Los científicos que propusieron que la variante ómicron del virus COVID-19 había surgido en una amplia zona de África, meses antes de que se detectara por primera vez en el sur del continente, se retractaron de su estudio, admitiendo que sus muestras estaban contaminadas.
Identificada por primera vez en Botsuana y Sudáfrica en noviembre de 2021, la cepa ómicron se extendió desde entonces rápidamente por todo el mundo y se convirtió en la variante más dominante del virus. No está claro dónde surgió ómicron. Podría ser que los dos países la detectaran primero porque tienen mejores redes de secuenciación genética que sus vecinos.
La pregunta sobre dónde acecharon exactamente los predecesores de ómicron sigue desconcertando a los científicos. El antepasado genético más cercano conocido de esta cepa altamente transmisible se remonta a algún momento posterior de la mitad del año 2020, lo que significa que habría generado todas sus mutaciones inusuales totalmente sin ser detectada, a pesar de los esfuerzos mundiales sin precedentes de la vigilancia genómica del virus durante más de un año.
Los científicos han propuesto tres teorías que podrían explicar el origen de ómicron.
Ellos sugieren que es posible que el virus se haya estado transmitiendo y mutando silenciosamente en una zona tan poco vigilada por los científicos que toda una serie de mutaciones que terminaron dando lugar a ómicron se les habría pasado por alto. Otra posibilidad es que la variante hubiera acumulado mutaciones en un solo paciente, como parte de una infección a largo plazo. O bien que podría haber saltado de un huésped humano a otro animal, como las ratas.
El estudio, publicado el 1 de diciembre en Science, parecía confirmar la primera teoría.
Para el estudio, un equipo de científicos del Hospital Universitario Charité de Berlín analizó las pruebas PCR de detección del virus en más de 13,000 muestras tomadas de pacientes de COVID-19 entre mediados de 2021 y principios de 2022 procedentes de 22 países africanos. Como resultado, encontraron en las pruebas de PCR señales específicas de ómicron en 25 muestras de pacientes de seis países diferentes de África oriental y occidental, y concluyeron que en agosto de 2021 ya existían ancestros de ómicron genéticamente diversos en toda África.
El artículo suscitó mucho escepticismo en la comunidad científica desde su publicación, y muchos expertos cuestionaron en las redes sociales si los resultados procedían de una contaminación durante el proceso de secuenciación genética.
Entre los críticos se encuentra el Dr. Tulio de Oliveira, bioinformático de la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica, cuyo equipo es conocido por haber identificado la variante Beta de COVID-19. «La calidad de las secuencias parece problemática», escribió el profesor en Twitter. «Sus secuencias producidas podrían estar contaminadas y las fechas de las secuencias públicas de GISAID de África, previas a ómicron, no lo confirman (P.D. ellos excluyen todas las secuencias no africanas con fechas dudosas)».
Al revisar sus datos, los investigadores efectivamente descubrieron contaminación en sus muestras, como habían sugerido los críticos en las redes sociales.
«En un análisis posterior de las muestras residuales, se descubrió que estaban contaminadas», dijo el 21 de diciembre el equipo de 87 miembros de Charité en una declaración anunciando la retractación de su estudio. «No es posible establecer el origen de la contaminación».
«La contaminación también hace imposible corregir los análisis retrospectivamente a su debido tiempo, porque esto requeriría análisis adicionales de miles de muestras de pacientes de África que pueden no estar disponibles en cantidad y calidad suficientes. Por lo tanto, de acuerdo con todos los autores, el artículo se retracta por completo».
«Nosotros cometimos un error y eso es amargo», dijo el autor principal, Felix Drexler, informó Science.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ola de ómicron dio la vuelta al mundo en tan solo cuatro semanas tras pasar por el sur de África. Esta llegó a Estados Unidos después del Día de Acción de Gracias de 2021.
Para marzo de 2022, la OMS calculó que casi el 90 % de la población mundial tenía anticuerpos contra el virus COVID-19, ya fuera por la vacunación o por la infección.
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