La historia de Jigong: el bien o el mal surgen de un solo pensamiento

Por The Epoch Times
27 de febrero de 2020 1:19 PM Actualizado: 02 de marzo de 2020 4:03 PM

Jigong era un destacado monje de la dinastía Song del Sur (1127-1279), también conocido como Daoji. Hubo muchas leyendas transmitidas sobre Jigong salvando a la gente con sus habilidades sobrenaturales. Así, en la cultura popular actual, circulan muchas historias sobre Jigong ayudando a los pobres y castigando a los malhechores.

Un día, Jigong estaba pidiendo limosna como de costumbre, cuando vio a un vendedor de carne de perro haciendo sus necesidades en una letrina. Dos canastas con carne y el palo para transportarlas sobre el hombro estaban al costado de la calle. Jigong vio con su ojo celestial que la letrina se iba pronto a derrumbar y el vendedor de carne de perro sería sepultado y moriría allí. Jigong pensó: “No. No debería morir, porque es un gran ejemplo de devoción filial del que el mundo puede aprender”. Luego se acercó, tomó el palo para el hombro y huyó con las canastas de carne de perro. Con voz alta, Jigong dijo: “¡Mira! ¡Nadie quiere estas dos canastas de carne! ¡Las llevaré a mi templo!”

El vendedor de carne de perro escuchó esto y, sin perder tiempo, salió corriendo de la letrina, sosteniendo sus pantalones con ambas manos. Él gritó: “¡Oye, monje, no agarres mis canastas!”

Después de correr solo unos pasos, escuchó un fuerte “¡Buuum!” detrás de él. Cuando miró hacia atrás, se sorprendió al ver que la letrina se había derrumbado. Se asustó y pensó: “¡Oh, Dios mío! Gracias al monje, me salvé. De lo contrario, habría muerto aplastado”. Jigong se rió y le devolvió las canastas.

Jigong le dijo: “Tú eres un hijo obediente. Vete a casa cuando termines de vender la carne; tu madre te está esperando”.

El vendedor de carne de perro, llamado Husan, realizaba esa actividad hacía muchos años. Vivía en la calle Qiantang con su madre y su esposa. A Husan le gustaba ser agradable con otras personas, pero nunca era amable con su madre. A primera hora de la mañana, solía discutir con ella e incluso le hablaba con una actitud muy grosera. Su esposa era una mujer amable y solía darle consejos, “tu madre es muy mayor; por favor, no la hagas enojar”. Husan no decía nada y continuaba con sus asuntos.

Un día, Husan estaba cocinando carne en casa y le pidió a su esposa que ella continuara mientras él salía de la habitación. Sacó a dos perros, madre e hijo, que acababa de comprar en el mercado. Husan ató a la perra y llevó al hijo en su hombro. Los puso en el patio y entró a la casa a buscar un cuchillo grande para matar a los perros. Puso el cuchillo en el patio y regresó a la casa a buscar un recipiente, pero cuando regresó al patio, no pudo encontrar el cuchillo. Le preguntó a su esposa: “¿Tomaste el cuchillo?”.

“No, no lo tomé”, contestó ella.

“El Clásico de la Piedad Filial”, de la dinastía Song, atribuida tradicionalmente  a Ma Hezhi (floreció en 1131-1189) como pintor y al emperador Gaozong (1107-1187) como calígrafo. Taipei: Museo del Palacio Nacional. (Dominio Público / WikimediaCommons).

Después de un tiempo buscando el cuchillo, descubrió que estaba debajo del perro hijo. El perro hijo vio que Husan iba a matar a su madre, así que inmediatamente tomó el cuchillo con su boca y se lo puso debajo del cuerpo. Husan inmediatamente pateó al perro hijo, pero el perro hijo corrió y se acostó sobre el cuello de su madre. Mostrando los dientes, el perro hijo miró fijamente a Husan. Las lágrimas caían de los ojos del perro hijo. Al ver esto, Husan estaba aturdido. Tiró el cuchillo y corrió a la habitación gritando fuerte. Su esposa se asustó por sus gritos. Husan pensó: “Ni siquiera soy mejor que un perro. Hasta un perro sabe de dónde viene, ¿no debería saberlo un ser humano?” Después de eso, fue al patio y habló con los dos perros: “Está bien. No voy a matarlos. Si quieren quedarse, pueden quedarse y tengo comida para ustedes. Si quieren irse, pueden irse”.

Fue a la habitación de su madre, se arrodilló frente a ella y le dijo: “Lamento mi conducta irrespetuosa. Soy culpable”.

Su esposa le dijo: “A partir de ahora, mientras seas bueno con tu madre, nuestras vidas serán más felices”.

Entonces Husan dijo: “Después de que vendamos la carne de perro en la olla, cambiaré mi profesión y no mataré más animales”.

Husan salió ese día y de repente sintió ganas de ir al baño. Puso las canastas a un lado de la calle y corrió hacia la letrina cercana. Inesperadamente, el retrete se derrumbó, pero Jigong lo salvó. La gente podría preguntarse por qué Husan fue llamado “un gran ejemplo de devoción filial” si era tan grosero con su madre.

Esta historia muestra que solo hay un pensamiento que diferencia entre el bien y el mal. Aunque Husan no era respetuoso con su madre, una vez que se dio cuenta de que estaba equivocado, cambió de inmediato y le mostró a su madre un profundo respeto y devoción filial. Sus pensamientos amables salieron a la luz y su comportamiento también mejoró, de tal manera que sus malos pensamientos desaparecieron por completo. Por eso Jigong lo llamó “un gran ejemplo de devoción filial para el mundo”.

De la misma manera, si una persona estuvo haciendo el bien durante muchos años pero un día de repente tiene un pensamiento malo, este pensamiento malo puede llevarla a hacer el mal y todo el bien que hizo antes sería cancelado. En el momento en que ocurre el pensamiento, aunque no haga nada malo, ya es una persona verdaderamente mala en el mundo. Por lo tanto, uno debe elegir un destino elevado y caminar hacia ese destino, aunque esté lejos. Como uno ya empezó a ir en esa dirección, tarde o temprano llegará al destino. Elegir el bien o el mal viene de un solo pensamiento. Este pensamiento bueno es muy importante y la cultura tradicional china lo describe como “la luz de Buda brilla en todas partes”.

Traducido por Dora Li al inglés, este relato fue reimpreso con permiso del libro “Treasured Tales of China”, Vol. 1, disponible en Amazon.

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Historias de convicción

Trabajó para la mafia y fue un adicto durante décadas, al fin se libera con ayuda de la meditación

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