La Asociación Estadounidense de Psicología (APA) ha dicho que el país todavía se está recuperando del impacto de los cierres por COVID-19 y por otros aspectos de la pandemia, ya que los estadounidenses han sufrido un «trauma colectivo».
Si bien la emergencia sanitaria nacional debido al brote de COVID-19 llegó oficialmente a su fin el 11 de mayo de 2023, en algunos aspectos el país no ha vuelto a la «normalidad».
En un estudio que busca medir los niveles de estrés entre los estadounidenses, la APA concluyó que hay «signos de trauma colectivo entre todos los grupos de edad» en Estados Unidos.
“La pandemia de COVID-19 creó una experiencia colectiva entre los estadounidenses. Si bien los cierres iniciales de la pandemia pueden parecer un pasado lejano, las consecuencias persisten”, dijo Arthur C. Evans Jr., director ejecutivo de APA, en un comunicado.
El estudio encontró que los adultos de entre 34 y 44 años informaron el mayor aumento de condiciones de salud crónicas desde la pandemia, pasando del 48 por ciento en 2019 al 58 por ciento en 2023.
El mismo grupo de edad también experimentó el mayor aumento en las enfermedades de salud mental, principalmente ansiedad y depresión. Según el estudio, estas aumentaron del 31 por ciento en 2019 al 45 por ciento en 2023.
Los niveles crónicamente elevados de estrés crean riesgos de diversos problemas de salud mental y desgastan el sistema inmunológico, dijo la APA. La asociación señaló que los datos sugieren que el estrés a largo plazo sostenido desde el brote de la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en el bienestar de los estadounidenses.
«No podemos ignorar el hecho de que hemos cambiado significativamente por la pérdida de más de un millón de estadounidenses, así como por el cambio en nuestros lugares de trabajo, sistemas escolares y cultura en general», dijo el Sr. Evans. «Para avanzar hacia el crecimiento postraumático, primero debemos identificar y comprender las heridas psicológicas que permanecen”.
El estrés crónico puede causar inflamación, degradar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de todo tipo de dolencias, incluidos accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas, advirtió la APA.
El estudio es el último que sugiere que las fuertes medidas que buscaban contener el brote, que incluyeron cierres de escuelas, cierres de negocios y el uso casi universal de mascarillas, ha tenido un impacto negativo en la salud física y mental de las personas.
Bloqueos y aumento explosivo de muertes de niños por armas de fuego
Investigaciones recientes sobre las muertes infantiles por armas de fuego añaden pruebas desgarradoras a la creciente pila de datos que sugieren que los confinamientos y otras restricciones por COVID tuvieron un impacto devastador en la sociedad.
El estudio, escrito por investigadores del Boston Children’s Hospital y publicado el 5 de octubre en una revista de la Academia Estadounidense de Pediatría, encontró que las muertes relacionadas con lesiones entre niños aumentaron drásticamente durante los años de pandemia, 2020-2021.
El aumento de las lesiones mortales pediátricas se debió a las drogas y a las lesiones con armas de fuego.
En 2021, cuando los encierros y otras restricciones de COVID-19 eran generalizados, se registraron más homicidios infantiles (2279) y suicidios (1078) por arma de fuego que en cualquier año desde 1999, según el estudio.
Algunos ven un vínculo causal claro entre la explosión de muertes infantiles por armas de fuego y las políticas de bloqueo pandémico, que otros estudios han vinculado con una variedad de resultados negativos que incluyen retrasos en los tratamientos de salud, pérdida de aprendizaje y la crisis de salud mental.
“Debido a los confinamientos y a otras políticas pandémicas erróneas, las muertes de niños por armas de fuego en Estados Unidos se dispararon exponencialmente en 2020”, escribió Kevin Bass, investigador y estudiante de doctorado en medicina, en una publicación en X.
Si bien el estudio muestra que los homicidios relacionados con armas de fuego comenzaron a aumentar en 2018, Bass dijo que está «muy claro que el gran salto a niveles récord se produjo entre 2019 y 2020, que es cuando se produjeron los cierres».
Los hallazgos del estudio coinciden con un informe de abril de 2023 del Pew Research Center, que encontró que el número de niños y adolescentes asesinados por disparos aumentó en un 50 por ciento entre 2019 y 2021.
Algunos estudios han identificado que los confinamientos contribuyen al aumento de los suicidios, las crisis de salud mental, la pérdida de aprendizaje y los retrasos en los tratamientos de salud.
Otros estudios han sugerido que los bloqueos funcionaron para detener la propagación del virus.
«Nuestros resultados muestran que las principales intervenciones no farmacéuticas, y los confinamientos en particular, han tenido un gran efecto en la reducción de la transmisión», escribieron los autores del estudio que respaldan las medidas restrictivas, aunque la investigación no evaluó ningún otro impacto no deseado de las medidas.
Sin embargo, un estudio reciente, que analizó una amplia gama de investigaciones sobre los confinamientos, concluyó que tales medidas pueden ser una herramienta eficaz para controlar la pandemia de COVID-19, pero sólo si “se descuidan los daños colaterales a largo plazo”.
“El precio de los cierres en términos de salud pública es alto: Utilizando la conocida conexión entre salud y riqueza, estimamos que los cierres pueden cobrarse 20 veces más años de vida de los que salvan», escribieron los autores del estudio.
Los autores también dijeron que lo que merece un “análisis especial y urgente” es la cuestión de “hasta qué punto, por qué y cómo las opiniones científicas discrepantes (desaprobadas por los funcionarios de salud) fueron suprimidas durante el COVID-19”.
“La supresión de opiniones ‘engañosas’ no sólo causa graves consecuencias para la moral de los científicos; impide que la comunidad científica corrija errores y pone en peligro (con razón) la confianza del público en la ciencia”, escribieron.
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