Filadelfia estableció un nuevo récord de homicidios en un año después que este sábado se registrara otra ronda de asesinatos seguida del peor mes del período, transformando así al 2021 en el año más mortífero de la historia de la ciudad.
Con los últimos tiroteos del sábado, el número de víctimas de homicidio se sitúa en 503. La última vez que la cifra superó los 500 muertos fue en 1990, durante la epidemia del crack. La tasa de homicidios de este año superó a todas las anteriores, según el registro que lleva el Departamento de Policía de Filadelfia desde al menos 1960. En 2020 se produjeron 499 asesinatos.
El año pasado por estas fechas el número de víctimas de homicidio se situaba en 450, en 2019 fue de 325 y en 2018 de 307, según las estadísticas policiales.
El sábado, un hombre de 51 años recibió un disparo a las 3 p.m. horas en las calles 10 y Brown, en el norte de Filadelfia. El individuo fue llevado al hospital donde a su llegada lo declararon muerto. Más tarde, alrededor de las 7:10 p.m., un hombre de 33 años murió por múltiples disparos en el barrio de Olney . Los nombres de las víctimas no han sido revelados y no se han hecho arrestos.
Anteriormente, el viernes, un hombre de unos 30 años fue asesinado a tiros alrededor de las 9 de la noche en el bloque 7100 de la calle Ardleigh, en East Mount Airy. Dos días antes, el miércoles, la policía registró a la víctima número 500, que identificó como Eloise Harmon.
Harmon, de 55 años, recibió un disparo tras una disputa doméstica en las calles Jackson y South 7th, en el sur de Filadelfia. El marido de Harmon, sospechoso del asesinato, fue detenido el viernes.
El alcalde de Filadelfia, Jim Kenney, celebró una rueda de prensa pocas horas antes de la muerte de Harmon en la que culpó a las armas de fuego de estar detrás del aumento de la violencia, e instó a los legisladores a aprobar leyes de control de armas más estrictas. Kenney mencionó a Nueva York y Massachusetts, donde hay más población pero menos homicidios, lo que atribuyó a leyes más estrictas.
«Es terrible levantarse todas las mañanas y tener que ir a ver las cifras y luego mirar las noticias y las historias», dijo Kenney en la conferencia. «Es una locura y esto tiene que terminar».
Sus comentarios se produjeron tras el tiroteo mortal contra una mujer embarazada y su hijo no nacido, Jessica Covington, de 32 años. Ella fue asesinada hace unos días cuando descargaba los regalos de su vehículo después de regresar de su baby shower, según los informes policiales.
«Este atroz crimen recibió reacciones de todo el país y también pone de manifiesto la falta de consideración intencionada que estamos viendo por la humanidad», dijo la semana pasada la comisaria de policía, Danielle Outlaw, a través de una declaración.
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