Una rara especie de tortuga, armada con una permanente expresión «sonriente», fue salvada del borde de la extinción por un equipo de entusiastas ecologistas.
Cuando los científicos, después de haber conseguido la entrada legal en Myanmar, no lograban localizar ningún espécimen silvestre de la tortuga de techo birmana se estaba considerando la posibilidad de reclasificarla a como «extinta» en el año 2000. Pero un programa de cría que duró dos décadas dio como resultado una población reabastecida de 1000 tortugas, y sigue aumentando.
«Estuvimos muy cerca de perderlas», dijo el herpetólogo Steven Platt, de la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre (WCS), al New York Times. «Si no hubiéramos intervenido cuando lo hicimos, esta tortuga simplemente se habría ido».
Una tortuga de techo birmana adulta —Batagur trivittata— se considera una tortuga gigante, que crece hasta 2 pies de largo. Las hembras crecen más que sus contrapartes masculinos.
El hábitat nativo de la tortuga son los sistemas fluviales de Myanmar, pero un espécimen vivo encontró su camino en la colección de un estadounidense aficionado a las tortugas a principios de la década de 2000 después de haberla comprado en una tienda de mascotas en Hong Kong. “[No] sorprendió mucho”, dijo Rick Hudson, presidente de Turtle Survival Alliance (TSA). Los conservacionistas, dijo, sospechaban que los comerciantes locales estaban sacando animales de Myanmar de contrabando.
El biólogo Gerald Kuchling, de la Universidad de Australia Occidental, también tuvo una alerta de la disminución de esta especia más o menos al mismo tiempo, en una visita de campo que lo tomó por sorpresa. Luego organizó una expedición a los altos ríos Chindwin y Dokhtawady de Myanmar para investigar más a fondo y se quedó «atónito» al descubrir que varios ejemplares sobrevivido.
Las trasladó al Zoológico de Mandalay en el último momento, dado que un proyecto de represamiento diezmó una porción de su hábitat natural poco después. Se inauguró un programa de cría.
En agosto, Platt y su equipo publicaron la primera descripción de las crías de tortugas de techo birmanas en la revista científica Zootaxa. La especie, explicó Platt, estaba «históricamente extendida y era aparentemente abundante», pero la disminución de la población a lo largo de las décadas ha sido el resultado de «la recolección crónica de huevos, la recolección de los adutlos y la pérdida del hábitat de anidación».
Como parte del programa de cría, Kuchling estableció una «administración de la conservación», reclutando a los aldeanos locales de Myanmar para que vigilaran y protegieran las riberas del río y las hembras silvestres que anidan. La mayoría de las tortugas inscritas en el programa de cría fueron, y son, mantenidas en cautiverio en tres sitios de Myanmar, y un pequeño número fue liberado con éxito en el medio silvestre desde 2015.
Lo más alentador es que las hembras silvestres se están volviendo a reproducir. El macho de la tortuga de techo birmana tiene incluso un colorido truco bajo la manga durante la temporada de apareamiento: su cabeza pasa del verde al amarillo, con llamativas marcas negras, cuando la tortuga está lista para encontrar pareja.
Hudson describió el incremento de la población de la tortuga, de casi la extinción a 1000 en estado salvaje, a The New York Times como «uno de los mayores éxitos de conservación de tortugas a nivel mundial que hayamos tenido». Platt expresó su impresión sobre que las prácticas pesqueras insostenibles siguen siendo la mayor amenaza para la continuidad de la especie.
Por ahora, la WCS y la TSA han publicado una serie de fotos de tortugas birmanas recién nacidas, en las que las crías sanas, todas con las expresiones faciales características de la especie, sin duda tienen algo por qué sonreír.
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