Ante la crisis mundial del agua que acecha al planeta, metrópolis como la Ciudad de México empiezan a adoptar la captación del agua de lluvia como apuesta firme para combatir la escasez que sufren algunas zonas.
En la inmensa y caótica capital mexicana, donde pese a la gran cantidad de precipitaciones hay áreas con escasez extrema y la gente sigue pagando camiones cisterna y trasladando el líquido a sus casas por falta de infraestructura, el buen aprovechamiento de las lluvias ayuda a los ciudadanos que viven con 20 litros al día.
De acuerdo con especialistas del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 103 de los 653 acuíferos en México están sobreexplotados.
Además, de 30 a 50 % del agua para abastecimiento se pierde en fugas, en la red hidráulica y en domicilios.
Manuel Perló, investigador de la UNAM, dice a Efe que el agua escasea por diversas razones, como la sobreexplotación de los acuíferos o la mala gestión e inversión en infraestructura.
Proyectos como el de la asociación civil Isla Urbana buscan demostrar que la captación de lluvia puede ser una parte importante de la infraestructura de la ciudad y su zona conurbada.
El director de comunicación de Isla Urbana, Nabani Vera, indica a Efe que «hay gente en la capital que tiene crisis de agua casi comparable con países africanos».
«Hay gente que está viviendo con 20 litros al día, personas que tiene que llevar el agua en burros. Es de no creerse pero existe», cuenta.
Luego de esto, asegura que el agua de lluvia ofrece diversos beneficios que van desde evitar las inundaciones hasta tener que extraer menos agua del subsuelo en temporada de precipitaciones y así permitir que el acuífero descanse y se recargue.
Con un buen sistema de captación pluvial se puede abastecer de agua de calidad a una familia de 5 a 12 meses cada año.
Para que el sistema funcione se debe de tener una precipitación promedio de al menos 400 milímetros, aunque lo ideal es que sea de 700.
«El agua de lluvia bien tratada la puedes utilizar y aprovechar para todos los usos, incluso para beber; todo depende de por cuántos filtros la pases. Hay gente que dice ‘Yo sólo quiero utilizarla para riego y para baños’. Entonces lo que hacemos es que le instalamos un sistema más sencillo», explica Vera.
Agrega que el sistema que más suelen instalar «es para bañarse, lavar los trastes, limpiar, regar las plantas, y con un paso extra, también se puede beber».
El sistema de Isla Urbana se basa en una tecnología de fácil instalación llamada Tlaloque, un dispositivo diseñado para adaptarse a la infraestructura de las viviendas y recoger el agua de lluvia, filtrando las primeras aguas que son las más contaminadas.
Este dispositivo atrapa y encapsula ese primer volumen de líquido y solo pasa agua limpia a la cisterna para su almacenamiento.
«Al agua almacenada se le agregan un par de componentes, lo que la convierte en un sedimentador gigante al que se le agrega cloro para eliminar microorganismos y después, a través de una bomba, pasar por un par de filtros extra, uno de carbón activado que quita olores y sabores y otro contra sedimentos que utiliza partículas muy pequeñas», explica.
Un «kit plata» que realice esas acciones cuesta entre 10.000 y 15.000 pesos mexicanos (entre 531 y 797 dólares) ya con la instalación.
De acuerdo con Vera, para que la captación de agua de lluvia realmente impacte en una región se requiere de la instalación de varios cientos de miles de sistemas.
Una de las beneficiadas de este sistema es Adriana Paola Bernal, quien narra a Efe que hace cuatro años, tras padecer escasez de agua en la zona alta de la delegación (distrito) Tlalpan y no tener para alimentar a su bebé, se acercó a Isla Urbana y a través de un patrocinio para personas con bajos recursos logró que le instalaran en su vivienda el sistema.
«Definitivamente me cambió la vida, aunque eso no significa que tenga agua ilimitada», dice.
Para poder mantener un sistema de captación en buen funcionamiento es necesario darle mantenimiento y mucha limpieza a la azotea varias veces al mes, al igual que a la cisterna.
Además, solo se puede aprovechar unos seis o siete meses ya que en época de estiaje hay que pagar camiones cisterna que cuestan entre 700 a 1.000 pesos (37 a 53 dólares), dependiendo de su capacidad.
Bernal reconoce que ella, como muchas personas, no valoraba el agua potable pues antes de casarse vivía en una zona de su Colombia natal donde no había estrés hídrico.
La escasez, reconoce, le enseñó que solo cuando se vive el problema de frente las personas realmente valoran acciones tan simples como lavarse las manos con agua del grifo.
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