Los legisladores de Arizona aprobaron el 30 de junio un plan de gastos liderado por los republicanos para estudiar los posibles vínculos entre el consumo de marihuana y las enfermedades mentales, una medida ampliamente criticada por los defensores del cannabis por considerarla de carácter político.
El proyecto de ley, SB1847, destina 250,000 dólares para un uso específico en «la investigación sobre la correlación entre el consumo de marihuana y las enfermedades mentales, incluyendo la psicosis y el comportamiento violento».
También contiene 2.5 millones de dólares para la prevención del suicidio y una disposición que requiere el desarrollo de una etiqueta de advertencia que incluya una declaración de que el uso de marihuana «puede afectar a la salud de una mujer embarazada y el niño por nacer”.
El proyecto de ley se deriva de un proyecto de gasto más amplio presentado hace un año por el presidente republicano de la Cámara de Representantes de Arizona, Rusty Bowers, que se basa en el texto del libro titulado «Cuéntele a sus hijos: La verdad sobre la marihuana, las enfermedades mentales y la violencia», del exreportero del New York Times, Alex Berenson.
Aclamado entre los círculos conservadores como una obra definitiva sobre los peligros del cannabis, el libro es criticado por los defensores de la marihuana quienes sostienen que es poco científico al confundir correlación con causalidad, con respecto a las enfermedades mentales.
«Es un libro desacreditado. No se menciona en absoluto la causalidad. ¿Qué nos dice realmente la correlación?», dijo Mike Robinette, director estatal de la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes sobre la Marihuana (NORML) en Arizona.
«Nosotros simplemente sentimos que [el proyecto de ley] es una declaración política. Sentimos que es una especie de declaración sesgada que crea las conclusiones», añadió a continuación.
El libro suscitó las críticas de un centenar de académicos y médicos en una carta abierta en la que se acusó a Berenson de hacer «ciencia chatarra» y de «seleccionar» las conclusiones del libro.
Berenson, en un correo electrónico enviado a The Epoch Times, defendió la obra por su «investigación original, las entrevistas con los investigadores preeminentes en el campo y una bibliografía de 17 páginas para que los lectores puedan juzgar por sí mismos la exactitud de mi uso de materiales de fuentes primarias».
«Yo he sido invitado a hablar sobre estas conclusiones por psiquiatras de varios países y me he presentado junto a la doctora Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas», añadió Berenson. «Yo animo a las personas interesadas en el tema de los riesgos psiquiátricos del cannabis a que lean y juzguen el libro por sí mismos. Descubrirán que la industria odia ‘Cuéntele a sus hijos’ porque fue investigado meticulosamente y es preciso, y no al revés».
En 2010, Arizona legalizó la marihuana medicinal y en 2020 se aprobó la Proposición 207, que legalizó la marihuana recreativa para adultos.
Actualmente hay unos 130 dispensarios de cannabis con licencia para uso médico y para adultos en Arizona.
En 2011, el Departamento de Servicios de Salud de Arizona publicó un artículo titulado «¿Consumo de marihuana y aparición más temprana de la psicosis?» en el que se afirma que «una serie de estudios publicados encontraron que el consumo de marihuana (y otras sustancias psicoactivas) se asocia con una aparición más temprana de la enfermedad psicótica».
«Las encuestas nacionales de salud mental encontraron repetidamente un mayor consumo de sustancias, especialmente de cannabis, entre las personas con un diagnóstico de trastorno psicótico», según el artículo.
Robinette volvió a señalar que asociación no es lo mismo que causalidad.
«Lo que yo veo que está ocurriendo es la próxima fase de retroceso [político]» contra la reforma de la ley de la marihuana, agregó Robinette. «No estoy en contra de una buena investigación. Este estudio es de naturaleza política».
Susan Sisley, presidenta e investigadora principal del Instituto de Investigación de Scottsdale, en Phoenix, un centro de ensayos clínicos que actualmente lleva a cabo un estudio por fases sobre el cannabis medicinal para los veteranos con trastorno de estrés postraumático, dijo que el plan de financiación del estado se queda corto en términos de proporcionar ensayos de control humano aleatorios a largo plazo.
«Como científico, apoyo cualquier cosa que apoye la investigación rigurosa», dijo Sisley. «Espero que sea suficiente para buscar algunas señales» respecto a los vínculos entre el consumo de cannabis y las enfermedades mentales «para hacer ensayos de control más rigurosos».
«Solo quiero asegurarme de que el dinero vaya a parar a manos de la verdadera ciencia y no acabe en manos de una agenda política», dijo Sisley.
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