Decenas de miles de personas mantuvieron hoy viva la llama de la protesta contra el Gobierno de Hong Kong por novena semana consecutiva, aunque con un matiz: quienes se manifestaron hoy fueron funcionarios que mostraron su descontento con la institución para la que trabajan.
Con las caras al descubierto, los funcionarios retaron al Gobierno con cánticos como «Defendamos la Justicia», «Dadme libertad» y «Dadme democracia».
Desde poco antes de las 19.00 hora local hasta unas dos horas y veinte minutos después, los manifestantes -entre los que también hubo muchos ciudadanos de a pie que mostraron su solidaridad con los trabajadores del sector público- se congregaron en el céntrico parque Chater, a pesar de que el Ejecutivo les había exigido no posicionarse públicamente.
En un comunicado «solemne» publicado ayer, el Gobierno recordó a los funcionarios que la ley les exige «lealtad total» al Ejecutivo y a quien lo lidere y consideró «totalmente inaceptable» cualquier acto que «menoscabase el principio de neutralidad política de los empleados públicos».
El secretario jefe de Administración (segunda máxima autoridad en Hong Kong), Matthew Chung, indicó hoy que utilizar el nombre del funcionariado para emitir quejas contra las autoridades «dará una impresión errónea de que hay una división de puntos de vista o enfrentamientos dentro del Gobierno».
La postura oficial, lejos de hacer que los trabajadores públicos se replanteen participar en la protesta, ha provocado que el número de apoyos sea incluso mayor, explicó a Efe Wan, que ha sido funcionaria durante más de veinte años.
«No tenemos una postura política, pero queremos que el Gobierno escuche a la gente. Me ofende bastante el comunicado del Gobierno. Algunos funcionarios que conozco no estaban seguros de venir y decidieron unirse después de leerlo», aseguró.
Y es que se trata de la primera vez que los funcionarios se manifiestan públicamente contra el Ejecutivo y contra su jefa, Carrie Lam, a quien exigen que haga algo para que los hongkoneses vuelvan a confiar en la institución que lidera.
«Me sentí presionada. Un antiguo jefe me sugirió que no fuera, por el bien de mi carrera», reveló Wan.
Otra empleada pública, que prefiere ser identificada únicamente como K, cree que la situación política en Hong Kong ha empeorado mucho últimamente y considera «triste» que el Ejecutivo no haya «tomado ninguna acción positiva para hacer frente a las quejas y reclamaciones de la gente».
«Es una señal de una gobernación extremadamente mala que no se había visto hasta ahora. Y lo que es peor, el Gobierno está tratando de amenazar y silenciar a la gente que pide soluciones a los problemas», lamenta.
En opinión de K, el hecho de que el funcionariado -compuesto principalmente de «gente favorable al Gobierno, conservadora y de clase media»- haya decidido protestar públicamente es «una bofetada a los altos cargos» de la que espera que les fuerce a responder «de forma apropiada» a las exigencias ciudadanas.
Y las autoridades se lo han tomado como tal: el Gobierno advirtió de que «investigará seriamente» cualquier infracción de las normativas que regulan al funcionariado, compuesto por unos 180.000 trabajadores.
«Claro que hay riesgo. Pero, de cualquier modo, tampoco pueden reprender a todos los que salgan. ¿Quién puede sustituirnos en tan poco tiempo?», se pregunta K, que asegura que los funcionarios más veteranos se inclinan más por «la obediencia, la disciplina y la estabilidad social», mientras que los más jóvenes simpatizan más con los manifestantes y se preocupan por la libertad y la democracia.
La Justicia hongkonesa se erigió esta semana en protagonista de la crisis después de que la Policía acusase formalmente a 44 personas de revuelta, delito penado con entre 5 y 10 años de prisión, aunque todos menos uno, que no compareció, quedaron en libertad bajo fianza hasta la próxima vista, prevista para el 25 de septiembre.
Asimismo, saltaron las alarmas entre las fuerzas prodemócratas después de que la guarnición del Ejército chino en la ciudad publicase un vídeo este miércoles en el que se muestra a los soldados llevando a cabo entrenamientos antidisturbios y a uno de ellos gritando «las consecuencias serán por vuestra cuenta y riesgo» en cantonés, idioma más utilizado en Hong Kong.
Mientras tanto, Beijing admite que la ley hongkonesa reconoce que el Ejército puede intervenir a petición del Gobierno local, pero la portavoz de la cancillería Hua Chunying calificó hoy de «rumores» las informaciones que aseguran que las autoridades de Hong Kong solicitarán ayuda a las fuerzas armadas chinas este fin de semana.
Este fue un nuevo capítulo de las manifestaciones que comenzaron a principios de junio en Hong Kong contra una controvertida propuesta de ley de extradición, que han derivado hacia demandas más amplias sobre los mecanismos democráticos de la ciudad, cuya soberanía recuperó China en 1997 con el compromiso de mantener hasta 2047 las estructuras establecidas por los británicos.
A pesar de que la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, dio por «muerto» el proyecto a principios de mes, los manifestantes no se dieron por satisfechos y han seguido inundando las calles de la ciudad durante los últimos ocho fines de semana.
Los grupos opositores han convocado una huelga general para el próximo lunes.
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