Un adorable San Bernardo que desapareció hace dos años se reunió con su dueña gracias a un grupo de voluntarios amantes de los animales.
En abril de 2022, Bear se escapó de su cuidadora en Colorado Springs. Su familia denunció su desaparición y compartió su situación en varios grupos de Facebook, con la esperanza de encontrarlo. Por desgracia, sus esfuerzos fueron en vano.
«Lo más triste es que tuvieron que dejar Colorado Springs sin su amado Bear, ya que los militares los trasladaron a Nueva York», publicó la Humane Society of the Pikes Peak Region en su página de Facebook.
El rescate
En julio de 2024, un oficial de rescate de animales fue alertado del avistamiento de un San Bernardo en una obra en Colorado Springs. El oficial se puso en contacto con Linda Gooden, una voluntaria amante de los animales que se dedica a ayudar a perros perdidos.
«No teníamos ni idea de quién era este perro, a quién pertenecía ni si tenía dueño», declaró Gooden, de 62 años, a The Epoch Times. «Sólo sabíamos que llevaba tiempo por ahí».
Poco después, Gooden, que vive en Florida, se puso en contacto con su equipo de voluntarios de Colorado Springs: Tami Thilman y Amber, para colocar una trampa.
Al mismo tiempo, Gooden recordó haber visto un post sobre un San Bernardo desaparecido hacía un tiempo. Una rápida búsqueda reveló que, efectivamente, había desaparecido uno hacía dos años. El lugar donde desapareció estaba cerca de la obra.
«¿Cuáles son las probabilidades?», dijo Gooden.
Mientras tanto, Thilman exploró la zona y habló con el personal de seguridad de la obra para obtener permiso para instalar cámaras. Luego observó electrónicamente los movimientos de Bear durante una semana antes de colocar una trampa.
«Salía por la noche porque el perro siempre hacía sus rondas nocturnas», explica Gooden. «Creo que salía entre las siete y las ocho de la noche, y se quedaba hasta la una o las dos de la madrugada».
Pronto, los hallazgos de Thilman confirmaron las sospechas de Gooden: Bear era el perro desaparecido hacía dos años.
«Ella lo vio muy bien, y entonces empezamos a comparar las marcas que tenía», dijo Gooden.
Finalmente, Thilman empezó a utilizar aperitivos para atraer al perro a una zona determinada. Una semana después, Amber colocó una trampa «Missy» —una trampa grande y humanitaria diseñada para capturar perros— que ella misma había construido. Luego ponían comida de «alto valor» —pollo asado o salchichas de Viena— para atraer al San Bernardo a la trampa.
Un día, mientras esperaban en el coche y observaban los movimientos del perro, se sorprendieron cuando, al cabo de 45 minutos, entró en la trampa y esperó tranquilamente.
«Los dos dijeron que estaba muy tranquilo», cuenta Gooden. «Se quedó allí tumbado»
«Hemos tenido perros que han intentado trepar por la trampa y salir de ella, o que se han asustado y han empezado a escarbar. Pero él no hizo nada de eso».
Estaba claro que el estado del San Bernardo no era el mejor. Estaba delgado, se le veían parcialmente los huesos de la cadera y su pelaje estaba sucio, embarrado y enmarañado. Sin embargo, no parecía estar muy abandonado.
«No parecía un perro que hubiera estado solo durante más de dos años», dijo Gooden, especulando con la posibilidad de que alguien hubiera cuidado de él o al menos le hubiera dado de comer.
Un emotivo reencuentro: «Todo encajó a la perfección»
Tras atrapar al perro, el equipo de voluntarios escaneó su microchip y su número coincidió: Era Bear, el San Bernardo que llevaba dos años desaparecido.
Brandy Ross, la dueña de Bear, estaba en estado de «shock total», pero feliz con la noticia y deseosa de llevárselo a casa en Nueva York.
Como experimentada gestora de un grupo de mascotas perdidas y encontradas, Gooden tiene muchos contactos en el mundo de la ayuda a los animales. Uno de ellos era Danielle Neiner, una cuidadora de perros que aceptó cuidar de Bear durante dos semanas hasta que pudiera viajar a Nueva York.
Tras un aseo y una revisión veterinaria, descubrieron que, aparte de haber perdido unos 10 kilos de peso, era la viva imagen de la salud.
El 1 de septiembre, Traci Kathleen Monger, que tiene un negocio de transporte de mascotas en Colorado Springs, se llevó a Bear a Nueva York para que se reuniera con su familia.
El reencuentro fue conmovedor. La última vez que Ross había visto a Bear tenía unos 3 años.
«Pero se acercó a Bear, lo acarició suavemente y le habló con dulzura, y se podía ver cómo empezaba a mover la cola. Se estaba emocionando, pero aún estaba un poco inseguro».
Bear, que ahora tiene 5 años, se sintió más cómodo con Ross al día siguiente y pronto fue obvio que sabía que estaba en casa.
«Se está adaptando muy bien», dice Gooden.
Aunque Gooden ha participado en muchos reencuentros antes, dice que este fue uno que siempre recordará.
«Todo encajó a la perfección: conocer a alguien que pudiera atraparlo, a alguien que pudiera subirlo a bordo y mantenerlo a salvo, y a alguien que pudiera transportarlo», afirma. «El universo entero se alineó para que todo encajara».
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