TEAHUPO’O, Tahití—El lunes por la tarde, cuando todos los ojos estaban puestos en el océano durante la última jornada de la competición de surf de los Juegos Olímpicos de París en Tahití, hizo su aparición un invitado sorpresa: una ballena.
A una distancia prudencial de las atletas Tatiana Weston-Webb, de Brasil, y Brisa Hennessy, de Costa Rica —que competían en una semifinal—la ballena saltó y regaló a espectadores y fotógrafos el momento olímpico de sus vidas.
No es raro que animales salvajes como pájaros, focas e incluso tiburones aparezcan mientras se practica surf en todo el mundo.
En Tahití, donde se celebró la competición de surf de los Juegos Olímpicos de 2024 a casi 16 mil kilómetros de París, la ciudad anfitriona, las ballenas se reúnen alrededor de las islas durante la época de apareamiento, alumbramiento y migración.
Tahití también cuenta con varias zonas marítimas protegidas. En abril, los líderes indígenas del Pacífico —incluidos algunos de Tahití— firmaron un tratado que reconoce a las ballenas como «personas jurídicas», aunque dicha declaración no se refleja en las leyes de las naciones participantes.
Por Victoria Milko.
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