Unas espectaculares fotografías muestran el interior de una cueva marina «olvidada» con los colores del arco iris que, se cree, tiene poderes curativos especiales.
La gruta multicolor hace tiempo fue uno de los lugares más misteriosos de Gran Bretaña y atrajo a una gran cantidad de visitantes durante los siglos XVII y XVIII.
La zona recibe su nombre por las aguas curativas de la cueva, donde peregrinos, lisiados y enfermos acudían para beber del «pozo sagrado».
Sin embargo, en las últimas décadas se ha convertido en un lugar aislado y desconocido, y la mayoría de los turistas que visitan Holywell, Cornualles, desconocen sus maravillas ocultas.
El lugar, conocido como la Cueva de San Cuthbert, crea depósitos minerales que dejan sus piedras de color rojo, verde, azul y amarillo.
El agua de manantial que fluye por la cueva era descrita antiguamente como el «elixir de la vida» en textos del siglo XIX, y se decía que contenía minerales «curativos de la vida» que se deslizaban por la piedra caliza natural de la cueva.
El «Guía de Newquay», John Cardell Oliver, de 1877, ofreció una descripción detallada de la cueva en una época pasada.
«Es un lugar un poco curioso. Después de pasar por encima de unas cuantas rocas se llega a la boca de la cueva, donde se encuentran unos escalones que conducen al pozo», escribió.
«Este aljibe formado en la roca tiene una forma duplicada, que consiste en dos pozos, con una comunicación entre ellos. El suministro de agua viene de arriba; y esta agua, al ser de naturaleza calcárea, ha recubierto la roca con sus depósitos terrosos, dando a las paredes circundantes y al propio pozo un aspecto abigarrado de blanco, verde y morado».
«Por encima y más allá del pozo se puede ver un profundo agujero que se extiende en el acantilado».
«La leyenda sobre el pozo es que antiguamente las madres, el día de la Ascensión, traían aquí a sus hijos deformes o enfermos y los sumergían, pasándolos al mismo tiempo por la abertura que conectaba las dos aljibes; y así, se dice, se curaban de su enfermedad o deformidad».
«Parece que otros sectores también creían que la virtud residía en su agua, pues se dice que los lisiados solían dejar sus muletas en el agujero de la cabecera del pozo».
«Este pozo solo tiene a la Naturaleza como arquitecto, no se ve ninguna marca de la mano del hombre en su construcción; una cuenca esmaltada de color rosa, colmada por el goteo del techo estalactítico, forma un cuadro cuya belleza es difícil de describir».
«¿Por qué resultaría extraño, entonces, que la gente sencilla de los alrededores le otorgue virtudes místicas?».
Al agua del manantial se le atribuye un sabor parecido al de la «leche de cereales» y forma charcos poco profundos dentro de las cuencas, antes de salir de la cueva y llegar a la playa exterior.
A diferencia de otros «pozos sagrados» del Reino Unido, el agua del manantial de la cueva de San Cuthbert se drena dos veces al día, cuando la marea sube e inunda la caverna.
Su popularidad también fue documentada por William Hals en su «Historia de Cornualles», que recopiló desde 1685 hasta 1736. En su libro escribió: «Las virtudes de esta agua son muy grandes. Es increíble la cantidad de personas que en la temporada de verano frecuentan este lugar y sus aguas desde condados muy lejanos».
Con información del personal de Epoch Times.
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