El presidente Joe Biden hizo campaña con la promesa de cambiar el rumbo de la pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) y les dijo a los estadounidenses que tenía un plan superior al que estaba ejecutando la administración del presidente Donald Trump.
Biden dio a conocer su estrategia en los primeros días de su administración, tras firmar una serie de órdenes ejecutivas.
Si bien algunas de las ideas de Biden son verdaderamente novedosas, incluida su visión de una fuerza de trabajo nacional centralizada de rastreo de contactos a través del establecimiento del Cuerpo de Trabajo de Salud Pública de EE.UU., el plan refleja, en gran medida, lo que Trump había puesto en marcha, además de la adición de varias capas de la burocracia y la infusión, en todos los aspectos de la respuesta a la pandemia, de la agenda cuasi-marxista de «equidad».
Si bien Trump agilizó la coordinación de la respuesta a través del Grupo de Trabajo del Coronavirus de la Casa Blanca, las órdenes ejecutivas de Biden erigen una burocracia federal encargada de realizar el mismo trabajo. Ahora hay un comité de directores del Consejo de Seguridad Nacional, la Dirección de Seguridad Sanitaria Global y Biodefensa del NSC, el Consejo de Revisión Inter-agencial de Salud Global, la Junta de Pruebas Pandémicas, entre otros, todos encargados de manejar aspectos superpuestos de lo que ya se hace en la respuesta pandémica.
A pesar del gran volumen de actividad, una revisión de las acciones ejecutivas de Biden sobre la pandemia muestra que la mayor parte de la actividad que ordenó el presidente ya estaba siendo realizada por el gobierno durante la administración Trump. Algunas órdenes duplican los esfuerzos existentes o los funcionarios, que trabajan en el marco de la pandemia, deben ahora cargar con la tarea de «equidad», desenterrando y rectificando el racismo y el sexismo en todo momento.
La gran mayoría de las nuevas actividades ordenadas por Biden consisten en directivas para crear «planes» e «informes». Una revisión de sus 15 principales acciones ejecutivas sobre la pandemia muestra ordenes al gobierno para que cree 14 planes diferentes y siete informes. Entre las acciones ejecutivas hay un «plan para combatir la pandemia mundial de COVID-19», «un plan para promover la innovación en datos y análisis de salud pública» y «un plan para promover la innovación en datos y análisis de salud pública».
En casi todos los casos, las órdenes no especifican plazos para la realización de los planes e informes.
Es notable la proliferación de las diversas órdenes para que se elabore un plan, considerando que Biden se postuló con una plataforma en la que decía que tenía un plan para resolver la crisis de la pandemia y tuvo casi un año para formular una estrategia.
El plan general del presidente presenta algunas ideas que son completamente novedosas, incluido el establecimiento de miles de «centros comunitarios de vacunación» y el Cuerpo de Empleos de Salud Pública de rastreo de contactos. El mandatario ordenó un plan para la entidad de empleos y solicitó financiamiento al Congreso para los centros de vacunación. La falta de urgencia que se refleje en cualquiera de estas acciones sugiere que no son la bala de plata pandémica que Biden vendió en la campaña. El propio presidente admitió en un discurso, el 22 de enero, que no tiene una fórmula mágica.
«Si no actuamos, habrá una ola de desalojos y ejecuciones hipotecarias en los próximos meses, a medida que esta pandemia continúe, porque no hay nada que podamos hacer para cambiar la trayectoria de la pandemia en los próximos meses», dijo Biden.
Los funcionarios de la Casa Blanca no respondieron de inmediato a una solicitud de comentarios de The Epoch Times.
No todos los primeros pasos de Biden carecen de sentido de urgencia. El presidente actuó ante las advertencias de una cepa de virus más peligrosa en Sudáfrica y prohibió los viajes desde allí. Sin embargo, poner barreras de entrada no es una idea nueva. Trump prohibió los viajes desde China, el origen del virus del PCCh, comúnmente conocido como el nuevo coronavirus, en enero de 2020. No obstante, los demócratas, incluido Biden, atacaron la prohibición. Biden también extendió las prohibiciones de viaje que Trump había impuesto a la mayor parte de Europa y a Brasil.
