1960. Pero mientras algunos techos de edificios de Portomarín resurgen durante el descenso del agua de vez en cuando, Aceredo es único: retorna completamente al mundo exterior para que los visitantes vuelvan a pasear por sus calles y se sorprendan.
Aunque los visitantes pueden «disfrutar» del espectáculo de este pueblo fantasma por un tiempo más —hasta que las fuertes lluvias vuelvan a hundir el pueblo en su tumba acuática—, para los antiguos habitantes de Aceredo, de los cuales la mayoría vive ahora cerca, el panorama puede despertar malos recuerdos de sus hogares injustamente expropiados.
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