El último campeonato de los Boston Celtics probablemente tenga a los seguidores de «los de púrpura y oro» muy tristes.
El lunes, los Celtics derrotaron a los Dallas Mavericks en cinco partidos en la final y consiguieron su 18º campeonato de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA), todo un récord.
Una racha de 16 victorias y 3 derrotas en los playoffs da a los Celtics un trofeo más que los Lakers, la otra franquicia joya de la NBA.
El exjugador de Los Angeles Lakers y miembro del Salón de la Fama Earvin “Magic” Johnson no pudo contener su frustración y posteó en X esa noche: “Odio que los Celtics tengan oficialmente más campeonatos que nosotros ahora”.
Pero la consecución del título deja al descubierto el abismo que existe actualmente entre los clubes más importantes de la NBA. Las diferencias son obvias en tres áreas: estabilidad organizativa, X y O, y desarrollo de jugadores.
Gestión del equipo
Los Celtics, que se han enfrentado a los Lakers en las Finales de la NBA 12 veces a lo largo de los años (con Boston ganando nueve de esos encuentros), utilizaron el juego largo para volver a la cima de la colina de los trofeos.
En 2013, la directiva intercambió a las viejas estrellas Kevin Garnett y Paul Pierce a Brooklyn a cambio de selecciones del draft. Una resultó ser Jayson Tatum, a quien los Lakers pasaron en el draft de 2017 por Lonzo Ball. La otra se utilizó en Jaylen Brown en 2016, y fue el jugador más valioso (MVP) de las Finales recién terminadas.
Y en lugar de deshacerse de este núcleo de jugadores, que llevaban etiquetas de altas expectativas como nombres en la espalda de sus camisetas, Boston se quedó con ellos. Y eso a pesar de que los jugadores habían llegado a cinco finales de conferencia anteriores —con una aparición en las Finales hace dos temporadas— antes de conseguir finalmente esta vez el primer título del club desde 2008.
Y ahora, con el gerente general Brad Stevens a cargo, tienen un tándem dinamita y una lista con la oportunidad de ganar de nuevo.
Los Lakers, por su parte, han intentado con demasiada frecuencia ir por la vía rápida hacia los títulos a través de movimientos que se describen mejor como baloncesto de fantasía de microondas.
Se han excedido en la contratación de agentes libres —el mayor fracaso ha sido Russell Westbrook— o simplemente de jugadores complementarios cuyas habilidades no encajan con la superestrella LeBron James y la filosofía del entrenador.
Mientras tanto, los Lakers han poblado eficazmente otros equipos de la liga con selecciones del draft que han acabado convirtiéndose en jugadores de calidad, algunos de los cuales protagonizaron esta postemporada. Algunos ejemplos son Brandon Ingram, de los Pelicans de Nueva Orleans, que perdió en la primera ronda de los playoffs; Josh Hart, de los Knicks de Nueva York, que demostró algo más que corazón en la derrota en la segunda ronda de los playoffs ante los Pacers de Indiana, y Mo Wagner, pilar de los Magic de Orlando, que llevaron a los Cavaliers de Cleveland a siete partidos antes de caer en la primera ronda.
Los Lakers han descartado sistemáticamente a jugadores de calidad en busca de un éxito inmediato, y ese plan ha fracasado.
El frente técnico
Los Celtics cambiaron de entrenador precipitadamente al comienzo de la temporada 2022-23 cuando Ime Udoka se vio involucrado en un escándalo que finalmente lo echó de la organización.
Los Celtics promovieron a Joe Mazzulla, un asistente capaz pero inexperto —una buena elección por parte del equipo para tenerlo en el cuerpo técnico en primer lugar— y lo llevaron a las finales de la Conferencia Este la temporada pasada. Pero Boston no se deshizo del inexperto líder tras el fracaso de la temporada pasada. En su lugar, el club se llenó de confianza y lo mantuvo en la silla grande por un segundo año, y él recompensó su lealtad guiando hábilmente al equipo en su temporada de 35 años a un campeonato que valida la decisión.
Y ahora, la franquicia tiene un líder ganador en su lugar. Boston identificó una fortaleza dentro de su organización, promovió a Mazzulla y lo respaldó cuando realmente contaba, ante la adversidad.
Por otro lado, los Lakers —que recientemente fracasaron en una demostración pública de afecto al intentar atraer al entrenador de Connecticut Dan Hurley a su banquillo desde las filas universitarias— cambian de entrenador tan rápido como algunas personas cambian de casa.
Mike D’Antoni, Byron Scott, Luke Walton, Frank Vogel y Darvin Ham han pasado por el banquillo de los Lakers desde la temporada 2012-13.
Hurley rechazó una lucrativa oferta y ahora Los Ángeles habría incorporado a JJ Redick como nuevo líder. Redick, sin embargo, viene con cero experiencia en el banquillo después de una carrera de 15 temporadas como jugador.
Lo más cerca que ha estado de la cancha últimamente ha sido con un micrófono y algún comentario mordaz como analista. Sería el siguiente movimiento cuestionable para una franquicia que está descubriendo su historia de Hollywood sobre la marcha.
Los Lakers se están preparando para tener una excusa en caso de fracaso.
Rendimiento en la cancha
El fichaje del escolta Jrue Holiday en la temporada baja encajó a la perfección con Brown y Tatum, pero otras incorporaciones como la del pívot Kristaps Porzingis, también conocido como «El Unicornio», el veterano Al Horford, de 38 años, y el escolta Derrick White, tuvieron mucho que ver en la ecuación.
Se les dio la oportunidad de fallar y aprender de sus defectos. El resultado fue una experiencia inestimable dentro del sistema de Mazzulla que permitió a los jugadores resolver la ecuación y conseguir el Trofeo Larry O’Brien.
James, de los Lakers, cuya grandeza es incuestionable, ha sido un reto jugar a su lado, un jugador duro de entrenar y un tipo difícil con el que ganar durante sus seis temporadas en Los Ángeles. No es de extrañar que no haya ritmo dentro de la organización de los Lakers, con todos los cambios de jugadores, entrenadores y personal.
La plantilla, sin embargo, parece estar en entredicho, con pocos jugadores en desarrollo. Y las dudas sobre James, el máximo anotador de la NBA de todos los tiempos, no hacen más que multiplicarse mientras el GM de los Lakers, Rob Pelinka, intenta construir una plantilla competitiva.
No hay duda de que los Lakers deben estar sintiendo envidia.
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