El presidente también exigió pruebas de COVID-19 a los viajeros internacionales, lo que parece ser su única acción novedosa, urgente e importante hasta ahora. Queda por ver si la medida demuestra ser efectiva. Las pruebas negativas pueden ser de hasta tres días antes y no hay medidas para evitar que los viajeros presenten documentos fraudulentos sobre las pruebas.
Burocracia
Una orden ejecutiva, que establece la estructura de gestión del equipo de respuesta de Biden, creó el puesto de coordinador de respuesta de COVID-19, un rol que Trump le había asignado al vicepresidente Mike Pence. La orden encomienda al coordinador de respuesta, Jeff Zients, que haga todo lo que Pence ya había estado haciendo desde fines de febrero del año pasado, incluida la coordinación de pruebas, tratamiento, producción de equipos y suministros, vacunación y divulgación pública.
Zients es responsable de convocar a los «directores de agencias relevantes», lo que parece ser otra forma de decir que Biden continuará, con un nombre diferente, las reuniones del Grupo de Trabajo sobre el Coronavirus de la Casa Blanca, un formato que Trump inició hace casi un año.
La orden también ordena al asistente del presidente para asuntos de seguridad nacional que convoque una reunión de los directores del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) «según sea necesario» para «identificar, monitorear, prepararse y, si es necesario, responder a las amenazas biológicas y pandémicas emergentes». Más allá de la naturaleza hipotética del «según sea necesario» y «si es necesario» de esta entidad, el único elemento de acción del que es responsable es completar, en 180 días, «una revisión y recomendar acciones al presidente con respecto a los riesgos biológicos nacionales y globales emergentes y políticas nacionales de bio-preparación».
La reunión de directores no es la única entidad burocrática creada a través de esta acción ejecutiva. La orden resucita a la Dirección de Seguridad Sanitaria Global y Biodefensa del NSC, una reliquia de la era de Obama, que es «responsable de monitorear las amenazas biológicas actuales y emergentes». Si la descripción suena familiar, es porque la entidad burocrática descrita en el párrafo anterior es responsable de lo mismo.
El esfuerzo no se duplica solo dentro del pedido en sí. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) ya tienen subdivisiones dedicadas a monitorear las amenazas biológicas globales emergentes.
La orden de Biden sobre los datos de COVID-19, es igualmente repetitiva, ya que pide a los directores de varias agencias que designen a altos funcionarios para «trabajar en COVID-19 y en cuestiones de datos relacionados con la pandemia» y para que los datos sobre la pandemia estén «disponibles y accesibles públicamente». Los CDC han estado rastreando e informando públicamente sobre los datos de COVID-19 desde los primeros días de la pandemia, incluyendo estadísticas sobre las tendencias de los casos, informes a nivel de condado, pruebas, vacunaciones, niveles de seroprevalencia, tendencias globales y efectos en poblaciones únicas, entre otras métricas.
El HHS ha puesto a disposición del público los conjuntos de datos sobre COVID-19, incluidos los informes de datos a nivel de condado y de estados individuales, a través del sitio web healthdata.gov
Campaña de vacunación
Uno de los siete objetivos de Biden para enfrentar la pandemia es «ejecutar una estrategia de vacunación agresiva». El ritmo de vacunación en la presidencia de Trump, antes de la inauguración, superaba el objetivo de Biden de administrar 100 millones de vacunas en 100 días. El mismo día de la inauguración fueron administradas más de 1,9 millones de vacunas en Estados Unidos, según los CDC. A ese ritmo, la administración de Biden podría alcanzar su objetivo en la mitad del tiempo, sin cambiar nada sobre la estrategia de distribución establecida por Trump en la Operación Warp Speed.
De todas las órdenes ejecutivas relacionadas con la pandemia que Biden ha firmado, solo dos incluyen directivas sobre vacunas, ninguna de las cuales aborda la distribución nacional.
Una de las órdenes ejecutivas dice que el gobierno debe «llevar a cabo una campaña de divulgación para promover la confianza y la aceptación de las vacunas entre las comunidades de color y otras poblaciones desatendidas». No está claro cuántas mentes podría cambiar una campaña de este tipo mientras millones de personas que confían y quieren las vacunas esperan sus inyecciones. Otra acción ejecutiva ordena a Estados Unidos que se una a la Alianza de Vacunas para donar vacunas excedentes a otras naciones «una vez que haya suficiente suministro en Estados Unidos».
