Del campo de trabajo a CEO de The Epoch Times: El viaje de Janice Trey para dar voz a aquellos sin voz

En una entrevista, Trey explica por qué el régimen comunista chino se opone a la tradición y la importancia de defenderla

Por Eva Fu
16 de noviembre de 2024 11:00 AM Actualizado: 16 de noviembre de 2024 11:00 AM

La sed de verdad de Janice Trey, CEO de The Epoch Times, surgió en un lugar insólito: un campo de trabajo chino.

Nació en plena Revolución Cultural, una de las campañas del líder del Partido Comunista Chino (PCCh), Mao Zhedong, contra la cultura tradicional china, en la que murieron millones de personas.

Las autoridades calificaron a sus padres, ingenieros con estudios universitarios, como personas de clase inferior y los enviaron a un campo de trabajo en un remoto pueblo del sur de China. Allí, Trey pasó sus primeros nueve años, cultivando caña de azúcar, transportando fertilizantes a lo alto de la colina y recogiendo la cosecha durante la época de recolección. Sus padres cultivaban y cosían. Para ir a la escuela, Trey caminaba una hora y media todos los días hasta otra aldea, pasando por colinas, cementerios y serpientes, según contó a Marissa Streit, directora ejecutiva de PragerU, en su podcast «Real Talk».

Nunca vio neveras ni autos en el campo de trabajo, cosas sobre las que había leído en panfletos que cruzaban el mar en globos desde Taiwán, la isla democrática vecina de China continental. Se preguntaba si serían ciertas.

Vivir sus primeros nueve años en el campo y luego salir de China le dio a Trey una visión interna de dos mundos enormemente diferentes y le inculcó el compromiso de buscar —y difundir— información veraz, una tarea que encabeza en The Epoch Times.

«La libertad y los regímenes totalitarios son opuestos», dijo Trey durante el programa emitido el 13 de noviembre. Y para tener verdaderas libertades, dijo, es necesario mantener informada a la gente.

Cuando la familia de Trey escapó del continente a Hong Kong, sintió inmediatamente un «soplo de aire fresco», dijo. Ya no la obligaban a cantar canciones alabando al PCCh ni a estudiar libros llenos de propaganda. Tuvo en sus manos libros de texto de la misma época procedentes de distintos lugares —Hong Kong, Taiwán y China continental— y observó lo diferentes que parecían.

Las ilusiones que le quedaban sobre el régimen chino se hicieron añicos una década más tarde, cuando Beijing abrió fuego contra estudiantes desarmados que protestaban por la reforma política en la plaza de Tiananmen.

Las autoridades chinas negaron que hubiera derramamiento de sangre. Pero Trey lo sabía. Su mejor amiga, estudiante de medicina, estaba en la plaza de Tiananmen el 4 de junio de 1989, llevando cadáveres al hospital con la esperanza de que sobrevivieran. Trey, reflexionando sobre los más de 70 años de régimen comunista, observó un patrón.

«Si echamos la vista atrás en la historia comunista, cada década se elegía a un grupo inocente de personas, de modo que el resto del pueblo vivía bajo la autocensura, y así es como el Partido Comunista intentaba suprimir cualquier oposición», afirmó. Exactamente 10 años después de la matanza de Tiananmen, Beijing comenzó a perseguir a otro segmento de la sociedad que se contaba por decenas de millones: el grupo espiritual Falun Gong, una fe que hace hincapié en los valores de verdad, compasión y tolerancia.

Hay una razón por la que el PCCh ateo persigue la tradición y la espiritualidad, dijo.

Los miembros de la Guardia Roja agitan copias del «Pequeño Libro Rojo» del líder Mao en un desfile en Beijing durante la Revolución Cultural en junio de 1966. (Jean Vincent/AFP vía Getty Images)

Durante más de 5000 años, en China no hubo comunismo, y «los líderes del partido comunista temían mucho el resurgimiento de los valores tradicionales», explica Trey. «Por eso queman libros, destruyen estatuas e incluso cambian los caracteres chinos».

