El presidente Joe Biden dijo el miércoles que quien gane las elecciones presidenciales en noviembre probablemente tendrá la oportunidad de nombrar a dos nuevos jueces de la Corte Suprema, insinuando que si sale victorioso, presionará para nombrar a quienes sean «realmente progresistas».
Biden hizo estas declaraciones en un mitin en Filadelfia el 29 de mayo, durante el cual dijo a los electores negros que el equilibrio de la Corte Suprema está en juego en su revancha contra el expresidente Donald Trump, quien nombró a tres jueces para el máximo tribunal y creó una fuerte mayoría conservadora de 6-3.
«El próximo presidente, va a ser capaz de nombrar a un par de jueces, y que me cuelguen», dijo el presidente Biden en el mitin. «Si de hecho somos capaces de cambiar a algunos de los jueces cuando se jubilen y poner jueces realmente progresistas como los que siempre hemos tenido, díganme que eso no les cambiará la vida».
La composición actual de la Corte Suprema posibilitó varias sentencias clave elogiadas por los conservadores, incluida la histórica decisión de 2022, en el caso Dobbs vs. Jackson Women’s Health, que anuló Roe vs. Wade y permitió a los estados decidir sus propias políticas sobre el aborto. Otra fue una decisión de 2023, que anuló el uso de políticas de admisión racialmente discriminatorias en las universidades estadounidenses, poniendo fin al uso de los llamados programas de discriminación positiva en la educación superior.
Por su parte, el presidente Trump ha expresado su satisfacción con sus nombramientos en la Corte Suprema y su jurisprudencia. Durante una cumbre organizada por el grupo de campaña Moms for Liberty en Filadelfia, el verano pasado, dijo a los asistentes que disfrutaría la oportunidad de nombrar a más.
«Ustedes saben, muchos presidentes nunca tienen la oportunidad de nombrar a un juez de la Corte Suprema. Yo tuve tres, ellos son de oro», dijo el Sr. Trump, añadiendo que los demócratas «no están contentos con eso».
«Quizás nosotros consigamos tres o cuatro más. ¿Se lo imaginan? Que sean siete. Tengamos siete u ocho o tal vez incluso nueve», añadió el expresidente.
Frustrados por la tendencia conservadora de la Corte Suprema, los demócratas han buscado formas de inclinar la balanza a su favor.
Una corte más numerosa
El presidente Biden creó una comisión para estudiar ideas, como la ampliación de la Corte Suprema o la imposición de límites a los mandatos de los jueces, pero la comisión no respaldó aumentar miembros de la corte en su informe final.
Posteriormente, los demócratas presentaron un proyecto de ley para ampliar la Corte Suprema añadiendo cuatro nuevos escaños a los nueve actuales. El senador demócrata Ed Markey, promotor de la Ley Judicial de 2023, afirmó que los republicanos habían «secuestrado» el proceso de confirmaciones y «robado» la mayoría de la Corte Suprema.
Los demócratas objetaron el hecho de que la jueza Amy Coney Barrett fuera nominada poco antes de las elecciones presidenciales de 2020. Ellos acusaron a los republicanos de hipocresía por moverse para confirmar a una jueza tan cerca de una elección, argumentando que cuando el juez Antonin Scalia murió en 2016, el Senado controlado por el Partido Republicano se negó a votar sobre la elección de un juez nominado por el presidente Barack Obama para su reemplazo.
Además de la jueza Barrett, el presidente Trump nominó con éxito a otros dos jueces de la Corte Suprema: Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch.
La Constitución de Estados Unidos no exige que haya nueve jueces en la Corte Suprema, aunque ese número se ha mantenido durante más de un siglo. El proyecto de ley demócrata de creación de tribunales sigue estancado en el Congreso.
El presidente Trump dejó la Casa Blanca en enero de 2021, tras haber nombrado a más de 200 jueces para la judicatura federal, incluidos casi el mismo número de jueces de cortes federales de apelación durante su mandato de cuatro años, que los nombrados por el presidente Obama, en el transcurso de ocho años.
Advertencia de jueces conservadores
Dos de los miembros conservadores de la Corte Suprema —los jueces Clarence Thomas y Samuel Alito— emitieron recientemente advertencias sobre la situación actual en Estados Unidos.
En sendos discursos pronunciados a mediados de mayo, los magistrados advirtieron que los derechos fundamentales estaban siendo atacados en Estados Unidos, mientras que la capital de la nación se estaba convirtiendo en un lugar donde la cultura de la cancelación corre desenfrenada.
El juez Alito advirtió a los graduados de un colegio católico de Ohio que tanto la libertad de expresión como la religiosa estaban siendo atacadas en el país, a la vez que expresó su esperanza de que los jóvenes tomaran el relevo y lucharan por un cambio positivo.
«El apoyo a la libertad de expresión está disminuyendo peligrosamente», dijo el juez Alito en el acto, señalando que este problema era especialmente grave en los campus universitarios, que, según él, son lugares donde el intercambio de ideas debería estar más protegido.
También planteó la cuestión de la libertad religiosa «en peligro», señalando que los graduados pueden encontrarse en puestos de trabajo o entornos sociales en los que se les presione para que renuncien a sus creencias o adopten otras que consideren moralmente objetables.
«Dependerá de ustedes mantenerse firmes», dijo el juez.
El juez Thomas, que se ha enfrentado a duras críticas de los demócratas que le acusan de eludir las normas de divulgación y de ser demasiado amigo de los republicanos ricos, habló en un acto en Alabama.
Cuando se le preguntó sobre cómo es trabajar «en un mundo que parece mezquino», el juez Thomas reconoció que se ha enfrentado a «desafíos».
«Estamos en un mundo en el que —ciertamente mi mujer y yo, en los últimos dos o tres años— la maldad y las mentiras han sido increíbles», dijo el juez, añadiendo que Washington se está convirtiendo en un lugar «espantoso» en el que la cultura de la cancelación corre desenfrenada.
Por el contrario, dijo que Estados Unidos más allá del Beltway era un lugar donde la gente normal «no se enorgullece de hacer cosas dañinas».
El juez Thomas también expresó su preocupación por el hecho de que los escritos de las cortes de justicia se hayan vuelto inaccesibles para el ciudadano común, engendrando una sensación de enajenación.
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