Un alto cargo del conglomerado taiwanés Formosa Plastics fue sometido a un “control fronterizo” al ingresar a China y todavía no ha podido regresar a Taiwán, manifestó el Consejo de Asuntos Continentales de la isla, en medio del recrudecimiento de las relaciones entre Taipéi y Beijing.
Según la agencia estatal de noticias CNA, el empresario, cuya identidad no ha trascendido, partió el pasado 1 de septiembre desde el aeropuerto capitalino de Songshan hacia el aeropuerto Hongqiao de Shanghái (este de China), en donde fue sujeto a una “inspección” tras su llegada.
Aunque fue liberado posteriormente, las autoridades chinas le impusieron un “control fronterizo”, un tipo de medida que restringe la salida del país, por lo que hasta el momento no ha podido salir de China ni regresar a Taiwán.
En una declaración por escrito remitida a CNA, el Consejo de Asuntos Continentales de Taiwán, el organismo encargado de las relaciones con China, manifestó que el Gobierno isleño estaba al tanto del incidente y que, debido a que el caso involucra la seguridad personal del afectado y los deseos de su familia, no “dará más detalles” sobre lo sucedido.
La entidad gubernamental aclaró que el Gobierno taiwanés “proporcionará apoyo” si los familiares del empresario solicitan asistencia en esta situación.
El ejecutivo pertenece al conglomerado Formosa Plastics, una compañía petroquímica fundada en 1954 y que, con una capitalización de mercado de 308.740 millones de dólares taiwaneses (unos 9.650 millones de dólares estadounidenses), es una de las mayores empresas de Taiwán.
Según la Fundación de Intercambios a través del Estrecho, una organización privada con supervisión directa del Gobierno taiwanés que se dedica a gestionar asuntos técnicos y comerciales con China, el “control fronterizo” es una medida contemplada en el sistema legal chino para resolver disputas de deudas civiles o problemas de propiedad privada.
Durante los últimos meses, y especialmente a raíz de la toma de posesión del presidente de Taiwán, William Lai (Lai Ching-te), el pasado 20 de mayo, el Gobierno taiwanés ha tratado de concienciar a sus ciudadanos sobre los riesgos de viajar a China, que ha elevado el tono de sus amenazas contra los “secesionistas” de la isla.
El pasado 27 de junio, el Ejecutivo isleño elevó su alerta de viaje para China y los territorios semiautónomos de Hong Kong y Macao a “nivel naranja”, el segundo más alto, poco después de que Beijing anunciase nuevas medidas para castigar a los partidarios de la “independencia” de la isla, entre ellas la pena de muerte.
El portavoz del Consejo de Asuntos Continentales, Liang Wen-chieh, declaró en ese entonces que durante los últimos años hubo “bastantes casos” de ciudadanos taiwaneses que fueron “ilegalmente detenidos, retenidos o interrogados” al viajar a China, cuyo Gobierno considera a la isla -gobernada de forma autónoma desde 1949- como una “provincia rebelde”.
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