SÃO PAULO—Multitudes se reunieron en la ciudad más grande de Brasil, São Paulo, durante un mitin convocado por el expresidente del país, Jair Bolsonaro, el 25 de febrero. Las estimaciones oficiales no se han hecho públicas, pero los partidarios de Bolsonaro consideran que alrededor de 1 millón de personas estuvieron presentes.
Bolsonaro, un líder conservador anteriormente apodado el “Trump de los trópicos”, dijo que el evento enviaría una “fotografía al mundo”, mostrando el apoyo a él entre la gente y al conservadurismo en Brasil. A él se unieron congresistas y gobernadores estatales durante sus pronunciamientos.
Las protestas ocurrieron tras una creciente tensión política en la nación. Bolsonaro convocó a las manifestaciones después de que las autoridades allanaron su casa en una amplia operación que también tuvo como objetivo a otras 47 personas en su órbita.
Están siendo investigados por participación en un supuesto complot para un presunto golpe de Estado. Bolsonaro y otros han dicho repetidamente que están siendo sometidos a persecución política, citando la falta de base legal para las redadas policiales contra él y sus partidarios y aliados. Los medios de prensa locales de izquierda han especulado que su arresto es solo cuestión de tiempo.
El evento fue catalogado como una demostración de fuerza política para reunir votos para los aliados de Bolsonaro en las elecciones municipales de Brasil para 2024 y una respuesta a las acusaciones en su contra.
“Con esta fotografía mostramos que podemos ver a un equipo de fútbol ser campeón sin fanáticos, pero no podemos entender cómo hay un presidente sin gente a su lado”, dijo Bolsonaro.
El comentario aludió al menor compromiso del actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Con un gran número de seguidores en las redes sociales, el expresidente es conocido por ser capaz de reunir a grandes multitudes. La agencia de comunicación BCW India Group, con sede en la India, clasificó a Bolsonaro como «el líder más comprometido del mundo» en un análisis realizado a principios de 2022.
Creciente presión
Bolsonaro fue derrotado por el socialista Lula da Silva tras un estrecho margen en las elecciones de Brasil de 2022. La votación fue controvertida y los conservadores alegaron falta de transparencia por parte de las autoridades y realizaron protestas generalizadas que comenzaron inmediatamente después de que Lula fuera declarado vencedor.
El movimiento terminó en tragedia con el asalto a edificios gubernamentales clave el 8 de enero de 2023, hechos que recuerdan la irrupción del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.
Los disturbios del 8 de enero en Brasil han sido debatidos como la pieza central de un supuesto golpe de estado que los críticos de Bolsonaro alegan que él encabezó, algo que el expresidente niega y refutó nuevamente en la manifestación del 25 de febrero.
Las operaciones policiales centradas en el supuesto golpe han sido criticadas por partidarios y aliados de Bolsonaro en el Congreso. Consideran las operaciones como medidas políticamente motivadas y parte del creciente autoritarismo de la administración actual.
Un importante medio local dijo que un juez de la Corte Suprema estaba dispuesto a arrestar a Bolsonaro en el acto si criticaba fuertemente a la Corte o a sus magistrados en la manifestación del 25 de febrero. También se informó que los militares estaban preparando medidas para el arresto de Bolsonaro y sus aliados.
Bolsonaro es un capitán del ejército retirado y muchos de sus colaboradores más cercanos son exmilitares, lo que, según la ley brasileña, significa que podrían ser manejados por los militares en caso de arresto.
Los periodistas conservadores y las personas influyentes en las redes sociales han sido atacados de manera similar, con censura y aprehensión de sus pasaportes.
La manifestación del 25 de febrero fue la primera protesta de derecha de esta magnitud desde los disturbios del 8 de enero. Los manifestantes le dijeron a The Epoch Times que se trataba de libertad y democracia.
“¡Este país ha sido autoritario desde hace un tiempo! … Ya estamos bajo un gobierno autocrático, bajo un gobierno completamente totalitario”, dijo Edson Francisco, un maestro de 54 años que participa en las protestas.
“Creo que el 8 de enero fue una trampa … muchos cayeron en una trampa. Creo que hoy puede ser una oportunidad para que el pueblo tenga la certeza de que sí podemos protestar. Pase lo que pase, ¡tenemos la Constitución que nos da derecho a protestar!”
Rafael Chaves, un pastor evangélico de 42 años que participó en las protestas, le dijo a The Epoch Times que “vino por la necesidad que tiene Brasil en este momento, de manifestar su libertad de expresión”.
“[Es] algo que había sido suprimido en los últimos meses. No diré nombres, pero se debe a ciertos miembros de ciertas instituciones”, dijo Chaves.
“Siempre le pido a Dios: el pueblo brasileño no merece estar viviendo este momento, cuando tan pocos nos causan tanto mal a todos nosotros», dijo el Sr. Bolsonaro a la multitud.
Una crisis diplomática
El evento cobró impulso en los días previos, cuando la administración Lula sufrió una de las peores crisis diplomáticas en la historia de Brasil después de que el presidente comparara la operación de Israel en la Franja de Gaza, el 18 de febrero, con el Holocausto NAZI (Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes).
La crisis llevó al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a abordar personalmente la situación y criticar públicamente a Lula. El ministro de Relaciones Exteriores de Israel llevó al embajador brasileño al museo del Holocausto como un gesto público de rechazo a las palabras de Lula y exigió una disculpa, a lo que Lula se negó.
Brasil es el hogar de una gran comunidad judía y de unos 42 millones de cristianos evangélicos que en gran medida simpatizan con Israel por motivos religiosos.
Más de 140 congresistas presentaron una solicitud de juicio político contra Lula durante la crisis, lo que impulsó aún más a los manifestantes a salir a las calles.
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