Autopsia de Rafael Acosta revela las torturas perpetradas por el régimen de Nicolás Maduro

Por Sabrina Martín
04 de julio de 2019 3:59 PM Actualizado: 04 de julio de 2019 4:43 PM

La autopsia del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo reveló el nivel de torturas perpetradas por el régimen de Nicolás Maduro. La dictadura golpea, asfixia, electrocuta y aísla hasta asesinar a los presos políticos.

Al capitán le reventaron el cuerpo a golpes. Sufrió un edema cerebral debido a un politraumatismo generalizado. El informe forense señala que murió por rabdomiólisis: ruptura de los tejidos musculares que libera una proteína dañina en la sangre. Según la enciclopedia virtual Wikipedia, «son problemas significativos para las personas heridas en desastres como terremotos y bombardeos».

De acuerdo con el director de actuación procesal del Ministerio Público en el exilio, Zair Mundaray, los hallazgos médicos en el cuerpo del capitán revelan además 16 costillas rotas.

”16 arcos costales fracturados, ocho de cada lado, las tres primeras y la última en buen estado, de ambos lados. Fractura de tabique nasal, excoriaciones en hombros, codos y rodillas, hematomas en el muslo en la cara interna y ambas extremidades. Lesiones (similares a latigazos) en espalda y muslos parte posterior, un pie fracturado, múltiples escoriaciones y signos de pequeñas quemaduras en ambos pies (se presume electrocución)”, señaló Mundaray.

Rocío San Miguel, defensora de Derechos Humanos y presidenta de la ONG Control Ciudadano, aseveró que el diagnóstico certifica la versión de que Acosta Arévalo sufrió torturas durante su detención en los calabozos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), en los que se encontraba desde el pasado 21 de junio.

Explica el informe que las causas que originan la rabdomiólisis van desde lesiones por compresión, aplastamiento, infecciones, hasta intoxicación por alcohol, heroína o cocaína y determinados fármacos como las estatinas y los neurolépticos; en pocas palabras el capitán de corbeta fue torturado hasta morir.

El asesinato de Acosta es una radiografía de lo que sucede tras las rejas de la dictadura donde los presos políticos son torturados tanto física como psicológicamente.

En junio de 2013 fue suscrita en Venezuela una «Ley sobre la tortura», que es completamente ignorada por el régimen y que paradójicamente fue aprobada por el mismo.

Los métodos de tortura

La sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) en Caracas opera como uno de los centros de tortura del régimen de Nicolás Maduro, donde más de cien reos, entre ellos veinte militares de alto rango, permanecen aislados en sótanos sin ventilación, ni luz solar; donde viven una pesadilla que muchos jamás imaginaron.

Hay más de 160 militares detenidos por razones políticas, los imputan de «Traición a la Patria» porque es la causa que acarrea más años de presidio.

No los presentan en el lapso de 8 horas, no notifican al Fiscal y menos al Tribunal, porque los torturan hasta que obtienen de ellos la información que quieren o la que los obligan a grabar y firmar. En todo ese tiempo el militar permanece detenido y violándole el debido proceso.

Dependiendo del caso el detenido va a tortura, le colocan papel periódico o de bolsas alrededor de los ojos y cinta pegante, lo tienen esposado hasta que llega el teniente de navío Abel Anzola y el capitán Jesús Gerardo Cardenas, entrenados en la tortura física.

Mientras el torturado grita, el Coronel Hannover Esteban Guerrero está oyéndolos desde su oficina en el sótano tres.

“Lo tiraron en el piso, lo golpearon con palos. Cuatro hombres lo torturaron para que hablara del supuesto complot. Le colocaron una capucha y le metieron gas lacrimógeno; le practicaron asfixia mecánica con bolsas plásticas. Allí estuvo cuatro días sin alimentos, sin agua, sin ir al baño”, denunció a Diario Las Américas, Molly De La Sotta Quiroga, hermana del capitán de navío Luis De La Sotta, detenido en el DGCIM.

Decenas de informes revelan los métodos de tortura que implementa la dictadura contra la disidencia; pero sobre todo, algunos señalan que la mayoría de los victimarios son de nacionalidad cubana que llegan al país suramericano para atentar contra la vida de los presos políticos venezolanos.