La estrategia más amplia de distribución de vacunas de Biden prevé miles de «centros comunitarios de vacunación», que se crearán con USD 20,000 millones en fondos que aún no han sido aprobados por el Congreso. En un discurso el 15 de enero, Biden dijo que el personal de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y la Guardia Nacional podría proveer personal a los «centros de vacunación». Ninguna de las acciones ejecutivas anunciadas públicamente por el presidente hasta la fecha se ha dirigido al establecimiento de tales centros.
FEMA y la Guardia Nacional no respondieron de inmediato a las preguntas sobre si se está realizando algún trabajo.
Enmascaramiento, pruebas y tratamiento
La orden ejecutiva del presidente que exige el uso de máscaras en propiedades federales y en viajes interestatales fue en gran medida simbólica, ya que las máscaras han sido impuestas en el transporte público interestatal y en propiedades federales, como juzgados, durante meses. Las aerolíneas han desembarcado a pasajeros que se niegan a usar máscaras, mientras que los jueces federales las han usado, incluso, cuando realizan audiencias remotas. Los CDC emitieron hace mucho tiempo pautas para las máscaras en los centros de transporte y en el transporte público.
La estrategia de Biden exige implementar «el uso de máscaras en todo el país en colaboración con gobernadores, alcaldes y el pueblo estadounidense». El cumplimiento de las órdenes de enmascaramiento locales, que se derivan de las pautas federales establecidas por la administración Trump, ha sido alto, especialmente en grandes ciudades como Nueva York, Los Ángeles y San Francisco.
La misma orden ejecutiva estableció el Grupo de Trabajo ‘Fuerza Laboral Federal Más Segura’, cuya misión es brindar “orientación continua a los jefes de agencias sobre el funcionamiento del Gobierno Federal, la seguridad de sus empleados y la continuidad de las funciones gubernamentales durante la pandemia de COVID- 19″. Este grupo de trabajo parece ser uno de varios que llevan a cabo el mismo trabajo del Grupo de Trabajo sobre el Coronavirus de la Casa Blanca (de la era Trump), pero con un alcance limitado y con una función totalmente enfocada en brindar asesoría.
No está claro por qué se necesita el consejo de este nuevo grupo de trabajo cuando los CDC han emitido y actualizado las pautas para los empleadores relacionadas con el enmascaramiento, detección de síntomas, pruebas y otros problemas.
En una orden separada, Biden estableció la Junta de Pruebas Pandémicas de COVID-19, encargada de la misma misión que el grupo de trabajo centralizado de Trump. Hasta el 25 de enero, Estados Unidos había realizado más de 280 millones de pruebas, convirtiéndose en el líder mundial en aplicación de pruebas de diagnóstico para COVID-19. India, el país con el segundo mayor número de pruebas realizadas, estaba por detrás de Estados Unidos en casi 100 millones de pruebas. La junta de pruebas tiene la tarea de lograr lo que ya se estaba haciendo bajo la administración de Trump, incluida la provisión de pruebas de COVID-19 gratuitas a personas con seguro médico insuficiente, algo que se maneja a través del Fondo de Ayuda para Proveedores del HHS.
Mientras haya dinero, las facturas de las pruebas de COVID-19 aún podrían quedar sin pagar si los pacientes no saben cómo solicitar el alivio o si los proveedores no saben cómo usarlo. La junta de pruebas de Biden podría mejorar potencialmente lo que construyó la administración anterior. La junta también tiene la tarea de poner las pruebas a disposición de las escuelas, otro elemento ya implementado por el grupo de trabajo de Trump.
La misma orden también exige un plan para crear el Cuerpo de Trabajo de Salud Pública de EE.UU., el cual será responsable del rastreo de contactos COVID-19; sin embargo, la orden no da una fecha límite para el vencimiento del plan.
El Departamento de Educación, el Departamento de Trabajo y el HHS, las agencias encargadas de elaborar el plan, no respondieron de inmediato a las solicitudes de información de The Epoch Times.
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