Al menos 27 personas perdieron la vida y 20 resultaron heridas en el sur de China después de que un autobús que transportaba a unos residentes de Guiyang a un centro de cuarentena contra la covid-19, recogieron en las últimas horas medios locales.
El autobús, en el que viajaban con destino al condado de Libo un total de 47 personas, incluyendo un trabajador y el conductor, cayó en una zanja profunda a un lado de la carretera a las 02.40 del domingo hora local (18.40 GMT del sábado), informó la cadena estatal CCTV.
Las causas concretas del accidente todavía se están investigando y los heridos están recibiendo atención médica, explicaron las autoridades.
El vicealcalde de Guiyang, Lin Gang, declaró anoche en rueda de prensa su «tristeza y arrepentimiento» por el siniestro y expresó sus «disculpas sinceras a toda la sociedad».
El accidente despertó una ola de críticas en redes sociales chinas como Weibo, donde los internautas pusieron en duda la necesidad de trasladar a tantos vecinos a centros de cuarentena en plena medianoche.
Las personas que viajaban en el autobús no habían dado necesariamente positivo por covid-19 dado que, según la directriz china de «cero covid», no solo los contagiados han de aislarse en hospitales o centros habilitados para tal efecto sino también sus contactos directos, independientemente de su estado de salud.
«Yo también podría haber estado en ese autobús» y otras variaciones de este mensaje se convirtieron en una de las frases de protesta más habituales en las redes sociales, donde muchas muestras de hartazgo han sido censuradas.
El vicealcalde de Guiyang aseguró que se «revisarían los protocolos de aislamiento y de transporte relacionado con los trabajos de prevención contra la pandemia» y que se investigarían posibles «peligros ocultos para la seguridad vial».
La política china de «cero covid», en vigor desde 2020, consiste en el ya citado aislamiento de todos los infectados y sus contactos cercanos, un control estricto en las fronteras y campañas masivas de pruebas PCR, limitaciones a la movilidad y confinamientos selectivos o totales allá donde se detecta algún caso.
El país asiático ha sufrido en los últimos meses oleadas de rebrotes atribuidas a la variante ómicron que han provocado cifras récord de contagios no vistas desde el inicio de la pandemia en la primera mitad de 2020, que se saldaron con el confinamiento total o parcial de grandes ciudades como Shanghai (este), Chengdu (centro) y la propia Guiyang, ciudad donde tuvo lugar el siniestro, y un considerable impacto económico.
La semana pasada, las autoridades sanitarias del gigante asiático reiteraron que la estrategia es «la más económica y científica» para el país porque «detecta rápidamente nuevos contagios y contiene la propagación al menor costo y lo antes posible».
Según las cuentas del régimen chino, desde el inicio de la pandemia, se infectaron 248,326 personas en el país y fallecieron 5226, aunque la cifra total de infectados excluye a los asintomáticos.
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