Como ejemplo, señaló el carácter chino para «progreso». La versión tradicional de la palabra consta de dos palabras que en conjunto significan llegar a un lugar mejor, pero después de que las autoridades chinas la simplificaran, los caracteres ahora describen llegar a un pozo, un callejón sin salida. De forma similar, señaló, que el carácter simplificado para «amor» perdió el «corazón».

Esta destrucción sistemática del patrimonio tradicional es la razón por la que The Epoch Times se propuso como misión aportar «verdad, tradición y esperanza», dijo Trey.

Los fundadores de The Epoch Times conocieron de primera mano la situación de los derechos humanos en China. Muchos habían huido tras años de angustiosa persecución, una experiencia que les inculcó «un compromiso inquebrantable con la integridad, la veracidad en la información y el respeto por los derechos humanos y la libertad», afirma la publicación en su sección «Quiénes somos».

The Epoch Times nació en un sótano de Atlanta en el año 2000 con el objetivo de ofrecer noticias sin censura sobre China. Con los años, se ha convertido en un periódico internacional con 22 idiomas en 36 países y regiones. Cuando estalló el SARS en China en 2003, el periódico se adelantó semanas en informar sobre el tema antes de que Beijing reconociera la existencia del virus, un patrón de encubrimiento que continúa casi dos décadas después, permitiendo que otro virus mortal se propague por el mundo.

Según Trey, los reportajes ayudaron a alertar a algunos lectores de riesgos sanitarios que de otro modo desconocían. Algunos lectores han escrito notas de agradecimiento diciendo que cancelaron sus vuelos a China después de leer los artículos de The Epoch Times.

«Los medios de comunicación también contribuyen a salvar vidas», afirmó.

Trey señaló que, en 2004, The Epoch Times publicó los Nueve Comentarios  sobre el Partido Comunista Chino para desvelar la verdadera naturaleza del PCCh, inspirando un movimiento popular entre los ciudadanos chinos para cortar sus lazos con las organizaciones afiliadas al PCCh. El periódico fue también el primero en informar sobre la práctica de la extracción forzada de órganos en 2006, sacando a la luz el lucrativo plan impulsado por el Estado para matar a practicantes de Falun Gong encarcelados a cambio de sus órganos.

La CEO de The Epoch Times, Janice Trey, habla durante una entrevista con PragerU’s Real Talk, publicada el 13 de noviembre de 2024. (Captura de pantalla vía The Epoch Times)

Desde su creación, señaló Trey, The Epoch Times ha estado en la lista negra de Beijing. A finales del 2000, las autoridades chinas detuvieron a más de 30 chinos que informaban, editaban o colaboraban con The Epoch Times desde China en diversas funciones. Varios de ellos fueron condenados a penas de hasta una década de prisión.

La imprenta de la oficina del periódico en Hong Kong, que suspendió sus actividades en septiembre, había sufrido repetidos robos y otros sabotajes, incluido un incendio provocado a finales de 2019. Hombres sospechosos acecharon, y luego agredieron con un bate de aluminio a una reportera de The Epoch Times en Hong Kong. El sitio web de The Epoch Times sufre con frecuencia ciberataques vinculados a China, y reporteros en Estados Unidos junto con empresas que publican anuncios en la publicación han recibido amenazas.

«Somos el único medio de comunicación al que el Partido Comunista Chino tiene más miedo», afirmó Trey. A pesar del continuo bloqueo de Internet por parte del régimen chino, que impide el acceso a The Epoch Times dentro de China, la gente de ese país ha estado utilizando herramientas especiales como las VPN para acceder a sus contenidos, señaló, «porque saben que decimos la verdad».

The Epoch Times hace especial hincapié en poner de relieve las continuas violaciones de los derechos humanos de numerosos grupos en China, incluida la persecución de Falun Gong, que dura ya 25 años.

«Las pequeñas velas pueden iluminar toda la habitación», dijo Trey. Después del Holocausto, «cuando pensamos en ‘nunca más’, está ocurriendo con la persecución de Falun Gong, y hay demasiados espectadores que no han alzado la voz».

Habiendo sobrevivido a una campaña comunista masiva y habiendo presenciado otras dos en acción, Trey dijo que aprecia la oportunidad de marcar la diferencia en The Epoch Times, de «dar voz a aquellos sin voz».


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