El director interino del Servicio Secreto, Ronald Rowe, dijo el viernes que algunos agentes del Servicio Secreto que participaron en la seguridad del lugar del mitin del 13 de julio en el que el expresidente Donald Trump sobrevivió a un intento de asesinato se enfrentan a medidas disciplinarias.
En una conferencia de prensa el viernes en Washington, Rowe no entró en detalles sobre el personal o los posibles castigos que podrían imponerse. Dijo, sin embargo, que no ha «pedido que alguien se retire», y agregó que los reportes que dicen lo contrario «son falsos».
El «proceso disciplinario» se «gestionará de acuerdo» con la «tabla de sanciones» del Servicio Secreto y estará dirigido por su oficina interna de integridad, dijo Rowe, añadiendo que no puede comentar públicamente detalles concretos.
Las declaraciones de Rowe se produjeron después de que el Servicio Secreto publicara el viernes un informe en el que detalla una serie de «deficiencias en las comunicaciones» antes del tiroteo de Thomas Matthew Crooks, de 20 años, que fue abatido por un francotirador del Servicio Secreto tras disparar ocho veces en dirección a Trump desde la azotea de un edificio situado a menos de 150 yardas de donde Trump estaba hablando.
La falta de seguridad en el lugar del mitin fue especialmente problemática para el equipo de protección de Trump, «que no estaba al corriente de lo centradas que estaban las fuerzas de seguridad locales y estatales en localizar al sospechoso en los minutos previos al ataque», según el informe. De haberlo sabido, dice el informe, podrían haber tomado la decisión de reubicar a Trump mientras se realizaba la búsqueda.
El informe deja claro que el Servicio Secreto sabía incluso antes del tiroteo que el lugar del mitin planteaba un problema de seguridad, dijo Rowe.
«Si bien algunos miembros del equipo de avanzada fueron muy diligentes, hubo autocomplacencia por parte de otros que llevaron a una violación de los protocolos de seguridad», dijo.
«[Es] importante que nos hagamos responsables de los fallos del 13 de julio, y que utilicemos las lecciones aprendidas para asegurarnos de que no volvemos a tener otro fallo como este», dijo Rowe, calificándolo de «fracaso de la misión».
En medio del tiroteo del 13 de julio y un presunto intento de asesinato contra Trump a principios de esta semana, el «entorno de amenaza» es elevado y «no va a evaporarse pronto», dijo Rowe.
«Estamos en el negocio de la mitigación de riesgos», dijo. «No estamos en el negocio de la eliminación de riesgos. Y por eso tenemos que ser capaces de tener el personal, los activos, y ser capaces de repartirlos por un período indefinido de tiempo» en caso de que surja una situación similar, dijo.
La propia investigación del Servicio Secreto es una de las numerosas pesquisas, incluidas las del Congreso y una investigación de vigilancia de la oficina del inspector general del Departamento de Seguridad Nacional.
La exdirectora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, renunció en julio tras las críticas recibidas por el incidente y una sesión de horas ante un panel del Congreso.
Rowe ha dicho que el tiroteo de julio y el episodio del domingo, en el que Ryan Wesley Routh, de 58 años, fue detenido después de que agentes del Servicio Secreto detectaran un rifle que se asomaba entre los arbustos que bordean el campo de golf de West Palm Beach (Florida) donde jugaba Trump, subrayan la necesidad de un cambio de paradigma en la forma en que la agencia protege a los funcionarios públicos.
La agencia de protección ha comenzado a aumentar su seguridad en torno a Trump, dijo Rowe el viernes, señalando en múltiples ocasiones que el expresidente está recibiendo los más altos niveles de protección del Servicio Secreto. Tanto legisladores demócratas como republicanos han pedido más recursos del Servicio Secreto.
Con información de The Associated Press.
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