Fue en 2018 cuando la ONG internacional Instituto Casla, documentó 190 casos de tortura donde al menos once de las víctimas aseguran que sus represores son agentes extranjeros, específicamente de Cuba.

Los relatos señalan que los abusos se cometen principalmente en la Dirección General de Contrainteligencia Militar, la cual depende de la Vicepresidencia de Venezuela y donde justamente fue torturado el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo.

De acuerdo con el documento, los métodos más comunes son: palizas, encadenamiento y ahogamiento simulado. Asímismo los torturadores presuntamente utilizan gases lacrimógenos y descargas eléctricas para interrogar a los detenidos.

Tamara Suju, defensora de Derechos Humanos, asegura que la dictadura aplica de forma sistemática un «combo» o paquete de «bienvenida», que consiste en torturas como propinarles patadas con botas militares y golpes con porras, bates, culatas de armas, así como atarlos de pies y manos y pisárlos, mientras les golpean la cabeza contra la pared. Muchos acaban con fuertes heridas en el cráneo, apunta. Ese «combo», según Suju, también incluye encapuchar a los recién arrestados con bolsas de plástico e introducirles polvos de gases lacrimógenos mientras se le golpea en las costillas.

En 2016 la misma ONG internacional llevó ante la Corte Penal Internacional 55 casos de tortura donde las víctimas sufrieron asfixia mecánica, vinagre en el rostro, golpes contundentes y descargas eléctricas.

Un caso destacado es el del preso político Vasco Da Costa, quien aún está detenido. Ha sido encapuchado y golpeado con objetos contundentes, con palos con punta de clavo y con sacos de arena, ha sido golpeado hasta desfallecer con la cacha de una pistola

«Te golpean, te golpean muchísimo la boca, los ojos, la cara, las orejas, la cabeza. Después que estás herido y todo roto, obligan a la persona a hacerse (a defecar) y agarran el excremento, te lo untan en la cara, en las orejas, por todos lados y te ponen una máscara de cuero y te cuelgan de esa máscara hasta que te desmayas. Cuando te despiertan, te lo vuelven a hacer una y otra vez…»; es el relato de Ana María, hermana de Da Costa, quien ha sido preso del chavismo en 2004, 2014 (liberado en 2017) y encarcelado nuevamente en 2018.

Un artículo de Daniel Lara Farías en PanAm Post también revela otro tipo de torturas; desde la denegación de la atención médica, hasta la incomunicación con amigos, familiares y abogados.

«La peor tortura es la denegación de la atención médica, usualmente aplicada en Venezuela. Se niega la atención o se retrasa», relató Marcelo Crovato quien fue preso político solo porque desempeñó su papel de abogado.

«Retrasarte el procedimiento es otra forma de maltrato. Restringir las visitas es tortura psicológica. Me permitían una llamada telefónica 5 minutos por semana, tiempo que tenía que distribuir para hablar con mi esposa, mis hijos, mis abogados. La incomunicación es otra forma de tortura», relató.

A las mujeres le aplican el «helicóptero», donde «te toman del cabello, te hacen girar y te lanzan contra las paredes», explicó Araminta González, actualmente exiliada en España.

Uno de los tantos responsables

De acuerdo con la periodista y especialista en la fuente militar, Sebastiana Barráez, el coronel Hannover Guerrero es el responsable de lo que ocurre en los sótanos del Dgcim donde se llevan a cabo la mayoría de las torturas.

Barráez informó que hay una estructura “para juzgar, sentenciar, torturar y obviar las denuncias que sufren los militares y civiles dentro de la DGCIM y dentro del SEBIN”.

Aseveró que Hannover Guerrero es el encargado de dar las ordenes en el DGCIM y que incluso “hay 3 áreas de torturas muy cerquita precisamente a donde está el Coronel”.

Barráez reveló que la estructura del régimen incluye a los funcionarios, torturadores, cubanos, militares venezolanos, defensores militares, fiscales militares, jueces militares y médicos forenses “quienes firman los informes médicos, donde ocultan las torturas”.

Este artículo fue publicado originalmente en PanAm Post.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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